viernes, 22 de enero de 2010

Hasta que la Presidencia los separe…


Son como el agua y el aceite. Uno no reconoce al otro, y a veces hasta uno le llama “espurio” al otro. Aun así, PAN y PRD parecen estar dispuestos a unirse. Si esta alianza se consuma, ¿rendirá frutos? Hay quienes dicen que los partidos están enfrentando a su propia naturaleza.

Después de enormes distanciamientos y disgustos. Después de haberse juntado y separado varias veces, un día se volvieron a encontrar en un café.

Coquetearon y platicaron durante meses, hasta que se entendieron.

Ahora han vuelto a anunciar en sociedad su enésima unión, y solo Dios sabe por cuánto tiempo.

El motor de este reencuentro no fue el amor. Y tampoco han desaparecido sus rencores y odios mutuos.

Solo se trata de perseguir la ilusión común de alcanzar, a como dé lugar, el poder y el dinero.

No es una historia más de un extraño amor apasionado de telenovela.

Más bien es un episodio más de las uniones –unas más exitosas que otras– que han tenido la derecha y la izquierda en México.

La pregunta es si este amasiato político, que a los priistas les parece un matrimonio contra natura, volverá a rendir algunos frutos, como ha ocurrido en el pasado.

¿Existen las condiciones para que panistas, perredistas, convergentes y hasta petistas, unidos en esta nueva alianza, puedan derrotar al PRI en las elecciones estatales de este año?

¿O puede suceder lo contrario, que el descalabro sea mayor si la gente común, divorciada de los políticos, decide optar por la dictadura perfecta de antaño?

LA UTILIDAD O EL FRACASO DE LAS ALIANZAS

“No puedo estar de acuerdo en que el PAN haga de su estrategia electoral solo un compendio de alianzas, como se dice, para ganar hasta con el diablo.

“No puede ser un principio de estrategias del PAN ‘el haiga sido como haiga sido’.

“Yo le dije a Germán que así como la alianza en el norte no nos dio con el PRD, y no estoy comparando esa alianza con la de Elba Esther, la alianza con Elba Esther tampoco les va a dar desde el punto de vista práctico o táctico.

“Lo que suma se le quita en el sector duro del PAN”, le dijo el panista Javier Corral a Ramón Alberto Garza durante la entrevista que tuvieron unas semanas antes de las elecciones federales y estatales de 2009.

Y el legislador tenía razón.

El 5 de julio de 2009, el PAN fue derrotado como no pasaba hacía mucho tiempo, y Germán Martínez tuvo que renunciar al día siguiente.

El PAN no solo perdió cinco de las seis gubernaturas en juego y una gran cantidad de escaños en la Cámara de Diputados, sino que también perdió todas las alcaldías en el estratégico “corredor azul” del Estado de México.

Javier Corral tenía razón.


La alianza del PAN con Elba Esther y su Panal simplemente no funcionó. Sin embargo, no siempre ha sido así.

En algunas ocasiones, las alianzas han funcionado, lo mismo al PRI que al PAN. Ahí están, por mencionar dos ejemplos, los casos de Chiapas y Nayarit en el año 2006.

Es lógico, porque la unión hace la fuerza, y un voto inútil se puede convertir en útil.

Por eso, en casi todos los países democráticos, cuando llega el tiempo de la competencia, suelen darse los avenimientos coyunturales entre los partidos políticos.

Claro que hay de alianzas a alianzas. Algunas, como las que hacen los políticos mexicanos, lo menos que provocan es vergüenza.

Al fin y al cabo, México es el país donde lo insólito se ha vuelto costumbre.

La mejor evidencia es que, sin que hubiera una alianza formal entre el PRI y el PAN, el blanquiazul Felipe Calderón pudo llegar a la Presidencia por una unión de facto que el entonces líder del PAN, Manuel Espino, tuvo que construir a última hora con algunos de los gobernadores priistas.

Y es que en México, hasta el político más puritano es capaz de hacer un pacto con el diablo para hacer milagros. Nuestros alquimistas han demostrado que son capaces de mezclar con éxito el agua y el aceite. Y este es el caso de la alianza entre PAN y PRD.


Sin embargo, lo que a veces funciona en una estructura corporativa y cupular, no siempre tiene éxito en el terreno electoral. Existe el riesgo de que el elector no se comporte como suponen los políticos.

Más allá de los cálculos que hacen los dirigentes políticos, en las elecciones estatales hay que considerar algunos factores adicionales.

Entre otros, cuenta el carisma del candidato de la alianza, la imagen de los partidos involucrados, la percepción de la gente sobre el desempeño del gobernante y hasta los compromisos secretos o discretos que se hayan dado desde el poder en determinados casos.

Analicemos.

EL CARISMA DEL CANDIDATO

Aun en las elecciones mexicanas, no solo cuentan las marcas de los partidos políticos, las ayudas asistenciales o los acuerdos. También entra en juego la personalidad del candidato.

Si los ciudadanos tienen una percepción negativa del candidato, los controles clientelares del poder no son suficientes para ganar las elecciones.

Quien lo dude, nada más tiene que revisar lo acontecido en las pasadas elecciones estatales en Querétaro, San Luis Potosí y Nuevo León.

Sin duda, el carisma y la personalidad de los candidatos fueron un factor determinante en los tres casos.

Los partidos ya han empezado a ventilar quiénes podrían ser sus candidatos a gobernador para los comicios que se celebrarán este año.

Ya casi se da por un hecho que la neopanista Xóchitl Gálvez será postulada por la alianza en Hidalgo.

Que el ex amigo de Fox, Lino Korrodi, analiza la posibilidad de entrar a la contienda en Tamaulipas.

Que el elbista-panista Rafael Moreno Valle irá por Puebla y que Gabino Cué volverá a competir en Oaxaca.

Eso sin contar que pudiera haber alianzas en Durango, Sinaloa y otras entidades.

Y aquí cabe hacer la pregunta: ¿Qué probabilidades tienen de ganar los candidatos anunciados por las nuevas alianzas?

¿De veras el florido lenguaje de Xóchitl Gálvez es tan popular y suficiente como para garantizar el triunfo de la alianza del PAN con los partidos de izquierda en Hidalgo?

¿Quién es menos odiado por los poblanos: Mario Marín o Elba Esther Gordillo?

Y es que todo mundo sabe que el neopanista Rafael Moreno Valle es el delfín de Elba Esther, mientras que el priista Javier López Zavala parece ser el favorito del famoso y tristemente célebre Gober Precioso.

¿Por qué esta vez si ganará Gabino Cué en Oaxaca?

EL FACTOR 2006

Hasta hace menos de un año, una alianza electoral entre el PRD y el PAN era impensable, aun sabiendo que los políticos mexicanos son capaces de hacer cualquier cosa.

Lo sucedido en 2006 podría haber hecho suponer que tanto perredistas como panistas actuarían con un mínimo de congruencia y en consecuencia con lo acontecido ese año.

Que serían incapaces de emprender una aventura política juntos. No al menos durante el gobierno de Felipe Calderón.

Sobre todo si se toma en cuenta que los de la izquierda afirman que el PAN les robó las elecciones y que Calderón es un presidente “espurio”, “usurpador”, “ilegítimo”.

En tanto, el PAN sostiene que, “haiga sido como haiga sido”, Felipe Calderón fue el ganador indiscutible en los comicios de 2006.

Sin embargo, sin el menor rubor, los dirigentes de ambos partidos, Jesús Ortega y César Nava, se han reunido en público y hasta han declarado la posibilidad ir juntos en algunas de las próximas elecciones estatales.

Si bien es cierto que las diferencias entre Jesús Ortega y Andrés Manuel López Obrador son casi irreconciliables, tampoco son como para que Chucho, que se cansó de denostar a los panistas como ladrones de votos, ahora salga con que lo mueve el interés superior de la nación.


Sin embargo, esto no es lo más sorprendente. Lo que de verdad llama la atención es que hasta los partidos que han permanecido como seguidores del Peje, andan entusiasmados con esa alianza con los panistas.

¿Cómo estarán las cosas, que ni siquiera el “presidente legítimo” del Partido del Trabajo y Convergencia, Andrés Manuel López Obrador, se ha atrevido a condenar esa alianza?

“No estoy a favor de las alianzas ni con el PRI, ni con el PAN”, dijo el tabasqueño, pero también se declaró respetuoso de las decisiones que tomen el PRD, Convergencia y PT.

En cambio, es muy probable que no toda la militancia de base, ni todos los simpatizantes, tanto del PAN, como de los partidos de izquierda, estén de acuerdo en la negociación de alianzas.

Y este factor podría provocar el fracaso de las alianzas propuestas.

Por ejemplo, un diputado local perredista de Veracruz se pregunta con elemental sentido común: “¿Qué respuesta les vamos a dar a los ciudadanos si nos vamos a aliar con un partido que nos robó la Presidencia de la República en el 2006?”.

LA RUPTURA DE LA ALIANZA PRI-AN

Si algún partido ha garantizado la viabilidad al gobierno del presidente Felipe Calderón, ese ha sido el PRI.

Sin su colaboración, el Tribunal Federal Electoral no hubiera podido declarar ganador a Felipe Calderón. Sin su participación, no hubiera tenido lugar la toma de posesión.

¿Quién no recuerda que un día después de las elecciones, el candidato del PRI, Roberto Madrazo, fue casi obligado por varios gobernadores de su partido a reconocer el triunfo de Calderón?

¿Que acaso en el gabinete del presidente Felipe Calderón no han participado distinguidos priistas como Luis Téllez, Agustín Carstens o Jesús Reyes Heroles?

Eso sin contar que a lo largo de este sexenio muchas de las iniciativas presidenciales han sido aprobadas en el Congreso gracias al voto del PRI.

Los aumentos de impuestos fueron posibles gracias a los entendidos entre PRI y PAN.

Sin embargo, sería ingenuo pensar que esa alianza ha sido gratuita, y que dentro de los acuerdos políticos no está el de respetar a la confederación de gobernadores priistas.

Pero parece que alguien en el PAN no lo entendió así. Y los acuerdos fundamentales que siguen dando sustento al gobierno pudieran estar en riesgo.

Nunca antes, en lo que va de este sexenio, se había mencionado la posibilidad de que los albiazules se aliaran con el PRD.

Para los priistas, eso sería tanto como una subversión.

Ni siquiera lo intentó Germán Martínez, “el muchachito pendenciero”, según los tricolores.

Aunque todavía cabe la posibilidad de que no se concrete la alianza PAN-PRD, todo apunta a que sí se llevarán a cabo esas nuevas uniones.

Eso sí podría representar ciertos riesgos para el partido en el poder. Y no nos referimos al PAN, necesariamente.

Por eso conviene poner atención a las declaraciones que hizo el senador priista Manlio Fabio Beltrones esta semana.

“Estas alianzas entre enemigos que no se respetan son contra natura. Me resulta difícil pensar que un partido como el PRD, que no reconoce al presidente de la República surgido de otro partido, pueda integrar junto con el PAN una alianza confiable, y que en el futuro se pueda platicar con ellos o con lo que resulte de eso”, afirmó el legislador sonorense.

Y advirtió: “Debemos revisar cada una de estas uniones que pondrían en riesgo, no los triunfos de esos partidos, sino al sistema político electoral, aunque cada quien está en su derecho de juntarse con quien crea que le conviene”.


Fuente: Reporte Indigo
Difusión: AMLOTV

No hay comentarios: