Sinopsis:
Hace algunos años, la estadounidense Jill Irene Freidberg ya estaba interesada en la educación pública de su país: “Tengo amigos maestros muy frustrados por la privatización del sistema de educación, pero no existe mucha resistencia”. Escuchó hablar sobre las movilizaciones magisteriales oaxaqueñas. Visitó el estado, conoció a los profesores y decidió hacer un documental que estuviera particularmente enfocado en mostrarles a los mentores de su país que era muy parecida su situación a la que se vivía al sur del Río Bravo y para que vieran cómo lo enfrentaban sus contrapartes mexicanas: “Es parte de un proceso global y se puede resistir”.
Entre 2003 y 2005 realizó el documental “Granito de arena”, con su compañía productora Corrugate Films. Así, cuando estalló el movimiento popular oaxaqueño en mayo de 2006, ella ya había registrado, sin pretenderlo, su contexto; muchos le preguntaban si no filmaría lo que estaba ocurriendo. Entonces, ella se imaginaba que sería algo como un epílogo a aquella película.
Pero fueron los acontecimientos los que crearon otro documental. Además, la cinta dio un giro hacia otro tema que siempre le ha interesado: los medios de comunicación. Freidberg ha hecho trabajo en radios comunitarias y colaboró en la formación de Indymedia, la red de medios independientes que surgió a partir de las movilizaciones contra la OMC, en Seattle, en 1999.
La cinta prácticamente no tiene voz narradora; más bien, deja el papel de contar la historia a los maestros, locutores de radio, periodistas y algunos dirigentes indígenas, además de los pobladores oaxaqueños que no fueron actores directos en el movimiento, pero que resultaron influidos por él, como una señora que dice: “Me atontaba viendo novelas, ahora en la casa de ustedes ya no vemos esa televisión”; la cambiaron por el canal 9, tomado por un grupo de mujeres de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO).
El canal 9, la televisora estatal, fue parte de toda una red de medios de comunicación que armó la APPO. En su momento más fuerte tuvos controladas cerca de 14 radiodifusoras comerciales, además de la televisora.
El miedo oficial
Curiosamente -contó la cineasta-, no es que las tomas hubieran nacido de un profundo análisis sobre la situación de los medios, sino de una necesidad simple: “Ves que los medios masivos te están criminalizando y dices ‘punto’”. La toma de éstos fue respuesta a que destruyeron la estación magisterial, Radio Plantón. Fue entonces cuando se apropiaron de Radio Universidad. Luego, fue destruido a balazos el transmisor del canal 9 y la respuesta fue tomar más de una decena de radiodifusoras.
El documental también revela cuánto miedo le tenía el gobierno de Ulises Ruiz a los comunicadores: hay testimonios de gente que fue detenida y que cuando fue torturarada le exigían que dieran nombres de aquellos que trabajaban en la radio.
“La radio permitió al movimiento una capacidad de respuesta y de control”, que difícilmente hubiera tenido de otra forma, explica, en el documental, Luis Hernández, coordinador de Opinión de esta casa editorial.
A Freidberg también le interesaba resaltar cómo la radio funcionó buena parte del tiempo como una asamblea: la gente hablaba para dar su opinión; si no estaba de acuerdo con una decisión de la APPO, hablaba para decirlo y muchas veces cambiaban el curso de las cosas.
Un poquito de tanta verdad también expone fallas de las radios tomadas. Varios entrevistados coinciden en que funcionó para llamar a tomar acciones, pero que “alimentó poco la conciencia”, admite un dirigente indígena. “Faltó inyectarle contenidos”. Pero “tenía sentido en el momento”, explicó Freidberg. Y es que, con convoyes de policía en la calle, no se va uno a poner a hacer profundos análisis.
La cineasta cree que quizá esta falta de “información profunda” sea la causante de una parte de la pérdida del apoyo popular de la APPO en la ciudad.
El documental intenta dar una visión panorámica del movimiento, que incluya el descontento generalizado hacia Ulises Ruiz e, incluso, las elecciones de 2006.
Actualmente, la señal de Radio Plantón está bloqueada con una canción de heavy metal que se repite una y otra vez; varios de sus integrantes aún tienen órdenes de aprehensión y hace unos días recibieron diversas llamadas mediante las cuales amenazaban su integridad física.
Radio Plantón se puede sintonizar en www.radioplanton.net, sitio mediante el cual decenas de miles de personas en el mundo han podido escuchar la información de la APPO.
La semilla está sembrada, y muchos de los entrevistados en el documental opinan que los oaxaqueños nunca tendrán la misma relación con los medios de comunicación. Para no ir más lejos, fuera de la ciudad creció enormemente el interés por instalar radios comunitarias.
Un poquito de tanta verdad también toca el tema de la Radio Ciudadana, que hizo el papel contrario de Radio Plantón y Radio Universidad. Sus mensajes eran del estilo de uno en el que alertaban a los padres de familia para que las jovencitas no salieran de noche porque “los APPOs, la gente vandálica, están violando con la intención de contagiar de sida”, u otro que daba nombres y domicilios de supuestos involucrados en el movimiento, incluso periodistas.
Esta estación “jugaba un papel fundamental en el clima de terror”, dijo Freidberg, coproductora de “This is what democracy looks like”, sobre las movilizaciones en Seattle, en 1999.
Además de material de Corrugated Films (www.corrugate.org) y Mal de Ojo TV (www.maldeojotv.net), el documental también incluye el canalseisdejulio, entre otros medios.
Hace algunos años, la estadounidense Jill Irene Freidberg ya estaba interesada en la educación pública de su país: “Tengo amigos maestros muy frustrados por la privatización del sistema de educación, pero no existe mucha resistencia”. Escuchó hablar sobre las movilizaciones magisteriales oaxaqueñas. Visitó el estado, conoció a los profesores y decidió hacer un documental que estuviera particularmente enfocado en mostrarles a los mentores de su país que era muy parecida su situación a la que se vivía al sur del Río Bravo y para que vieran cómo lo enfrentaban sus contrapartes mexicanas: “Es parte de un proceso global y se puede resistir”.
Entre 2003 y 2005 realizó el documental “Granito de arena”, con su compañía productora Corrugate Films. Así, cuando estalló el movimiento popular oaxaqueño en mayo de 2006, ella ya había registrado, sin pretenderlo, su contexto; muchos le preguntaban si no filmaría lo que estaba ocurriendo. Entonces, ella se imaginaba que sería algo como un epílogo a aquella película.
Pero fueron los acontecimientos los que crearon otro documental. Además, la cinta dio un giro hacia otro tema que siempre le ha interesado: los medios de comunicación. Freidberg ha hecho trabajo en radios comunitarias y colaboró en la formación de Indymedia, la red de medios independientes que surgió a partir de las movilizaciones contra la OMC, en Seattle, en 1999.
La cinta prácticamente no tiene voz narradora; más bien, deja el papel de contar la historia a los maestros, locutores de radio, periodistas y algunos dirigentes indígenas, además de los pobladores oaxaqueños que no fueron actores directos en el movimiento, pero que resultaron influidos por él, como una señora que dice: “Me atontaba viendo novelas, ahora en la casa de ustedes ya no vemos esa televisión”; la cambiaron por el canal 9, tomado por un grupo de mujeres de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO).
El canal 9, la televisora estatal, fue parte de toda una red de medios de comunicación que armó la APPO. En su momento más fuerte tuvos controladas cerca de 14 radiodifusoras comerciales, además de la televisora.
El miedo oficial
Curiosamente -contó la cineasta-, no es que las tomas hubieran nacido de un profundo análisis sobre la situación de los medios, sino de una necesidad simple: “Ves que los medios masivos te están criminalizando y dices ‘punto’”. La toma de éstos fue respuesta a que destruyeron la estación magisterial, Radio Plantón. Fue entonces cuando se apropiaron de Radio Universidad. Luego, fue destruido a balazos el transmisor del canal 9 y la respuesta fue tomar más de una decena de radiodifusoras.
El documental también revela cuánto miedo le tenía el gobierno de Ulises Ruiz a los comunicadores: hay testimonios de gente que fue detenida y que cuando fue torturarada le exigían que dieran nombres de aquellos que trabajaban en la radio.
“La radio permitió al movimiento una capacidad de respuesta y de control”, que difícilmente hubiera tenido de otra forma, explica, en el documental, Luis Hernández, coordinador de Opinión de esta casa editorial.
A Freidberg también le interesaba resaltar cómo la radio funcionó buena parte del tiempo como una asamblea: la gente hablaba para dar su opinión; si no estaba de acuerdo con una decisión de la APPO, hablaba para decirlo y muchas veces cambiaban el curso de las cosas.
Un poquito de tanta verdad también expone fallas de las radios tomadas. Varios entrevistados coinciden en que funcionó para llamar a tomar acciones, pero que “alimentó poco la conciencia”, admite un dirigente indígena. “Faltó inyectarle contenidos”. Pero “tenía sentido en el momento”, explicó Freidberg. Y es que, con convoyes de policía en la calle, no se va uno a poner a hacer profundos análisis.
La cineasta cree que quizá esta falta de “información profunda” sea la causante de una parte de la pérdida del apoyo popular de la APPO en la ciudad.
El documental intenta dar una visión panorámica del movimiento, que incluya el descontento generalizado hacia Ulises Ruiz e, incluso, las elecciones de 2006.
Actualmente, la señal de Radio Plantón está bloqueada con una canción de heavy metal que se repite una y otra vez; varios de sus integrantes aún tienen órdenes de aprehensión y hace unos días recibieron diversas llamadas mediante las cuales amenazaban su integridad física.
Radio Plantón se puede sintonizar en www.radioplanton.net, sitio mediante el cual decenas de miles de personas en el mundo han podido escuchar la información de la APPO.
La semilla está sembrada, y muchos de los entrevistados en el documental opinan que los oaxaqueños nunca tendrán la misma relación con los medios de comunicación. Para no ir más lejos, fuera de la ciudad creció enormemente el interés por instalar radios comunitarias.
Un poquito de tanta verdad también toca el tema de la Radio Ciudadana, que hizo el papel contrario de Radio Plantón y Radio Universidad. Sus mensajes eran del estilo de uno en el que alertaban a los padres de familia para que las jovencitas no salieran de noche porque “los APPOs, la gente vandálica, están violando con la intención de contagiar de sida”, u otro que daba nombres y domicilios de supuestos involucrados en el movimiento, incluso periodistas.
Esta estación “jugaba un papel fundamental en el clima de terror”, dijo Freidberg, coproductora de “This is what democracy looks like”, sobre las movilizaciones en Seattle, en 1999.
Además de material de Corrugated Films (www.corrugate.org) y Mal de Ojo TV (www.maldeojotv.net), el documental también incluye el canalseisdejulio, entre otros medios.
Un poquito de Tanta Verdad
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