Hoy se cumplen nueve años del
asesinato del Comandante Insurgente Ramiro del ERPI, perpetrado por
paramilitares financiados por el cacique Rogaciano Alba Álvarez y dirigidos por
Cayetano Alvarado Palacios, alias “El Cuche Blanco”, en una cobarde emboscada
con rifle en ráfaga.
Nosotros, el TADECO, en nuestra
calidad de adherentes a La Sexta Declaración de la Selva Lacandona, desde nuestra
modesta trinchera de lucha civil y pacífica, desde abajo y a la izquierda y con
toda nuestra digna rabia, reafirmamos que los asesinos de Ramiro son los grupos
de poder económico y político que desde el Estado, los partidos políticos y los
cárteles del narco, mantienen a nuestro pueblo sometido, atemorizado y sumido
en la pobreza a través de los grupos policiacos, militares y paramilitares, que
persiguen, desaparecen, asesinan y agravian a la gente del pueblo en las
ciudades, pueblos y comunidades.
Ahora, al paso de nueve años y
con todo en contra, seguimos recordando su memoria en esta tumba que se ha
construido con el esfuerzo de muchos compañeros, rindiendo un sencillo homenaje
a este joven revolucionario que con el corazón en la mano y lleno de sus
mejores ideales en la conciencia, fue capaz de ofrendar su vida por nuestro
pueblo, por darle una vida digna y por construir un mundo mejor. Como lo hemos
dicho El Comandante Ramiro, con escasos estudios académicos, legó a nuestro
pueblo, mejores y mayores enseñanzas que los políticos inflados por voluminosos
y espurios currículums diseñados para escalar los corruptos escaños del poder
político, tan alejados de la realidad popular.
Como en años anteriores estuvimos
el día de hoy 4 de noviembre, de manera humilde y sencilla en su tumba,
reivindicándolo no porque pretendamos hacer una exaltación de la lucha armada,
nosotros luchamos por la vida y no por la muerte, luchamos por una vida digna y
por los derechos humanos como herramientas para el cambio social y la
construcción de una nueva sociedad; estamos aquí porque tenemos el corazón bien
puesto: abajo y a la izquierda y desde ahí nos identificamos con las causas que
motivaron la lucha del Comandante Ramiro.
El Comandante Ramiro, con sus
defectos y sus virtudes, con sus aciertos y sus desaciertos, como humano que
fue pues, representa el ideal de la lucha de miles de guerrerenses y millones
de mexicanos por construir la organización del pueblo desde abajo y a la
izquierda, por destruir el Estado capitalista y neoliberal, por construir una
nueva sociedad con gobiernos que manden obedeciendo al pueblo.
El Comandante Ramiro luchaba
contra el despojo, la explotación, la represión y el desprecio que son el signo
de la política antipopular del Estado Neoliberal; no quería cambiar de
gobierno, quería cambiar el sistema. El Comandante Ramiro es y debe ser un
modelo a seguir para la juventud mexicana, un ejemplo del Hombre Nuevo que
lucha por sus ideales. El Comandante Ramiro es la imagen del auténtico luchador
social que incomoda a los poderes fácticos y formales porque enarbola antes que
cualquier otra, un arma poderosa: la verdad
La lucha del Comandante Ramiro,
dio esperanza, perspectiva de futuro e iluminó la oscuridad de pobreza,
marginación y exclusión en que viven miles de guerrerenses en La Sierra, La
Montaña y los barrios pobres de las zonas urbanas de la entidad. Orientó la autodefensa
y la lucha autogestiva de muchos pueblos por darse seguridad, defender sus
recursos naturales y abrir oportunidades de trabajo, salud, educación y
cultura, por defenderse del sistema pues, de su Estado, de sus fuerzas
represivas, de sus caciques y paramilitares.
A nuestra forma y modo seguimos y
seguiremos luchando por liberar al Comandante Ramiro del olvido y por aliviar
su ausencia para convertirla en ánimos de lucha. En éste sentido, desde hace 9
años nos comprometimos a reivindicar al Comandante Ramiro, a darle una tumba
digna y a enaltecer su imagen, como uno de los mejores hijos del pueblo que es
y será eternamente.
Rememorando hoy al Comandante
Ramiro, lo nombramos con toda nuestra digna rabia y al hacerlo, al decir su
nombre, no dejaremos que muera por el olvido, lo traemos de nuevo, armamos el
rompecabezas de su vida de lucha y reafirmamos que, acá abajo, una muerte es
sobre todo una vida.