Aristegui. Entrevista a Carlos Antonio Lozada, Comandante de
las FARC. Julio de 2016. Transmitida por CNN en Español.
miércoles, 5 de octubre de 2016
10º comunicado conjunto FPMR - MIR-EGP
GUERRA, PAZ Y RESISTENCIA ARMADA
El acuerdo definitivo e
irreversible que han firmado las Farc para dejar las armas -las que se fundirán
en tres monumentos a construir en EEUU, Cuba y Colombia- y legalizarse como
fuerza política electoral, constituye para el establecimiento oligarca el acontecimiento
político que faltaba en este lado del mundo para sellar el fin de la "era
comunista y la lucha armada".
En nuestra opinión los acuerdos
alcanzados entre las Farc y el gobierno de Santos no constituyen ningún avance
ni aporte en la lucha de resistencia popular y anticapitalista que despliega
con decisión y masividad el pueblo pobre colombiano, los pueblos originarios y
afrodescendientes del territorio.
Las bases fundamentales y
estratégicas del Estado de control y represión institucional y paramilitar, el
modelo político y económico neoliberal, los privilegios de las clases
dominantes, el poder político-económico de las FFAA y los intereses del capital
transnacional quedan intactos e inmunes.
Este no es el primer acuerdo de
un gobierno colombiano con una guerrilla del país, aunque sin duda es el más
importante y mediático hasta ahora.
El año 90 se firmó la paz con el
M19 y se acordó una Asamblea Constituyente como coronación del acuerdo. Se armó
la Asamblea Constituyente, se reformó la Constitución y la guerra del Estado
contra el pueblo continuó con la represión brutal de siempre.
Antes, en el año 1985, las Farc
acordaron con el gobierno una tregua y lanzaron una campaña política a través
de la Unión Patriótica, cuyo resultado fue la masacre de aquella organización
identificada con las Farc, con el saldo de 3500 militantes asesinados por las
fuerzas oscuras de la oligarquía y el Estado colombiano.
A finales de los 90 las Farc
acuerdan otra tregua con el gobierno de turno y se concentran por tres años en
una zona de distensión llamada El Caguán, mientras los desplazamientos forzados
de la población y las operaciones militares contrainsurgentes no cesaban en los
campos y ciudades de Colombia.
Un Estado con un parlamento en
donde el tercio de sus diputados están investigados por su relación con el
narcotráfico y el paramilitarismo. Más de 6 millones de desplazados forzados
por la guerra contra el pueblo.
Las principales ciudades del país
bajo el control territorial de las bandas paramilitares "desmovilizadas",
que manejan y controlan todo tipo de tráfico, extorsiones, sicariato y la
vigilancia total a la población civil de las zonas populares.
Los bombardeos con toneladas de
explosivos para “dar de baja” guerrilleros. Las operaciones de los escuadrones
paramilitares que asesinan a dirigentes y luchadores populares, violan mujeres
y torturan hasta la muerte frente de sus familias y comunidades. Los crímenes
perpetrados por militares fomentados por leyes que premian con condecoración,
dinero y vacaciones el asesinato. Más de seis mil civiles asesinados en estos
años fueron presentados ante la opinión pública como guerrilleros abatidos en
combate, en los llamados falsos positivos, donde ningún alto mando ha sido
condenado hasta hoy.
La institucionalización del
despojo territorial de las comunidades campesinas y pueblos originarios. Las
detenciones, controles policiales y vejaciones masivas que pretenden acallar la
movilización popular, los paros agrarios y las protestas sectoriales.
Recompensas de millones de
dólares por dirigentes guerrilleros vivos o muertos. El caso de Iván Ríos de
las Farc es simbólico. La traición por dinero es un acto miserable que sólo
amerita justicia.
Método de Estado que otros
fascistas del continente, como el gobernador de Neuquén, Argentina, implementó
contra dos militantes de nuestras organizaciones -poniendo precio a su captura
vivos o muertos- motivado por su odio de clase contra los luchadores del
pueblo.
Esta es la realidad que deja de
manifiesto por qué la "paz estable y duradera" va mucho más allá de
los acuerdos firmados entre las Farc y el gobierno y no será posible en la
actual Colombia, ya que se impuso la impunidad al genocidio que no cesa, en
descarada complicidad con toda la institucionalidad del Estado paramilitarizado
y la venia del poder político y económico transnacional.
En nuestra visión, creemos
también que la paz no llegará sólo por desmovilizaciones de alguna guerrilla,
por muy grande y bien armada que esté. El fondo del conflicto armado es
responsabilidad del Estado colombiano y de las injusticias profundas que las
estructuras del capitalismo generan en el pueblo pobre y que lo obligan a la
resistencia en todas sus formas.
La insurgencia armada forma parte
de un proceso construido por la resistencia social y el derecho del pueblo a
defenderse, rebelarse y armarse ante la opresión y barbarie de la oligarquía y
su Estado policial, que lo único que han hecho estas últimas décadas es fortalecer
su aparato militar contrainsurgente y represivo.
El capitalismo depredador con sus
políticas neoliberales, el despojo en todas sus formas y esta guerra
contrainsurgente del Estado, asesorado directamente por el imperio
norteamericano, son los grandes y principales responsables de que la paz no sea
posible ni una realidad para el pueblo colombiano, sino una vez más una mera
declaración de principios y acuerdos entre partes en conflicto.
En definitiva, con este acuerdo
no gana el pueblo colombiano, sino que gana el gobierno de la oligarquía
financiera y fundamentalmente los grandes intereses de la gran minería
transnacional.
El saqueo extractivista es lo que
se viene en los territorios que eran controlados por las Farc. Entre otros, el
gran macizo colombiano, de donde se nutren los ríos más importantes del país y
de donde se origina el abastecimiento del 70 por ciento del agua del territorio
nacional, será la gran víctima de esta maquinaria salvaje y depredadora de la
minería en pos de sus ganancias astronómicas.
Este es el verdadero y gran
objetivo de la paz para el gobierno de Santos y sus intereses de clase. Lo que
pase con el plebiscito por la paz, la extradición a EEUU y los curules
garantizados por el gobierno a las Farc no cambiará lo vital de lo pactado para
el capital y sus transnacionales del saqueo.
Sobre las Farc, respetando el
derecho que tienen como organización política de escoger sus propios caminos de
lucha, pensamos que apostar todo al marco legal e institucional propio de un
capitalismo y una modernidad en profunda e irreversible crisis es en la
realidad continental un camino que no aporta a una solución estructural sobre
el sistema ni el modelo social del capital; más bien es un camino que no da
margen alguno a una revolución profunda y libertaria.
La historia lo dirá, pero ojalá
no les pase lo que le pasó al Partido Comunista chileno que tras reincorporarse
a la institucionalidad les ha tocado negociar una y otra vez en el parlamento
leyes antipopulares y represivas, desmovilizando también un acumulado de luchas
y actores sociales.
Todo este proceso ocurre en medio
de una negociación de alto nivel geopolítico, donde intereses de los estados
cubano y norteamericano, e incluso de Israel, han jugado un rol importante para
determinar la agenda y los acuerdos definitivos.
La Cuba de hoy no es aquella de
los años sesenta y setenta, que apoyó con generosidad y solidaridad la lucha
armada en el continente; sin duda las dificultades que ha debido enfrentar les
dan el derecho a ejercer su actual pragmatismo en política internacional. Pero
entonces, de igual manera, toda organización en lucha es autónoma y soberana de
tomar las decisiones y caminos que estime más convenientes para su pueblo.
Es así como hoy queremos
destacar, apoyar y solidarizar con la decisión asumida por el Ejército de
Liberación Nacional de Colombia, ELN, al no aceptar ni sumarse a los acuerdos y
condiciones propuestas por las Farc y el gobierno de Santos.
Su decisión estratégica es
continuar la lucha en todas sus formas en busca de una verdadera solución
política a la crisis estructural que vive el pueblo de Colombia, con un real
protagonismo social y popular en la toma de decisiones.
Sin duda la fuerza principal del
ELN está en su consecuencia, dignidad y legitimidad que de ella se desprende
después de 52 años de construcción popular y de resistencia armada sin tregua
alguna hasta el día de hoy.
Ellos deben enfrentar al Estado
más poderoso militarmente del continente, con un pie de fuerza de 500 mil
efectivos, así como la intervención directa del imperio norteamericano que ha
convertido a Colombia en cabeza de playa -con siete bases militares de última
generación- y en principal aliado militar en Latinoamérica.
A esto se suma que ahora las FFAA
colombianas se integran al pie de fuerza de la OTAN, la maquinaria de guerra
encargada de los megabombardeos para la invasión y saqueo del planeta.
La resistencia del ELN es un
ejemplo de lucha popular contra la opresión y su historia forma parte de un
acumulado y aprendizaje para todos los que continuamos creyendo en la fuerza
del pueblo y en la revolución libertaria, más allá de la crisis de la izquierda
toda y la refundación necesaria en medio de la marcha resistente.
Es entonces la lucha de quienes a
pesar de los derrumbes de paradigmas, modelos de sociedad y estrategias, no
cesan ni claudican en la más pura y vital de las utopías de la humanidad: una
sociedad de hombres y mujeres libres, en igualdad de condiciones y oportunidades,
organizados comunitaria y territorialmente bajo los principios de la
solidaridad, la autogestión y la justicia, con un profundo respeto por la
tierra que nos cobija, sus recursos y especies que hacen parte de este planeta
agónico.
Manifestamos nuestro compromiso
internacionalista con estos hermanos de marchas y combates por la vida y
convocamos a todos(as) los luchadores(as) y combatientes del pueblo a cerrar
filas en torno a la solidaridad activa y concreta con la lucha del pueblo pobre
colombiano, pueblos originarios, afrodescendientes y su Ejército de Liberación
Nacional, ELN, que se enfrenta quizás a la coyuntura política y militar más
compleja de su historia junto a lo más marginados y desposeídos de este gran y
hermoso territorio cobijado por las mismas mágicas montañas andinas del
Wallmapu.
De esta manera saludamos en este
mes de Septiembre una nueva jornada de lucha y movilización popular en Chile
con motivo de la respuesta del pueblo a la barbarie criminal de los ricos y las
FFAA chilenas que a punta de bombardeos y represión genocida instauraron una
dictadura cuya tarea asignada fue la de imponer a sangre y fuego el modelo
neoliberal del capital transnacional.
Son tiempos vitales para el
planeta y su humanidad. Los malos gobiernos abundan por doquier; los menos
malos se desmoronan aceleradamente y los buenos, basados en un poder popular,
autónomo y autogestionario, esperan su turno.
La pregunta es si para una
sociedad de iguales y autogestionaria es necesario que un Estado, una religión
o una burocracia basada en el llamado “centralismo democrático” decida,
organice y ejecute en nombre de todo un pueblo.
Finalmente manifestamos nuestro
apoyo activo a las luchas del pueblo contra el modelo neoliberal y el Estado
policial chileno. A la lucha de los trabajadores contra el sistema privado y
especulativo de pensiones impuesto por la dictadura militar. La de los
pescadores artesanales víctimas naturales de la pesca de arrastre de las
transnacionales pesqueras. La de los estudiantes, profesores y trabajadores de
la educación que no cesa ni claudica. La de los pobladores y trabajadores de
Chiloé que viven en carne propia el colapso de todo un ecosistema tragado por
la vorágine del mercado de los grandes negocios de la naturaleza. La del pueblo
mapuche que lucha por territorio y autonomía, en donde la única respuesta
contundente del Estado chileno ha sido el estado de sitio permanente en el
Wallmapu y el apoyo a las empresas forestales que han financiado el despojo, la
represión y creación de grupos paramilitares.
Son las luchas históricas de los
pobres del campo y la ciudad junto a las nuevas nacidas de la globalización del
capital y sus miserias. Las luchas de los pueblos originarios que nos van
mostrando y enseñando nuevos horizontes. De los movimientos sociales y los
marginados de siempre.
Será en la marcha resistente de
estos sujetos sociales, fundamentalmente en la alianza de los pueblos pobres y
pueblos originarios, que iremos encontrando nuevos senderos y herramientas que
nos permitan rearmar propuestas, estrategias y cosmovisiones siempre en el
objetivo vital y subversivo de la revolución libertaria.
¡¡Ni un paso atrás. Toda una vida
de lucha!!
¡¡Construyendo fuerza y unidad
continental, hasta vencer o morir!!
¡¡Sólo la lucha nos hace libres!!
Frente Patriótico Manuel
Rodríguez-Autónomo
MIR-Ejército Guerrillero de los
Pobres
Chile, septiembre 2016
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