martes, 27 de octubre de 2009

La derecha no es moderna



La derecha no es moderna

Sallard

La derecha moderna no existe en México. Menos la derecha ilustrada. Lo que hay, en cambio, es una amplia gama de grupos de interés económico y político cuyo objetivo es defender los privilegios de la élite. Estas capillas han dominado durante varias décadas la economía nacional, y en la actualidad también controlan los tres poderes del Estado Mexicano, los dos principales partidos políticos (PAN y PRI) y la abrumadora mayoría de los medios de comunicación masiva.

La derecha social tiene una larga tradición conservadora. Está conformada por asociaciones públicas y sociedades secretas en las que se combina la religión con los negocios. Frecuentemente, quienes se inscriben en ella asumen posiciones ultramontanas. Un ejemplo de ello es el fallecido Carlos Abascal, ex secretario de Gobernación de Vicente Fox, quien en esa época condenó públicamente que una maestra recomendara a su hija la lectura de Aura, novela escrita por Carlos Fuentes, por considerarla “inmoral”.

Esa misma derecha, en los años 20 y 30 del siglo XX, le declaró la guerra al Estado mexicano bajo el grito de ¡Viva Cristo Rey! Lo paradójico es que los herederos de los cristeros ocupan hoy diversos cargos en la administración pública, empezando por la Presidencia de la República. Los hay en el Poder Legislativo y en el Poder Judicial, al igual que en las entidades y los municipios. Se han ido colocando de manera discreta pero constante, bajo la lógica de las sectas: el primero que llega abre paso a los demás, y así sucesivamente. Están por todos lados.

Existe otra derecha menos conservadora que se dice a sí misma liberal, y hasta cierto punto lo es, al menos por lo que respecta al fundamentalismo religioso. Pero si se cotejan sus bártulos con los de otras derechas de países desarrollados, la mexicana es de pena ajena. Roger Bartra señala los puntos esenciales que definirían a una derecha moderna e ilustrada: respeto al Estado de derecho, a las leyes y a las reglas democráticas.

Ninguna de estas tres premisas las cumplen los derechistas mexicanos presuntamente menos reaccionarios. Al final son una y la misma cosa cuando ven en peligro los privilegios de quienes los sostienen, como ocurrió en 2006. Vicente Fox fue un traidor a la democracia, de la cual se benefició para llegar al poder, y Felipe Calderón acuñó la frase más cínica en años para explicar su ascenso a Los Pinos: “haiga sido como haiga sido”, que recuerda aquella otra del cacique Gonzalo N. Santos: “La moral es un árbol que da moras”.

Hasta que Fox emergió a la vida pública, el ultraderechista Luis Pazos tenía el nada envidiable privilegio de ser el autor que había escrito más libros de los que había leído. Hoy es burócrata de alto nivel, perteneciente a un gobierno mucho más obeso que aquellos que criticaba, cuando era el principal productor de libros chatarra de nuestro país. Chatarra intelectual, semejante a la chatarra alimenticia que engorda a los mexicanos, pero que enriquece hasta el insulto a personajes como Lorenzo Servitje, el más derechista de los empresarios nacionales.




Fuente: El Periódico
Difusión AMLOTV

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