El padre Alejandro Solalinde Guerra es un sacerdote católico que ha dedicado su vida a ofrecer a las personas migrantes un lugar seguro alejado de las bandas de delincuentes que las explotan y abusan de ellas. Debido a su trabajo, el padre Solalinde ha sido objeto de continuas amenazas e intimidación por parte de funcionarios y bandas locales. Su vida corre peligro.
El padre Solalinde es coordinador de la Pastoral de Movilidad Humana Pacífico Sur del Episcopado Mexicano y director de un refugio para migrantes creado para ofrecer asistencia humanitaria a las personas que resultan heridas o necesitan ayuda. Esta solidaridad con las personas migrantes ha provocado ataques y hostigamiento por parte de miembros xenófobos de comunidades locales, a menudo alentados por bandas de delincuentes y funcionarios locales. El padre Solalinde ha sido a menudo objeto de amenazas e intimidación, y las autoridades apenas han hecho nada para protegerlo o investigar las amenazas que recibe.
El 24 de junio de 2008, un grupo de unas 50 personas residentes en Ciudad Ixtepec, la ciudad en donde trabaja el padre Solalinde, irrumpió en el refugio para migrantes. El grupo, encabezado por funcionarios municipales, entre los que se encontraban el alcalde y 14 policías municipales, amenazó con incendiar el edificio si no lo cerraban en las 48 horas siguientes. Esto ocurrió tras la detención de un migrante centroamericano por la violación de una niña de seis años en la ciudad unos días antes. En entrevistas aparecidas en periódicos locales, el padre Solalinde había condenado la violación y había aclarado que el hombre detenido no se había alojado en su refugio. El padre Solalinde declaró a los periodistas que la violación había provocado un creciente resentimiento contra los migrantes centroamericanos que pasaban por la zona. Las autoridades no investigaron el asalto del refugio ni las amenazas de los funcionarios municipales, y, aunque el centro no ha vuelto a ser atacado, el incidente aumentó el temor por la seguridad del padre Solalinde y de las personas migrantes que llegan a su refugio.
Desde 2008, el padre Solalinde es a menudo objeto de intimidación. Los medios de comunicación publican con frecuencia historias falsas en las que culpan al refugio de alojar a migrantes sospechosos de la comisión de delitos comunes. El padre Solalinde ha condenado públicamente el trato que dan los funcionarios mexicanos a los migrantes irregulares, lo que le ha expuesto cada vez más a sufrir agresiones e intimidación.
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