Fuente: La Jornada de Veracruz
En alguna ocasión tuve la ocurrencia de plantear la posibilidad de que en México podría ocurrir algún evento que sacudiera a la sociedad mexicana en 2010, atendiendo a la idea de que algunos fenómenos sociales son recurrentes cíclicamente.
También porque seguramente influyó en mí ver aquel mural de vinilita-concreto que en el muro norte de la Torre de Rectoría de la UNAM dejó para la posteridad David Alfaro Siqueiros. Las primeras veces en calidad de estudiante y posteriormente al acudir cotidianamente al séptimo piso de la torre como empleado de la Dirección General de Profesorado y con la encomienda de colaborar en el inicio del Centro de Didáctica de la UNAM.
El mural de referencia, conocido como Las fechas en la historia de México o el Derecho a la Cultura es una escultopintura que presenta un brazo con dos manos entrelazadas, en un empeño de asir algo, una tercera en relieve muestra un lápiz que apunta hacia un libro abierto en cuyas páginas aparecen escritas algunas de las fechas más importantes de la historia mexicana, 1520 la conquista española, l810 la independencia, 1857 la constitución liberal, 1910 la revolución y en la parte inferior agrega 19??, que simboliza expectativas para el futuro. El brazo con las manos entrelazadas representa el esfuerzo del pueblo a lo largo de la historia mexicana para alcanzar una cultura popular.
Esa idea que yo presenté someramente en algún artículo y tal vez en alguna clase impartida, la he encontrado desarrollada magistralmente por el doctor Carlos Antonio Aguirre Rojas, Investigador de la UNAM, por eso me tomaré la libertad de referir sus argumentaciones al respecto, para compartirlas con nuestros lectores.
Entendamos el proceso histórico como la rica combinación dialéctica entre elementos reiterados que aparecen tenazmente en distintas circunstancias y coyunturas históricas, así como aquellos otros, realmente únicos, singulares e irrepetibles.
En el caso de México encontramos a causa de las Reformas Borbónicas y cien años después con las Políticas Porfiristas, procesos de modernización económica que reconfiguraron sustantivamente la estructura imperante en aquellos momentos, que produjeron modificaciones importantes en la conformación de clases, también propiciaron la formación de nuevos actores políticos y reacomodo de los existentes, todo esto aparejado al desarrollo de transformaciones culturales relevantes. Algo similar ha ocurrido en estos tiempos, cuando las políticas neoliberales implantadas desde 1982 han desencadenado cambios económicos rápidos y profundos, que han rehecho la pirámide social y causado cambios políticos y culturales.
Ahora como en 1810 y 1910 existen sectores económicos importantes de las clases sociales dominantes que no están nada contentos con el gobierno y el Estado actual, que no ven reflejados sus intereses ni sus demandas y que por lo mismo desean hacer valer su presencia de una forma más clara y contundente.
En 1810 existió cerrazón de la Corona Española, en 1910 hubo una anquilosada y excluyente estructura del poder porfirista, ahora, en 2008, un impositivo autismo del gobierno de Calderón ante reclamos populares, así como de algunos sectores de estratos medios y de ciertas fracciones de las clases dominantes.
Tanto en 1810 como en 1910 y en la actualidad existe una clara ofensiva generalizada, masiva y anormal en términos de evolución histórica previa, tanto del Estado como de las clases dominantes, en contra de los intereses, bienes y propiedades de las amplias masas populares y de vastos sectores medios, limitando su autonomía y agotando los precarios equilibrios de la vida cotidiana.
Las Reformas Borbónicas fueron el último intento de la Corona Española por recuperar el control de la Nueva España. Frente al florecimiento de mercados locales y regionales en el siglo XVII y primera mitad del XVIII, que incentivaron el desarrollo de poderes y autonomías locales de todo tipo, se armó un operativo que intentó regular, reordenar y someter a un nuevo control a todos los sectores, espacios, clases y grupos sociales de la Nueva España. También hubo una ofensiva a las clases populares, a quienes acosó con viejos y nuevos tributos e impuestos, recortó espacios de autonomía comunal, de libertad política y de reafirmación cultural.
El Porfiriato se distinguió por ser un periodo intenso de expropiaciones y despojo de tierras comunales de los campesinos, así se generó pérdida de tierra y de recursos productivos, aparte del ataque y degradación de las autonomías populares y de los hábitos y costumbres cotidianos.
En la actualidad vivimos un proceso que en los últimos 20 ó 25 años ha despojado a los campesinos de sus tierras, apoyándose en la reforma salinista de 1992, mediante los perversos programas del Procede. Al mismo tiempo se vulnera la economía popular con impuestos del IVA y la amenaza de su extensión a medicinas y alimentos. Se recortan los limitados espacios de autonomía popular, criminalizando toda forma de protesta social y retando al pueblo con la injusta, escandalosa y oprobiosa actitud de impunidad hacia los casos de Atenco y Oaxaca.
En 1810 y 1910, las intensas y anormales ofensivas sostenidas por varios lustros en contra de las clases populares abonaron los grandes estallidos sociales de principios de los siglos XIX y XX, similarmente la agresiva ofensiva neoliberal que padecemos desde 1982 parece encaminarnos directamente hacia un escenario que reeditará, por tercera vez, la abierta y masiva irrupción revolucionaria del descontento popular.
Como a finales de los siglos XVIII y XIX, también hoy vivimos una crisis económica general de grandes dimensiones que se presenta como aguda en el sector agrícola y en las ramas más dinámicas de nuestra economía –anteayer en la minería, ayer en la minería y en la incipiente industria textil, ahora en los sectores de punta de la industria manufacturera– obviamente todo ello manifestado con una clara y sensible baja del poder adquisitivo del salario real.
En 1810 se expresó como un incremento de la migración interna dentro de la zona central de México y antes de 1910 desde el centro del país hacia el norte de la República, hoy como una caudalosa migración masiva de mexicanos hacia EU.
Dicha migración alcanza en promedio la cifra de medio millón de emigrados anualmente, lo que ha constituido una válvula de escape de las crecientes tensiones sociales y de la angustia ante la desmedida baja del salario real. Este escenario, al parecer, está llegando a un “punto de saturación” en el funcionamiento de la economía estadounidense.
Del mismo modo que la crisis minera y su efecto en la economía estadounidense de 1907, pudieron considerarse elementos agregados al conjunto de factores desencadenantes de un 1910, así la actual crisis hipotecaria que repercute en la economía estadounidense y la crisis del flujo migratorio mexicano hacia EU podrían agregarse al proceso catalizador de un 2010 histórico.
Como dato curioso puede mencionarse que entre 1808 y 1811 en los tiempos de la Colonia y en el Porfiriato desde 1907 hasta 1911, hubo una alza desmedida de los precios del maíz. Ahora nos encontramos ante un reciente incremento de 40 por ciento del precio de la tortilla, elemento central de la alimentación popular mexicana.
De manera similar advertimos una profunda y clara fractura entre las clases dominantes. En un momento dado, durante las Reformas Borbónicas se separaron los españoles fieles a la Corona frente a los criollos independentistas. En el Porfiriato los hacendados conservadores y la burguesía comercial fieles a la dictadura frente a los hacendados más capitalistas y avanzados del norte de la República. Hoy, época de un neoliberalismo salvaje, se enfrentan los sectores de la burguesía entreguista y transnacional, contra el sector de la burguesía nacional que vive y prospera a partir del desarrollo del mercado interno nacional.
Cuando “los de arriba ya no pueden gobernar” al modo antiguo, urgen cambios sociales radicales de gran envergadura, por eso los “sectores de oposición” se exhiben como tibios, vacilantes y poco confiables, por lo cual en ese momento los radicales cambios sociales requeridos no podrán lograrse mirando e implorando hacia arriba y a la derecha, sino más bien buscando apoyo hacia abajo y a la izquierda. Cuando los de arriba ya no pueden y los de abajo ya no quieren vivir al modo antiguo, el claro resultado es una revolución social.
En vísperas de 1810, el poder novohispano se debilitó enormemente, y recibió el golpe de gracia con la invasión napoleónica a España, lo que dejó sin sustento alguno al virrey.
El gobierno porfirista se debilitó a pasos acelerados tras la entrevista Díaz-Creelman, cuando culminó el desgaste completo de sus bases de legitimidad social y abrió la puerta a la impugnación maderista.
El escenario mexicano actual ha vivido una sostenida erosión del consenso ciudadano durante los tres últimos gobiernos priístas, acelerado grandemente este proceso por el gobierno de Vicente Fox, quien indujo inmoralmente desde la presidencia de la República el escandaloso fraude electoral del 2 de julio de 2006.
Otra similitud, en 1810 surgió y se incrementó el clamor independentista entre criollos y sectores populares, en 1910 proliferaron los Círculos Liberales y las células magonistas del Partido Liberal Mexicano, ahora, crece día a día el importante movimiento de “ La Otra Campaña, La Otra Política y La Otra Democracia”.
Advertencia: Ese 2010 histórico tal vez no coincida con el 2010 cronológico, pero pudiera ser un 2011, 2012 ó 2017 . La historia lo dirá.