Tres de los últimos cuatro presidentes mexicanos perdieron trágicamente a sus mejores amigos y más cercanos colaboradores.
Uno, Luis Donaldo Colosio, asesinado en plena campaña presidencial, en Tijuana, la tierra del cártel del narcotráfico más poderoso de entonces. Era el mejor amigo de Carlos Salinas.
Otro, Ramón Martín Huerta, quien murió al caer el helicóptero en el que viajaba a un penal de máxima seguridad donde estaban recluidos algunos de los principales capos de México. Era el más cercano colaborador de Vicente Fox.
Y el último, Juan Camilo Mouriño, que falleció al desplomarse el jet en el que viajaba acompañado del ex comisionado para combatir la delincuencia organizada y luego secretario técnico de Seguridad.Era el mejor amigo de Felipe Calderón.
En ninguno de los tres dramáticos casos se ha admitido abiertamente que el responsable fue el narcotráfico. Pero en los tres, la pesada sospecha de la lucha
contra las drogas está presente.
Pero aún aceptando a ciegas que se tratara de un accidente, lo de Mouriño, la trágica muerte del secretario de Gobernación y mejor amigo de Calderon, se da en un momento incómodamente "oportuno".
PRIMERO. La familia Mouriño, en especial su padre Carlos Mouriño Atanes, tendría que comparecer ante la PGR para explicar el origen de los fondos para la instalación de empresas en España. El caso podría terminar diluyéndose tras la tragedia.
SEGUNDO. El padrinazgo de Juan Camilo Mouriño hacia Genaro García Luna, el cuestionado secretario de Seguridad Pública acusado de proteger los intereses de un solo cártel, colocó al fallecido hombre de Bucareli como favorecedor de un bando. Las definiciones, aunque sean simples percepciones, tienen un costo.
TERCERO. El golpeteo externo desde los medios, así como el interno desde Los Pinos y el PAN, reclamaban a Felipe Calderón el relevo de Mouriño como titular de Gobernación. Decían que era más el daño político que el beneficio de mantenerlo en
el cargo. En principio, Mouriño buscaría una diputación federal plurinominal para vertirse en el líder de la bancada blanquiazul a partir de 2009. Y desde ahí saldría a buscar la Presidencia.
Fuente: Reporte Indigo
El Testigo más cercano a la muerte de Mouriño
Y la única situación por la cual yo, en mi experiencia,
puedo decirte que un avión que se desplome de esa
manera es porque explotó. Una explosión en cabina
o una falla drástica de controles de vuelo”.
Esta declaración sobre el desplome del Learjet en el que perdieran la vida Juan Camilo Mouriño y José Luis Santiago Vasconcelos no es de un testigo cualquiera.
La hace Emilio Hernández Galindo, el primer oficial del vuelo 775 de Magnicharters que el martes cubría la ruta de Cancún a la Ciudad de México. Ése era uno de los aviones que venían detrás del XC-VCM.
Con ocho años de experiencia como piloto, primero en Aviacsa y luego en Magnicharters, Emilio Hernández Galindo –licencia 200201670– describe a Reporte Índigo los detalles de lo que vivió esa tarde, en la cabina de su avión, acompañado del comandante Héctor Coss.
La entrevista tuvo lugar el jueves, en su día franco, sin vuelos, vestido de civil.
Parte 1
Parte 2
Parte 3
Parte 4
Parte 5
Fuente: Reporte Indigo
No descartable, la hipótesis del atentado
RICARDO RAVELO
Amigo de José Luis Santiago Vasconcelos y asesor de él en temas judiciales, el investigador Edgardo Buscaglia considera que no debe descartarse que la muerte del extitular de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO) se haya debido a un atentado del narco o incluso fraguado, dice, desde el mismo poder político. Las razones que lo llevan a afirmar lo anterior son de mucho peso...
El percance aéreo en el que murió José Luis Santiago Vasconcelos junto con el secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, el martes 4, pudo ser producto de un atentado debido a los altos niveles de infiltración que enfrenta el gobierno de Felipe Calderón por parte del crimen organizado. Esa es la hipótesis de Edgardo Buscaglia, investigador del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).
Amigo de quien durante 15 años combatió desde la Procuraduría General de la República a los cárteles de la droga, Buscaglia asegura que el lunes 3 por la noche se reunió con él, y afirma que el funcionario estaba amenazado por varias organizaciones criminales y sólo contaba con una reducida escolta desde que dejó su cargo en la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO).
-¿De qué bases parte usted para sostener que la muerte de Santiago Vasconcelos y de Juan Camilo Mouriño puede ser consecuencia de un atentado? -se le pregunta a Buscaglia.
-En un ámbito institucional contaminado como el que existe en México, Afganistán, Guatemala o Pakistán, donde hay tanta infiltración del Estado por parte de los grupos criminales, nunca hay que descartar la hipótesis de un atentado; más todavía cuando a dos funcionarios del más alto nivel se les cae el avión sin explicación alguna.
Para Buscaglia, quien era asesor de Santiago Vasconcelos en los trabajos de la reforma judicial, la posición de Luis Téllez, secretario de Comunicaciones y Transportes, es "muy sospechosa e irresponsable". No puede afirmar, dice, que el percance aéreo fue un accidente cuando ni siquiera se han concluido las investigaciones ni están procesadas.
Explica: "Me llama poderosamente la atención que un secretario de Estado diga que se trató de un accidente y que se quiera sesgar la investigación para evitar que la gente no tenga la percepción de que se trató de un atentado".
Este es un adelanto del reportaje que publica Proceso en su edición 1671
Mouriño: complicidad lucrativa
Junto con Felipe Calderón y el secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, Juan Camilo Mouriño formaba la tríada del poder. Así lo describe la periodista Anabel Hernández en su nuevo libro Los cómplices del presidente, que en días próximos pondrá en circulación Grijalbo. En entrevista con este semanario, (de la cual proceso.com publica un adelanto) Hernández sostiene que aun cuando Calderón le toleraba todo, en Los Pinos y en el PAN Mouriño era criticado por su voracidad empresarial.
Jorge Carrasco Araizaga
Una larga historia de irregularidades, abusos y complicidades es el legado público de Juan Camilo Mouriño Terrazo. Los negocios que el secretario de Gobernación hizo al amparo del poder, sobre todo en los dos años en que formó parte del gobierno de su amigo Felipe Calderón, es apenas lo más visible de su vida como funcionario.
Detrás hubo un político que lo mismo se valió del espionaje y el sabotaje, del uso faccioso de los recursos públicos y de la manipulación electoral. Mouriño fue consejero que terminó por secuestrar al presidente de la República y generar discordias en el círculo cercano de Calderón, incluido el PAN, según la periodista Anabel Hernández.
"Muchos de los que hoy lo lloran, hasta hace muy poco se quejaban de su voracidad", asegura la autora de Los cómplices del presidente, un libro de próxima aparición en el que los protagonistas son Calderón, Mouriño y el secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna.
Fue una triada que actuó desde la campaña presidencial de 2006, que hizo cuanto pudo para sabotear a Andrés Manuel López Obrador y que hasta la muerte de Mouriño -el martes 4- estuvo amalgamada por la complicidad, dice en entrevista realizada el jueves 6, horas después de que Calderón reivindicara a su fallecido secretario de Gobernación como "un hombre franco y honesto", que "fue objeto de críticas y víctima de calumnias".
Iniciado el año pasado como una investigación en torno a García Luna, el libro amplió sus alcances a principios de 2008, cuando López Obrador desató el escándalo de los contratos de las empresas de Mouriño con Pemex, luego de las revelaciones de la revista Contralínea sobre ese asunto.
"Este libro lo terminé de escribir el 28 de septiembre pasado, cuando (Mouriño) era secretario de Gobernación, con todo el poder y la fuerza que ello implica. No es una publicación que sale por oportunismo o mala fe. Lo hice cuando él estaba en pleno goce del poder", aclara Anabel Hernández, quien en 2002 obtuvo el Premio Nacional de Periodismo por revelar el llamado Toallagate, el primer escándalo de corrupción en el sexenio de Vicente Fox.
Tensión entre cetegistas y policías federales en intento de toma de la Autopista del Sol
Los agentes, armados y con el rostro cubierto, frustraron la acción de unos 500 docentes
CHILPANCINGO, 7 DE NOVIEMBRE. No hubo enfrentamiento, pero por unos 90 minutos reinó la tensión en la caseta de Palo Blanco de la Autopista del Sol, donde unos 500 integrantes de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación (CETEG), del Sindicato Unico de Servidores Públicos del Estado de Guerrero (SUSPEG) y egresados de las normales públicas estuvieron a punto de enfrentarse con unos cien agentes de la Policía Federal Preventiva (PFP), cuando esta mañana intentaron tomar la vía.
Cerca de las 11 horas, un contingente de unos 200 mentores llegaron a la caseta Palo Blanco con la intención de tomarla, permitir el acceso gratis a automovilistas y aprovechar para botear para el movimiento contra la Alianza por la Calidad de la Educación, que ya lleva 69 días.
Sin embargo, 40 policías federales ya se habían anticipado a las intenciones de los mentores, y ya estaban apostados entre los carriles 6 y 7 para impedir la maniobra de los maestros.
Ante el escenario inesperado, los maestros pidieron refuerzos al campamento instalado afuera del palacio de gobierno y en los 30 minutos siguientes llegaron 300 más.
En tanto, los uniformados pensaron también en reforzar la seguridad y llegaron más agentes con armas largas y rostros cubiertos, quienes se mantuvieron atrás de los antimotines apostados en los carriles.
Ante la eminencia de un desalojo, los maestros se dirigieron a los cerros aledaños para recoger piedras y palos. Luego regresaron y se colocaron a unos 30 metros de los policías, que de inmediato tomaron sus posiciones previendo un posible enfrentamiento.
La desventaja para los maestros era evidente, entonces la comisión política negociadora de la CETEG solicitó permiso a la administración de la caseta para llevar a cabo su actividad y así lo hicieron saber mediante los voceros Jorge García Hernández y Taurino Rojas.
En tres rondas de negociaciones, con el administrador de la caseta y el comandante de la PFP a cargo del operativo, los maestros plantearon que los dejaran llevar a cabo el volanteo y boteo para sufragar los gastos de las caravanas que vendrán a la marcha el 10 de abril.
La respuesta de la administración fue contundente. Podrían volantear, pero no iban a permitir la toma de la caseta.
Luego de varios minutos de tensión, los maestros optaron por mantenerse a 50 metros de la caseta, formar una barricada para impedir la circulación a gran velocidad de los automovilistas y aprovechar esos momentos para el boteo.
De esa manera, luego de dos horas de medir las consecuencias si se decidían a tomar la caseta, cerca de las 13 horas comenzaron a pedir cooperación voluntaria a los usuarios de la vía y así estuvieron hasta las tres de la tarde. A distancia, los policías federales sólo observaron a los maestros sin que se suscitaran incidentes.
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