viernes, 29 de agosto de 2008

LAS MANTAS Y LOS BORRACHOS SIEMPRE DICEN LA VERDAD

El hijo pródigo

Las mantas y los borrachos siempre dicen la verdad

Vivimos en un ambiente de completa inseguridad provocada por la impunidad que como un cáncer ha ido invadiendo todos los ámbitos donde se ejerce justicia. Una variante grave de la impunidad se establece cuando funcionarios en altos puestos se ocupan en proteger a bandas determinadas de delincuentes que operan a sus anchas en muchas plazas del país. Es extraño que aún nos asombre descubrir que agentes policíacos, quienes se supone son los encargados de brindarnos seguridad, sean los que comandan las bandas de secuestradores. Lo mismo sucede cuando se desmiembra alguna banda de ladrones de casas o autos, ahí nos enteramos que algunos policías corruptos brindaban información a los miembros de dicha banda para facilitarles su trabajo.

Nada bueno puede resultar de la complicidad entre gobierno y delincuencia. La sociedad está cada vez más avezada y no pasará por alto las señales que indiquen dicho contubernio. Es preocupante lo que hace unas semanas sucedió en los mercados dónde se vende piratería. A decir de los locatarios un grupo definido del crimen organizado los intimidó, proponiéndoles ser el distribuidor exclusivo de mercancía “pirata”; pero no sólo eso, sino que además debían pagar una cuota semanal por el permiso de venta. Las autoridades federales, según los locatarios, estaban en el juego y compartirían parte de las ganancias. De no aceptar dicha propuesta los locatarios deberían pagar las consecuencias. Muchos de mis amigos señalaron que lo dicho era una farsa, alegando que los locatarios tenían un exceso de mercancía y que todo era parte de una estrategia para sacarla a precios rebajados. Pudiera ser, pero me extraña la coincidencia de ese exceso de mercancía en tantos locales y en diferentes plazas, además del cierre o cambio de giro de otros negocios.

Hoy día se habla de endurecer penas en contra de secuestradores, de unificar a las policías de la república bajo un solo mando, de profesionalizar a los encargados de hacer cumplir las leyes, de llevar un control de cada policía que deja su puesto. Todo eso puede funcionar, todo suena a mejoría, sin embargo todo se vuelve irrealizable si llegase a ser verdad lo que se dice en las mantas colgadas en los pasos peatonales de varias ciudades del país: “Sr. Narco presidente, si quiere que se termine la inseguridad deje de proteger a los narcotraficantes como el chapo Guzmán, Ismael el Mayo Zambada, la familia michoacana y los mandatarios partidistas que igual que usted son narcos como los anteriores ya que llevan 40 años de narcomandatarios”.

No me puedo imaginar a un gobernante, ya sea federal, estatal o municipal, pactando con los delincuentes para perjuicio de sus gobernados. Es peor que robar al erario, es peor que hacer negocios aprovechando el puesto que tienen, es peor que no hacer nada en contra de la delincuencia, todavía más, es peor que ser espurio; es cómo hacer un pacto con el diablo del que no podrán salir bien librados.

Ya son muchas las mantas que señalan el pacto que tiene el gobierno federal con un grupo determinado de delincuentes. De ser cierto, ¿quién lo podría afirmar?, resultarían proféticas las palabras de Porfirio Muñoz Ledo quien señaló que Calderón no terminará el sexenio, y esa voz, como las mantas, ya se ha ido multiplicando en todo el país.

Armando Ortiz aortiz52@hotmail.com

(Fuente: Newsver)

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