lunes, 11 de mayo de 2009

REGRESAR A LOS ORÍGENES NO ES RETROCEDER

El tema de la influenza dio mucho de qué hablar. Dentro de las muchas argumentaciones que se dieron como probables causas que originaron una epidemia que, a mi ver, nunca fue tal, radica en unas granjas dedicadas a la producción masiva de cerdos.

Proceso dedicó un artículo de investigación al respecto. Granjas Carroll es su nombre. Ubicada al límite de los estados de Veracruz y Puebla, según consta el semanario, ésta empresa cuenta con la protección de ambos gobiernos estatales y también del gobierno federal.

Recordando siempre que vivo en México, cuando leo cosas como esta, ya me imagino a qué se refieren frases como ‘empresa que cuenta con la protección del gobierno’. Mi mente comienza a trabajar en fórmulas como:

* Empresa + Protección del gobierno= Evasión de impuestos
* Empresa + Protección del gobierno= Garantías laborales pésimas
* Empresa + Protección del gobierno= Mordidas para evadir y/o pasar inspecciones de calidad en normas sanitarias

Voy a exponer una cuarta fórmula, pero no negaré que me la pensé para externarla. No estamos acostumbrados a una mentalidad tan humanitaria, pero… sea, va:

* Empresa + Protección del gobierno=Nula calidad de vida para seres vivos destinados al consumo humano

Por supuesto, el artículo de Proceso se centra en aspectos como la falta de condiciones de salubridad en dichas granjas, mismas que han contribuido a una degradación del medio ambiente para poblaciones aledañas… las humanas, of course. Yo me voy a dar el lujo y el gusto de ir más allá: ¿y qué hay de la salud y condiciones de vida de los animales de quiénes sacamos algún provecho?

Estoy tratando de enfocar el tema desde una perspectiva no sólo ecológica, sino de respeto a los animales y hasta en esto tengo que tocar al neoliberalismo, ¿por qué?: porque una de las premisas que ha movido al desarrollo neoliberal es la sobre-explotación de los recursos y dicha premisa tiene lógica si concedemos que el neoliberalismo tiene como una de sus metas primordiales la de sacar ganancias en dinero…a cualquier costo, desde el humano hasta el medioambiental. Palabras como desarrollo sustentable no existen en el vocabulario de una mentalidad neoliberal, porque el desarrollo sustentable implica detenerse a pensar opciones y soluciones alternas, además de que implica cuestionarse en el actuar.
Un neoliberal no puede darse el lujo de detenerse a pensar, mucho menos para cuestionarse. Se pierden millonarias ganacias si eso sucediera y no tiene tiempo como para andar sintiendo culpas.


El que las granjas de cerdos hayan tenido su parte de protagonismo con la cepa de la influenza (reiterando: en el entendido de que así haya sido), no es obra de una coincidencia. Yo no creo en ellas. Las granjas de cerdos y la forma cómo se trabaja en ellas me remiten también a granjas avícolas, en donde tanto en unas como en las otras hemos condenado a seres vivos a algo que no puede llamarse vida.

Sé que puedo sonar ridícula y anticuada. En realidad eso me viene valiendo. Ya en anteriores debates con defensores del “progreso” neoliberal la discusión se centró en ello: para dichos defensores, es inconcebible pensar en otro tipo de desarrollo que no sea el que se conoce y que se aplica en la mayor parte de los países, porque para esas mentalidades sentarse a pensar es detener dicho progreso.

Yo no tengo hijos, pero por mí hay cientos de seres humanos que sí los tienen, así que a veces me asombra que ni por ellos tengamos a bien sentarnos a pensar en opciones para no detener el progreso a la vez que fomentemos el desarrollo sustentable. Equilibrio, que le llaman, algo que somos muy proclives a romper en muchos sentidos… ¡quién sabe porqué!

Hace unos cuantos siglos, los indios norteamericanos tenían la costumbre de pedirle permiso y pedirle perdón a todo búfalo porque iban a tomar su vida para aprovecharlo. Todavía hoy en las islas de Nueva Guinea se hace todo un ritual de purificación entre los pescadores para algo muy similar: pedir permiso y perdón al tiburón que van a pescar porque de él sacaran algún provecho. Mencionar ejemplos como estos a una mentalidad neoliberal es casi el escándalo: ¿cómo podemos atrevernos a pensar como tribus más atrasadas que avanzadas y en pleno S.XXI? Y de ahí le doy el título a esta columna: porque en lo que respecta a nuestra convivencia con la Naturaleza, yo no creo que regresar a los orígenes sea sinónimo de retroceso, sino todo lo contrario. Antes bien siempre he pensado que en nuestro afán por tecnificarnos y en nuestro engreimiento absurdo por controlar a aquello de donde provenimos (la Naturaleza) es que hemos pretendido actuar como si fuéramos entidades separadas de todas los demás. Un gran error. Es como ponerse con Sansón a las patadas y los ejemplos que menciono no son más que muestra de algo que hemos perdido hacia todo ser vivo: el respeto.

Dándome el privilegio de la duda razonable y tomando como cierta la teoría de que la posible epidemia de influenza se desató por las condiciones insalubres de granjas de sobre-explotación animal, pues entonces no estamos más que pagando factura, de alguna u otra forma.

El colofón: Un acierto más de una mentalidad de izquierda: una carta del Presidente Evo Morales respecto al tema, misma que, por cierto, es un dechado de verdades y crudas realidades que no debemos dejar pasar por alto, máxime si estamos en esta lucha por el cambio. Esta misiva fue pronunciada en 2008. Es 2009. ¿Estamos actuando?

Los hielos polares se siguen derritiendo y el oso polar ya ostenta el honorable lugar de ser el primer animal en las listas de animales en peligro de extinción por el cambio climático generado por nosotros. ¿A qué estamos esperando?, ¿a qué, como en México y nuestro estado fallido, actuemos hasta que tengamos la lumbre a los aparejos?

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* Se publicó también en CONCIENCIA TV y Any Question?

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