• Cordero contra Cordero
• Secretario fiel a Calderón
• Hank, Salazar, pan y circo
Para aspirar a la Presidencia de la República, Ernesto Cordero tiene primero que vencerse a sí mismo. Con una enorme inocencia, por llamarle de alguna manera, el secretario de Hacienda se ha convertido en su propio enemigo cada que abre la boca para promover su candidatura presidencial.
Por eso al PRI lo que más le convendría es tener de contrincante a alguien como Cordero en representación del PAN y debería dejar de criticarlo porque desde su despacho en Hacienda atiende ambas actividades. Aunque al PRI lo que realmente le preocupa es el manejo que haga de ese órgano de inteligencia financiera conocido como UIF, en donde se acumulan miles de expedientes con cuentas bancarias y de bienes de priistas, perredistas y hasta panistas.
Sin experiencia política alguna, el delfín del presidente Felipe Calderón lo mismo se equivoca cuando dice que con 6 mil pesos una familia mexicana puede vivir cómodamente, que cuando señala que el poder adquisitivo del salario mínimo ha mostrado crecimiento en la última década. O más aún cuando asegura que cada día hay menos pobres en este país. Cordero vive en Calderolandia.
Aún así, el gobernador mexiquense Enrique Peña Nieto ha rechazado debatir con el secretario de Hacienda sobre la situación económica, aunque ello significaría restregarle en la cara la grave crisis que el gobierno del PAN ha metido al país en los últimos 10 años, y no sólo en materia económica, sino también política y hasta social.
Por eso antes de retar al contendiente mejor posicionado en las encuestas financiadas por empresas privadas, en donde el gobernador mexiquense sigue a la cabeza, Cordero debería ordenar sus ideas y acudir a las tradicionales tarjetas informativas elaboradas por los expertos y leerlas en lugar de improvisar.
Para llegar a la residencia oficial de Los Pinos, lo primero que debe lograr el responsable de las finanzas públicas del país, es salir victorioso en la selección de su partido, en donde parecen más fuertes la diputada federal Josefina Vásquez Mota, exsecretaria de Desarrollo Social, y hasta el mismo Santiago Creel Miranda, exsecretario de Gobernación y uno de los panistas más grises que hayan intentado llegar a la Presidencia de la República. De lo otros aspirantes panistas a ocupar la silla presidencial ya ni hablar, pues al mencionar su nombre sólo causan risas entre la población.
Un Cordero fiel al presidente
Ernesto Cordero fue uno de los coordinadores de campaña de Felipe Calderón. Actuario de profesión, el político panista se hizo cargo desde ese momento de los temas económicos en el equipo de Calderón. En esa encomienda lo acompañó el ahora jefe del INEGI, Eduardo Sojo. Por ello se pensó en Sojo como el nuevo titular de la SHCP. Sin embargo, al aceptar Carstens la titularidad de esa secretaría de Estado, las aspiraciones de Sojo quedaron en el olvido.
Cordero, mientras tanto, llegó a la Subsecretaría de Egresos y no fueron pocas las quejas del propio personal de carrera de la dependencia sobre su desconocimiento del área. El amigo de Calderón migró a la Secretaría de Desarrollo Social para regresar poco tiempo después como titular de Hacienda.
A Carstens, sin embargo, le tocó lidiar con el fenómeno de la crisis de 2008 y su ya tristemente célebre frase de que “mientras a Estados Unidos le daría pulmonía a México sólo le daría un catarrito”. En la SHCP, Cordero se había mantenido con un bajo perfil, que lo protegió de su escasa experiencia en el sector hacendario.
Las cosas cambiaron hasta que se aproximaron los tiempos electorales. Junto con Javier Lozano, titular de la Secretaría del Trabajo, ambos han buscado remontar la imagen de Calderón como el fallido “presidente del empleo”, y ante el estancamiento de la economía, el actuario y el abogado del gabinete quisieron ver en las bajas pero ficticias tasas de inflación un elemento positivo para defender el proyecto de Calderón.
Casualmente, la inflación es un tema que desde hace más de dos décadas sólo correspondía al Banco de México. Si bien su medición ahora se encuentra en manos del INEGI y de Eduardo Sojo, resulta muy sintomático que mientras Carstens viaja por todo el mundo promoviendo su candidatura al FMI, el tema de la estabilidad de precios sea usado por el gobierno de Calderón para cubrir los malos resultados en materia económica.
Parece intencional, por lo tanto, que Cordero está avivando el fuego en torno a un tema que está perdido desde los bolsillos de millones de mexicanos que aún se encuentran en el desempleo y la pobreza, pero sobre todo frente a la falta de oportunidades. Sin embargo, un acierto ha tenido esta guerra de declaraciones insulsas y sin sustento económico: distraer a la opinión pública del otro gran tema que mantiene en vilo a la figura y gestión de Calderón: su fallida guerra contra el narcotráfico.
Porque si bien es cierto que los millones de muertos de este enfrentamiento con el crimen organizado le duelen a muchos mexicanos, la cartera y la pobreza le duelen a muchos más. Así, tal vez Cordero sepa que no llegará a la Presidencia de la República pero, una vez más, está siendo leal con su amigo el presidente.
Junto con el Banco de México, la Secretaría de Hacienda había recibido, hasta hace algunos años, el reconocimiento de analistas internacionales sobre su imparcialidad en el manejo de información económica. Si bien en este espacio hemos documentado casos de corrupción y falta de transparencia al interior de la dependencia como el caso de ISOSA y el manejo privado del Derecho de Trámite Aduanero, también es un hecho que en la prensa y entre los círculos de analistas y consultores se había reconocido la distancia que los titulares de esa dependencia habían mantenido de las causas políticas de Los Pinos.
Vicente Fox nombró, por ejemplo, a Francisco Gil Díaz en la SHCP, quien a pesar de haber trabajando en la misma dependencia con gobiernos priistas, decidió aceptar y encabezar el blindaje del primer gobierno panista. Se temía que al llegar el PAN al Poder Ejecutivo no contaran con los cuadros adecuados para manejar una dependencia clave para cualquier administración, por eso se recurrió a un priista.
A Gil Díaz – quien administró los excedentes petroleros por más de 100 mil millones de dólares – se le debe reconocer que no operó políticamente a favor del gobierno de Vicente Fox. Es decir, nunca se prestó a emitir declaraciones para ensalzar logros de la gestión foxista, aunque en realidad no hubo uno solo. Fue parte de la estrategia de un hombre como Gil Díaz que sólo sigue sus propios intereses más allá de cualquier partido político.
En cualquier caso, la SHCP se había mantenido al margen de batallas políticas. Vaya, ni siquiera la distribución de las partidas federales para los estados se politizó, a pesar de que fue precisamente en ese sexenio cuando se generó una verdadera guerra por los recursos excedentes del petróleo.
Carstens, favores y concesiones
Cuando llegó Felipe Calderón al gobierno federal, los panistas sabían que necesitaban otro tecnócrata como Gil Díaz para eliminar el proceso de incertidumbre y enviar a los mercados un mensaje de continuidad. Fue entonces que llegó desde Washington Agustín Carstens, quien en ese momento construía una carrera en el Fondo Monetario Internacional.
¿Qué le ofreció Calderón a Carstens para aceptar dicha cartera? Se dijo, entonces, que fue la gubernatura del Banco de México y así se cumplió. Antes, sin embargo, Carstens hizo valer su posición como titular de Hacienda y no fueron pocos los escarceos que se presentaron entre el secretario y el presidente de la República. Cartens fue propuesto por Calderón ante la Cámara de Senadores para encabezar la Junta de Gobierno del Banco de México.
Al llegar, Carstens se mantuvo al margen de las causas políticas de Calderón y se dedicó a advertir sobre las amenazas a las que se enfrenta la economía mexicana y la conocida dependencia de la economía estadounidense. Entre las buenas notas de Carstens como gobernador se encuentra la mayor vigilancia a la banca extranjera para atemperar el abuso que realizan en el mercado mexicano.
No obstante, el escándalo sexual del exdirector gerente de Dominique Strauss-Kahn aceleró los planes para Agustín Carstens, quien fue nominado por México para ocupar una de las posiciones más influyentes entre los organismos financieros multilaterales. En el FMI, simplemente, se deciden muchas de las políticas económicas que deben seguir aquellos países que se ven en la necesidad de utilizar sus fondos para evitar crisis sistémicas.
En el caso de México, desde Hacienda Carstens se adelantó a negociar a nombre de México líneas de créditos por casi 80 mil millones de dólares, lo que ahuyentó a las voces críticas respecto a la endeble situación económica del país.
Hank, Salazar, pan y circo
Inevitable observar las últimas detenciones de un exalcalde priista y un exgobernador surgido de la alianza PAN-PRD, como un fenómeno que involucra intrigas políticas, revanchas, advertencias, amenazas, corrupción y juego electoral.
Primero fue detenido y procesado el zar del juego Jorge Hank Rhon, acusado solamente de acopio de armas de uso exclusivo del Ejército, en espera de que en las próximas semanas las autoridades ministeriales le puedan fincar otros delitos graves relacionados con la salud y delincuencia organizada.
Días después, el exgobernador chiapaneco Pablo Salazar Mendiguchía fue capturado por delitos graves como peculado, abuso de autoridad, asociación delictuosa y fraude a las arcas públicas del estado de Chiapas.
Sin duda alguna en los próximos días, cuando estén más cerca los procesos electorales para elegir gobernador y presidente de la República, veremos más detenciones y acusaciones ante el Ministerio Público, en donde los contendientes políticos, muchos de ellos de los mismos partidos, arremeterán en contra de sus oponentes con todo lo que puedan.
Mientras eso ocurre en un escenario de disputas políticas, en donde los mexicanos estaremos extasiados con pan, circo y futbol, la detención del exmandatario chiapaneco, que se dio precisamente en momentos de conmemorar las libertades de prensa y expresión, llama la atención porque durante su gobierno arremetió duramente en contra de la prensa y de los periodistas, así como en contra de todo aquello que oliera a democracia.
Aún recuerdo la feroz persecución que Salazar Mendiguchía hizo en contra de Conrado de la Cruz, dueño y director del diario Cuarto Poder, uno de los periódicos más importantes en Chiapas, y de su hijo a quien metió en prisión. Para evitar su captura, Conrado huyó al extranjero y durante los seis años de gobierno, Salazar hostigó a periodistas y asfixió económicamente la administración periódico, pero nunca logró su quiebra y hasta la fecha Cuarto Poder se sigue publicando.
Otras acciones del exgobernador ahora preso, fueron modificar las leyes para endurecer las penas en contra de reporteros y columnistas. De lo que se trataba era de callar voces críticas a su gobierno y evitar cualquier investigación periodística en su contra.
Por eso llama la atención que sea un gobierno nacido también de una alianza de partidos de oposición al PRI, el que haya realizado las indagatorias judiciales correspondientes y con pruebas documentales apresado a quien se manejó como un gobernante autoritario, déspota, arrogante, prepotente y, de ser ciertas las acusaciones del gobierno, corrupto. Ahora sabe Salazar qué se siente ser perseguido.
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