JENARO VILLAMIL
MÉXICO, D.F., 21 de octubre (apro).- Después de una discusión de diez meses, a medio año de distancia de la toma de las tribunas en el Senado y la Cámara de Diputados, tras casi 30 complejas y largas sesiones de debate entre especialistas en materia energética, en medio del resurgimiento de una movilización social encabezada por Andrés Manuel López Obrador, y en el umbral de la peor crisis financiera internacional en décadas, ¿cuál es el balance final de la reforma petrolera que será aprobada este jueves en el Senado?
Un primer análisis tendría que ubicar a las principales fuerzas en conflicto, lo que perdieron y ganaron en este proceso:
a) El gobierno de Felipe Calderón: El gran perdedor de esta primera etapa es el gobierno federal. Invirtió más de 200 millones de pesos para convencernos con spots de que Pemex estaba al borde de la bancarrota, que necesitábamos de inversionistas privados para construir refinerías y que sólo con la participación privada se podría modernizar la paraestatal e ir por el "tesoro" oculto en el fondo del mar. Por supuesto, nunca asumió abiertamente que se tratara de un proyecto privatizador.
Sin embargo, desde febrero de este año, el proyecto de Calderón mostró su principal debilidad. Nombró como su operador a Juan Camilo Mouriño, un personaje que representa a la nueva generación del contratismo panista que buscaba sacar ventajas y erigirse en el representante de la nueva "aristocracia petrolera". Error garrafal de Calderón.
Su segundo error ocurrió en abril. Sin tomar en cuenta la posición de los senadores panistas -ellos mismos le advirtieron que no había condiciones para que se aprobara la apertura privada en maquila de refinación, ni en ductos, ni en transporte-- Calderón envió un paquete de cinco iniciativas que abundaban en este punto. Lo peor es que quiso dictaminarlas en menos de quince días.
Los quince días de prisa de Calderón se transformaron en seis meses de tensas negociaciones. Los representantes del gobierno federal, en especial, los de Pemex y los de la Secretaría de Hacienda, perdieron en los foros de debate del Senado y en las comisiones dictaminadoras. No hubo más que asumir esa derrota legislativa e intentar transformarla en una mínima victoria política.
Esa mínima victoria política no es poca cosa para Calderón en estos momentos. Por primera vez, contará con el aval de las fuerzas cercanas al lopezobradorismo y esto puede significar el inicio de una modificación sustancial de la alianza PRI-PAN que se mantuvo durante 8 años.
b) El PRI y Manlio Fabio Beltrones: El proyecto inicial de reforma energética fue ideado por el excandidato presidencial priista Francisco Labastida, en agosto de 2006. A él se le debe el primer cabildeo para sacar adelante una reforma petrolera en este sexenio. Por supuesto, el resultado es muy distinto al que pronosticó Labastida, pero es indudable que el presidente de la Comisión de Energía lejos de salir damnificado saldrá fortalecido como un negociador tenaz y hábil.
En contrapunto, el perdedor político es el coordinador del PRI en el Senado, Manlio Fabio Beltrones, quien le apostó a convertirse en el fiel de la balanza, en el articulador de una negociación que sacara adelante los puntos derrotados de la iniciativa calderonista. Por eso insistió Beltrones en la propuesta de las empresas "filiales estratégicas" que finalmente tuvieron que ser sacrificadas en las comisiones de Energía y de Estudios Legislativos que dictaminaron las iniciativas.
Beltrones también demostró habilidad en el proceso de negociación y tuvo que enfrentar una fuerte resistencia al interior del PRI, en especial, en la Cámara de Diputados, encabezada por los hermanos Francisco y Carlos Rojas, quienes, además, tienen una influencia mayor que el propio senador sonorense en la dirigencia nacional encabezada por Beatriz Paredes.
El PRI, como partido, intentará capitalizar electoralmente la reforma energética. Ahí están los spots radiofónicos donde ellos presumen ser los autores de una reforma modernizadora y responsable. En efecto, el PRI y Beltrones fueron los primeros diques que vetaron cualquier intento de reforma a la Constitución y, en especial, al artículo 27 constitucional, tal como pretendía Calderón en enero de este año. Sin embargo, perdieron en el trayecto debido a la fuerte movilización social del perredismo y a los compromisos adquiridos con la elite sindical de un grupo muy corrompido como es el sindicato petrolero y los añejos compromisos del PRI con el contratismo de Pemex.
c) Andrés Manuel López Obrador y el PRD: Paradójicamente, el PRD y López Obrador ganaron en la batalla legislativa y están perdiendo en el terreno político-electoral. El movimiento en defensa del petróleo, articulado con miles de ciudadanos que no militaban en el PRD, fue uno de los factores que impidió un "albazo" legislativo en abril de este año. Es innegable este hecho. La consecuencia de esta "toma" de la tribuna y de las movilizaciones de los grupos como las adelitas, generaron una tenaz campaña mediática de descalificación. De ahí el efecto negativo en el terreno electoral.
El movimiento lopezobradorista ganó porque al final de la serie de debates en el Senado se decidió presentar un paquete de reformas petroleras que tuvieron el mérito de ser elaboradas por especialistas y no por militantes, por conocedores y no por contratistas. Esto le dio una enorme fuerza legal y moral a la iniciativa arropada por el Frente Amplio Progresista. Sin esas iniciativas hubiera sido imposible salir del entuerto petrolero.
Lo peor es que en esta primera etapa, López Obrador no reconozca que esta reforma es una victoria política del movimiento. Si lo hiciera, realmente haría un pésimo cálculo porque en medio de la incertidumbre financiera y la crisis económica que se avecina lo que se reclama es una izquierda propositiva y no congelada en la crisis electoral del 2006.
Email: jenarovi@yahoo.com.mx
miércoles, 22 de octubre de 2008
PEMEX: primer balance
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