En concreto | Laura Itzel Castillo
No han pasado siquiera dos meses de que se compraron voluntades a cambio de una miserable despensa, que no alcanzó para terminar la quincena, y los precios de la canasta básica están inalcanzables.
Mientras el secretario de Economía, Bruno Ferrari, nos recuerda a María Antonieta, reina de Francia, quien en el siglo XVIII exhortaba al pueblo a comer pasteles a falta de pan, este tibio funcionario recomienda no comer huevos y sustituirlos por otros alimentos. ¿Será caviar?
Contrasta su actitud con la estrategia implementada por el jefe de gobierno capitalino, Marcelo Ebrard, quien inmediatamente dio el banderazo de salida a dos camiones de 15 toneladas cada uno, desde la Central de Abastos, para llevarlos a las colonias populares a vender a 20 pesos el kilo.
El huevo, como parte de los productos fundamentales de la canasta básica de los mexicanos, ha incrementado drásticamente su precio a lo largo de estos dos últimos sexenios panistas en más de 300%, de acuerdo con reportes del Banco de México y de la Procuraduría Federal del Consumidor.
México es un importador de alimentos y exportador de petróleo y mano de obra. Ese es el diseño de país que nos ha dejado la política económica implementada desde José López Portillo y profundizada de manera salvaje por el salinato transexenal.
El huevo, considerado una de las principales fuentes de proteína, pasó de 7.50 pesos el kilogramo que costaba en el año 2000, a 17 pesos en promedio en el 2010, a 26 pesos hace un mes y hasta 43 pesos la semana pasada. El día de ayer no había en las tiendas de autoservicio, a pesar de la cacareada noticia de la importación de 211 toneladas de huevo provenientes de Estados Unidos.
Como una medida para combatir la especulación, la Secretaría de Economía anunció la liberación de aranceles para la importación del huevo. Sin embargo, si bien temporalmente pudiera considerarse una medida adecuada frente a la emergencia, seguramente servirá de pretexto para su apertura permanente, con lo que se incrementará la dependencia alimentaria de nuestra nación.
Recientemente Felipe Calderón anunció que otorgaría un financiamiento de 3 mil millones de pesos para los grandes empresarios del ramo, sin embargo una vez más relega a los pequeños y medianos productores mexicanos, que han contribuido a paliar la crisis alimentaria, como lo ha denunciado la Unión Nacional de Organizaciones Regionales Campesinas (Unorca).
Es triste saber que mientras México es cuna del maíz, importamos el alimento base de nuestra cultura. Durante el primer semestre de este año se compraron 1,931 millones de dólares, la cifra más alta en la historia. Al mismo tiempo, se permite a poderosas empresas extranjeras sembrar ilegalmente maíz transgénico para contaminar el maíz criollo y acabar pagando el uso de patentes en nuestra propia tierra.
De acuerdo al informe del Centro de Análisis Multidisciplinario del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, al iniciar el sexenio, con un salario mínimo se podían adquirir nueve kilogramos de tortillas, pero en abril de 2012 alcanzaba tan sólo para cinco kilogramos.
Sin maíz no hay país. ¿y sin huevos?...
Fuente: El Gráfico