por Anabel Hernández, Icela Lagunas y Gustavo Aréchiga en Reporte Indigo
¿Qué pensaría si supiera que la guerra emprendida por el gobierno contra el narcotráfico y el secuestro tiene mucho de show y fuegos artificiales? ¿Qué pensaría si supiera que la gran mayoría de los miles de presuntos narcotraficantes que la Secretaría de Seguridad Pública Federal, el Ejército y la PGR presumen haber atrapado, están de nuevo en la calle? ¿Cómo se sentiría al saber que, pese a los anuncios radiofónicos y televisivos que hablan del éxito en el combate al secuestro,
México vive su peor época de violencia desde hace 30 años?
El 78 por ciento de los presuntos narcotraficantes fueron puestos en libertad. Sólo 22 por ciento de los detenidos han sido consignados. Y de éstos, nada más el 13 por ciento ha sido sentenciado. Así lo revelan cifras proporcionadas por la PGR a reporte Índigo en respuesta a una solicitud de información –hecha con base en la Ley Federal de Transparencia– sobre los presuntos narcotraficantes detenidos, liberados,
consignados y sentenciados de 2006 a febrero de 2009. Los números rayan en lo ridículo.
Por ejemplo, en Guanajuato, territorio de Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo”, de los 32
mil 333 presuntos narcotraficantes detenidos, fueron consignados 3 mil 170. Ni siquiera la décima parte. Está también el caso de Baja California, tierra del Cártel de Tijuana. De los 44 mil 257 detenidos, 35 mil 527 fueron puestos en libertad. Las cifras desglosadas por entidad federativa derrumban el optimismo gubernamental. Y en el tema del secuestro, México no está mejor.
De acuerdo a información proporcionada por el Consejo Ciudadano para la Seguridad y
la Justicia Penal, A.C., para fines de este año se habrán denunciado mil 300 secuestros en todo el país. Esto significa 108 secuestros al mes, tres al día, uno cada ocho horas. Y eso sin contar a los cientos de víctimas que no presentan sus
denuncias por temor a las autoridades o a los plagiarios.
Tan sólo en Ciudad Juárez, de 38 secuestros denunciados en 2008, la cifra subió a
200 en lo que va de 2009. En esta edición, reporte Índigo presenta cifras y testimonios sobre la cruda realidad de los resultados de la guerra contra el narco
y el secuestro. El marcador dista mucho de ser favorable para las instituciones encargadas de brindar seguridad pública y justicia en México.
Si se ha fracasado en la consignación de los narcotraficantes, y el secuestro sigue ocurriendo en todos los rincones del país, entonces, ¿de qué se trata la famosa guerra que el gobierno federal ha convertido en su principal justificación de que sí está trabajando? ¿Es sólo un teatro de marionetas?
lunes, 7 de septiembre de 2009
La farsa
Alerta López Obrador contra "paquetazo fiscal"
Jóvenes sin escuela ni trabajo
Sara Lovera / Semlac en APIAVirtual
saralovera@yahoo.com.mx
El reto más grande para el sistema de educación mexicano en los próximos años será atender a la juventud que actualmente ni estudia ni trabaja y es presa fácil del crimen organizado.
Lo más grave es que la población de entre 15 y 18 años crecerá en los próximos cuatro años a un ritmo anual de 2.7 por ciento y habrá 666 mil jóvenes demandado un lugar en el bachillerato. Las mujeres son las que desertan más rápidamente y, al mismo tiempo, las que más aprovechan la educación superior, cuando logran quedarse.
Actualmente viven en México 10.7 millones de jóvenes de entre 15 y 18 años, de ellos 3.7 millones están en las escuelas preuniversitarias. El 40 por ciento de ese total no concluirá sus estudios, engrosando con ello las cifras de la desocupación, la apatía y/o la delincuencia.
Una multitud de información se ha hecho pública sobre este segmento de la población mexicana, a propósito de una reforma integral para la educación media superior que entrará en vigor el próximo agosto, en todas las escuelas públicas del país.
La reforma, decretada en 2008, es una respuesta a la caída de la productividad, el aumento de la delincuencia y la necesidad de dar alternativas a una juventud que, según una encuesta nacional sobre discriminación y violencia, se siente profundamente desencantada y, ocho de cada 10 de ellos, tristes.
Las aspiraciones de una nación es que sus jóvenes vayan a la escuela, sean eficientes y felices, sentenció en entrevista con Semlac Miguel Székely Pardo, subsecretario de Educación Media Superior, al reconocer que en México sólo tiene esa oportunidad menos de 60 por ciento de quienes están comprendidos en ese rango de edades.
Según la pedagogía moderna, entre los 15 y 18 años hombres y mujeres definen el horizonte de su vida, su vocación y el camino que han emprendido para su futuro, dijo a Semlac la especialista Virginia Illescas, del Colegio de la Frontera Norte.
Agregó que es en este segmento, precisamente, donde las oportunidades escasean en México, por lo que muchos jóvenes deciden dejar los estudios, buscar otros derroteros, como migrar, y reniegan del sistema. Si actualmente sólo tienen esa oportunidad menos de 60 por ciento de los más de cuatro millones de jóvenes de ese nivel etario, en los próximos cuatro años habrá 666 mil más que no podrán ingresar al bachillerato, pero tampoco a un empleo formal.
De acuerdo con la información del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), en los últimos dos años se han perdido más de 2 millones de empleos y la tasa de demanda de una ocupación es de 2 por ciento, sobre una población que asciende a 107.5 millones, según datos del 11 de julio último.
Es decir, otros 2 millones de personas están sin empleo permanentemente y, entre ellos, el segmento más grande corresponde al de las edades del bachillerato.
Por la pobreza y obligaciones de adultos que debe asumir, pese a su edad, el 58 por ciento de los jóvenes que ingresan al bachillerato, en el primer año deserta 78 por ciento, afirmó la investigadora Lorenza Villa Lever, en entrevista con Semlac.
Lo más grave es que muy pocos jóvenes de 15 a 18 años de edad dedican tiempo completo a los estudios. Un buen número, además de estudiar, trabaja y/o ayuda en los quehaceres domésticos, lo cual indica que de la escasa mitad que logra continuar hasta la universidad, más de la tercera parte no puede permitirse la posibilidad de ser alumno de tiempo completo.
El grupo de jóvenes que no sigue estudiando aduce como razones la poca motivación hacia el estudio (60.6 por ciento hombres y 54.3 por ciento mujeres); o la necesidad de trabajar para ayudar al sostenimiento familiar o propio (29.2 por ciento de hombres y 18.6 por ciento de mujeres). De acuerdo con los estudios que realizó sobre el bachillerato la maestra Villa Lever, investigadora de la Universidad Iberoamericana , el dique de ingreso a la educación preuniversitaria impide continuar y ha hecho que la escuela superior sea para unas cuantas personas y una forma de reafirmar la inequidad y la desigualdad en México.
Las cifras de la investigadora Villa Lever muestran que cuatro de cada 10 jóvenes entre 15 y 18 años no asisten a la escuela de nivel medio superior. En el país, 13 estados atienden a un porcentaje todavía menor y las diferencias entre ellos son muy grandes: Michoacán apenas atiende a 39.2 por ciento; Baja California Sur recibe a 69 por ciento; Distrito Federal, 84.9 por ciento. Un análisis de los datos oficiales y las proyecciones de la Secretaría de Educación Pública, indagadas por esta agencia, indica que a partir del próximo agosto entrará en vigor una reforma integral de la educación superior que intentará revertir el proceso de exclusión de los jóvenes de la escuela como una obligación del Estado y a reanimarlos para que permanezcan en las aulas. Pese a que en toda la historia de México nunca se han formado profesores con preparación pedagógica orientada específicamente al bachillerato, aproximadamente 240 mil dan clases a esos 3.7 millones de bachilleres, aunque no existe un censo confiable sobre el número de planteles, alumnado y profesorado de ese nivel educativo.
El proyecto civil Primera Plana para la Educación , que trabaja acercando a las y los periodistas al tema, sostiene en su carpeta de información que, además, 60 por ciento de los profesores de enseñanza preuniversitaria no ha terminado la licenciatura y no se sabe si tienen vocación para ello. Esto plantea que los jóvenes, de quienes hablan siempre las y los políticos, están varados, sin alternativa alguna.
La calidad
Otro reto que afronta este sistema educativo es la calidad de la educación. Según precisó a Semlac el delegado en la fronteriza Baja California, Víctor Garibay, México no podrá encarar la competencia global en productividad si no se garantiza una calidad educativa en el nivel preuniversitario que presione a los segmentos universitarios.
Para la investigadora Villa Lever, se necesita una verdadera voluntad política, que implica certificar a los profesores, mover de puestos a directores, enfrentar los sistemas sindicales arcaicos y asegurar mejores ingresos al personal.
En materia de calidad, sostiene, los mecanismos de selección de los alumnos son pobres y poco objetivos. Hay que señalar que los niveles de educación obligatoria sólo cubren 12 años: tres de preprimaria, seis de primaria y tres de secundaria, y todavía no acaba de asegurarse la cobertura para preprimaria.
En ninguno de estos niveles se prepara a los alumnos en habilidades para la vida, que son esenciales entre los 15 y 18 años, porque es ahí donde se tienen que enfrentar a la vida laboral y ya no dependen del cuidado de sus padres.
Los jóvenes sin habilidades no pueden tomar decisiones y tampoco conocer sus derechos. Los exámenes del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA por sus siglas en inglés) han demostrado que hasta un 75 por ciento de los estudiantes mexicanos de nivel básico no aprenden a leer ni escribir correctamente.
Se aprecia una gran heterogeneidad en la calidad del sector en México, comenta Villa Lever y afirma que, al constatar que son los estratos sociales más desfavorecidos los que tienen los resultados más bajos, “obliga a replantearnos todo el sistema”.
En lugar de analizar los resultados de pobreza-adquisición de conocimientos, se atiende acríticamente la demanda y no se forma al profesorado. Para esta especialista, el problema adicional al crecimiento de la población juvenil, a sus actitudes preocupantes, es el tema de la inequidad social y de género, que no permite contar con una educación para todas y todos, y de calidad.
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El Ejército en peligro
Víctor M. Quintana S. en APIAVirtual.
El Ejército Mexicano está siendo derrotado en Chihuahua. No sólo por el crimen organizado, también por él mismo. A 16 meses de haber comenzado el Operativo Conjunto Chihuahua, la gente se pregunta para qué están aquí los soldados si la delincuencia se ha disparado en todos los órdenes, y muchos mandos y tropa sistemáticamente violan los derechos humanos.
En los primeros siete meses de 2009 el número de ejecutados en todo el estado de Chihuahua fue de mil 626, le siguió Sinaloa con 564. Incluso si se restaran las poco más de mil ejecuciones que hubo los primeros siete meses del año en Ciudad Juárez, el resto del estado de Chihuahua seguiría a la cabeza en esta macabra estadística. Ahora bien, el número de ejecuciones de enero a julio de 2009 superó en 103 por ciento a las habidas en el mismo lapso de 2008, cuando apenas comenzaba el Operativo Conjunto.
En Ciudad Juárez los primeros siete meses del año pasado hubo 688 ejecuciones mientras en los mismos meses de este año, mil 25: las cifras del fracaso. La presencia militar, incluso reforzada, no ha podido disminuir el número de ejecuciones en este estado norteño, sino que las ha incrementado. Como también han aumentado las de secuestros, robo de vehículos, extorsiones y violaciones.
No sólo es la ineficacia en lo policiaco-militar lo que molesta a la población. Es también el desprecio sistemático de las fuerzas castrenses por el estado de derecho. Lo dijo desde el comienzo del operativo el comandante de la región militar: el marro será mi orden de cateo. En 16 meses se han denunciado ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos 592 quejas contra militares. Ha habido también varios asesinatos, como el de tres personas en el retén de Casa Colorada, municipio de Cuauhtémoc, en junio de 2008, o el de una mujer embarazada que fue acribillada en un retén del municipio de Aldama.
Más todavía: al contrario de lo que señala la Constitución, en la mayoría de los operativos los militares no acuden subordinados a la autoridad civil, acompañando a un agente del Ministerio Público Federal. Tampoco informan de los operativos ni de sus resultados. La opacidad es su modo ordinario de actuar: a pesar de un acuerdo unánime del Congreso del estado para concertar una entrevista con el comandante de la quinta Zona Militar y cabeza del Operativo Conjunto Chihuahua no se ha logrado siquiera que éste responda la llamada de la presidencia del Congreso.
Impunidad uniformada: ni el más de medio millar de denuncias formales ni la multiplicación de levantones, torturas, desapariciones, allanamientos de morada, dizque para buscar armas, robos de despensa, etcétera, han conducido hasta ahora a la detención y procesamiento de algún militar siquiera. Los organismos de derechos humanos –la comisión estatal, pues la nacional está ausente para fines prácticos– reciben las quejas, la Procuraduría General de la República recibe las denuncias, pero todo se pierde en el inmenso hoyo negro del fuero militar.
A este paso, el Ejército va a una segura derrota y no sólo militar, también en su imagen y en su presencia moral en la República. Lo que no lograron los estadunidenses en el 47 ni la intervención francesa ni la expedición punitiva de 1914 lo pueden lograr la testarudez de Calderón y obcecamiento de los jefes militares: precipitar a nuestras fuerzas armadas en el desprestigio y rechazo de la ciudadanía.
A no ser que… haya otra hipótesis para leer lo que ocurre en Juárez y en todo Chihuahua. Habría algunos fundamentos para hacerlo: el desproporcionado número de ejecuciones que acá se da, así como el hecho de que el Operativo Conjunto no haya logrado cuando menos contener la delincuencia, como en Baja California y Tamaulipas. Esto puede revelar que en esta frontera no se estaría librando una guerra local contra la delincuencia, sino un primer y ejemplar episodio de una guerra global. Un experimento conducido por los poderes económicos y políticos trasnacionales para combatir a quienes no se ciñen o incluso desafíen el modo de acumulación global: los cárteles de la droga y todo su sistema de acumulación con base en las ganancias del crimen. Una batalla para obligarlos a que se exterminen o exterminarlos mediante grupos paramilitares. Guerra global que, en este caso, implicaría limpiar el espacio de delincuentes y de adictos. Pero llevaría también implícito el control del territorio y la siembra del terror ante eventuales estallidos sociales.
Si es esto segundo, ya no sería la derrota. Sería el fin del Ejército Mexicano.
Pensar el modelo económico
Francisco Velasco Zapata en APIAVirtual.
El modelo económico neoliberal que ha llevado a México -y a muchas economías “pre capitalistas”, periféricas y subdesarrolladas denominadas emergentes- a que se amplíe dramáticamente la base de la pirámide social no está agotado. Quienes ya no aguantamos más injusticia social somos todos aquellos que conformamos poco más del 85% de la población del país. Los que hemos padecido en carne propia la injusticia de la nula distribución de la riqueza que genera México - saqueada infamemente por más de quinientos años -; aquellos que trabajan el campo para que todos pero, fundamentalmente, los de las ciudades comamos; aquellos que dejan sus vidas en las fábricas por uno o tres miserables salarios mínimos; aquellos que hemos tenido la oportunidad de prepararnos en las universidades públicas, privadas y a pesar de todo, de tener título, diplomados o postgrados no encontramos oportunidades de empleo, sobre todo empleo bien pagado; aquellos que no aguantaron más el hambre de justicia y que terminaron indebidamente delinquiendo; aquellos que lamentablemente hemos sufrido los estragos de la delincuencia por robo, secuestro, extorsión, corrupción, etc., etc.; aquellos que por sus capacidades diferentes no sólo han tenido que enfrentar el problema de su incorporación a una sociedad injusta donde el machismo, la misoginia, el racismo y los prejuicios de clase impiden oportunidades a quien más las necesita. En síntesis, la gran mayoría de los mexicanos hemos agotado nuestra paciencia, no obstante que el modelo económico neoliberal quiera seguir siendo operado.
Por eso es que urge pensar el modelo económico. Pensarlo primero, luego exponerlo, debatirlo, en su momento aprobarlo y posteriormente ponerlo en marcha. La LXI Legislatura Federal -actualmente con 499 diputados- y 128 senadores de la república y, en general, todos los actores políticos de los tres niveles de gobierno del país, en concordancia con la sociedad civil tenemos el más caro compromiso con nuestra generación y la de aquellos que vivan de aquí a por lo menos los próximos cincuenta años para arreglar el muladar económico que nos está heredando el neoliberalismo. No podemos, ni debemos solamente ¡dejar hacer, dejar pasar!
Las amargas experiencias de las dos guerras mundiales del siglo XX nos alertan que el desempleo puede ser el más grave detonante de un conflicto social y la paz social no está para exponerla irresponsablemente en subasta. Es como el aire que respiramos, apenas unos segundos después de no tenerlo para respirar, su ausencia, se puede transformar en la diferencia entre la vida y la muerte. Así es también la paz social; hay paz social, concordia o acuerdo o en menos de lo que canta un gallo el conflicto social. A nadie en su sano juicio le conviene que eso ocurra, por lo cual es imperante que quienes momentáneamente tienen la conducción del país lo asimilen y rápido generen soluciones. Si al desempleo le sigue el hambre los riesgos son más graves porque entonces deviene inexorablemente el conflicto o como ahora refieren algunos analistas: el estallido social, el riesgo de que la población más desfavorecida enardecida por la injusticia tome las calles e imponga la ley de la selva, la del más fuerte, la del canibalismo.
Urge que los “tecno burócratas” insensibles lo entiendan. Su tiempo, más no el de su modelo económico -que reciclan y perfeccionan cada vez que lo necesitan- está agotado, no obstante que su paso por el mando del país va a cumplir tres décadas en México. Tiempo en el que no fueron capaces de resolver los problemas del país -ni siquiera los más sencillos-; no lograron que la economía crezca, pero sus fortunas personales y familiares son inconfesables, algunas se publican en la revista “Forbes”; fueron incapaces de generar empleos suficientes y bien pagados; fueron abusivos y leoninos en la distribución de la riqueza: se la quedaron toda; ni siquiera lograron implantar un gobierno que ejerciera el poder con legitimidad y habilidad para conducir el gobierno que hoy se desagarra en los más complicados problemas contra el crimen organizado, que opera cárceles saturadas; que se encuentra infiltrado por todo tipo de espías o bandas delictivas.
No hay que confundirse, pues, no se trata de un asunto de personas dentro o fuera del régimen o de los tres niveles de gobierno. Eso es lo de menos, porque al final de cuentas casi todos -los encargados de los distintos despachos estratégicos del gobierno- terminan enriqueciendo o a las órdenes de los barones del dinero, toda vez que cualquiera que umbilicalmente esté subordinado a la lógica de las políticas económicas de gobierno basadas en la exclusividad de la economía de mercado, con orientación neoclásica, monetarista y a la descentralización del control de la economía jamás entenderá -por más que se lo expliquen o lo viva en carne propia- que el Estado, aunque no les guste, es una necesidad y un instrumento para poner en práctica programas de desarrollo social a los que la iniciativa privada no asistiría ni por asomo, excepto sin pudiera deducir impuestos o tener ganancias. Por lo tanto urge pensar y modificar el actual modelo económico. ¿Y usted, cómo la ve?
Politólogo. Presidente de Parlamento Ciudadano A. C., Agradezco sus comentarios a: comunicacionsocial_pacem@yahoo.com.mx