RAÚL MORÓN OROZCO
La mala estrategia de Felipe Calderón Hinojosa para combatir la inseguridad en el país sólo ha ocasionado que en México sean cada vez más las víctimas y a la fecha se reporten más de 50 mil muertes violentas en el territorio mexicano. Lo sucedido en Monterrey es un ejemplo más de que las cosas en el país no van bien y no mejorarán mientras no se ataque el problema de raíz.
Declarar tres días de luto nacional por el ataque a un casino en la norteña ciudad de Monterrey, que dejó 52 muertos y el anuncio de que se reforzará la seguridad de ese lugar con mil 500 efectivos, no garantiza que las cosas mejoren en el país ni en ese estado. Claro ejemplo son las respuestas fallidas de Calderón en otras entidades a las que ha mandado miles de policías; sin embargo, el problema de inseguridad no se ha resuelto, al contrario, se ha agudizado.
Ha faltado criterio para reconocer y entender que no es provocando como se va solucionar el problema de inseguridad y crimen organizado. Mientras no se ataque el problema de fondo y las causas que dan origen, jamás se resolverá y lamentablemente se continuará elevando la cifra de muertos y víctimas en esta guerra, que no es la de la mayoría de los mexicanos.
Lo sucedido en Monterrey sin duda es algo doloroso que lastima a nuestra sociedad; si bien el gobierno federal atribuyó el hecho al crimen organizado, una realidad es que se trata del peor atentado contra civiles en la guerra contra el narcotráfico decretada a mediados de 2006 por Felipe Calderón y que ha dejado a la fecha un saldo de más de 50 mil muertos, más que en otras guerras en otras naciones.
Si bien la inseguridad ha rebasado todos los límites como lo señaló el propio Calderón con el ataque al casino de Monterrey, también ha rebasado todos los limites la autoridad federal encargada de combatir la inseguridad y delincuencia organizada y la responsable de garantizar la seguridad de los mexicanos, peor aún, mientras no reconozca que ha fallado, y no emprenda acciones para corregir el camino se vislumbra que las tragedias seguirán registrándose e incrementando la cifra de víctimas asesinados en esta guerra.
Y qué lástima que Calderón no hiciera nada antes en Monterrey, ya que de acuerdo a los reportes en la ciudad del norte había vivido en julio pasado su semana más trágica con al menos 71 asesinatos atribuidos a cárteles de las drogas, que se desencadenaron con un ataque a un bar que dejó 21 muertos el 9 de julio pasado, por lo que había antecedentes para prevenir y no lo hizo, ahora quiere consolar el dolor de familiares de las víctimas declarando días de luto y mandando efectivos.
Lo que ha ocurrido las últimas semanas en México no sólo nos coloca en el contexto internacional como un foco rojo en cuestión de seguridad pública, sino que también proyecta la idea de que existen muy pocas garantías por parte del Estado para hacer respetar los derechos humanos de las personas.
Del año 2006 a la fecha, la fallida e incontenible guerra contra el narcotráfico ha disparado los índices delictivos como nunca antes, dando como resultado según cifras nacionales más de 50 mil muertes violentas relacionadas con el crimen organizado, de las cuales miles de personas no han sido identificadas, además de haber el reporte de más de 6 mil desapariciones forzadas en todo el país, de los cuales en su mayoría son hombres y sin contar todo tipo de violaciones de derechos humanos producidas tanto por sicarios de los cárteles, como por algunos representantes del Estado mismo. Ejemplo de ello son los cuerpos localizados en fosas clandestinas en el municipio de San Fernando, Tamaulipas, que ya superó los más de 100 cadáveres.
A estos hechos de las fosas clandestinas de San Fernando, Tamaulipas, les precede el hallazgo de 72 cadáveres de migrantes centroamericanos que presuntamente fueron interceptados por integrantes de grupos delictivos. En el caso de Michoacán, la Procuraduría General de Justicia del Estado informó que cuenta con más de 22 denuncias de desaparecidos, de los cuales se investiga la posible relación con alguno de los cuerpos localizados en las fosas clandestinas de San Fernando, Tamaulipas.
Lo más grave es que ni por lo anterior, ni todas esas víctimas que han muerto en la guerra que inició Calderón son aún suficientes para que el gobierno federal recapacite y modifique su estrategia de combate. Es irracional que no acepte que ha fallado y que las consecuencias de malas decisiones han costado la vida de miles de mexicanos.
Si bien estamos a favor de que se combata la inseguridad en nuestro país, no avalamos las formas en las que se está haciendo y las cifras y los últimos hechos violentos como el caso de Monterrey demuestran que la estrategia implementada no es la correcta, sólo se está generando más violencia y el problema de fondo sigue vigente.
De nada sirven lutos nacionales si no se atiende el problema. No es sólo con más policías como se combate la inseguridad, sino también se requiere combatir de fondo las causas que dieron origen a la delincuencia, mientras no se ataque la pobreza, las desigualdades y se refuerce la cultura y valores, México desafortunadamente seguirá con problemas de inseguridad.
Es absurdo que Felipe Calderón trate de legitimar su guerra y busque convencer a los mexicanos de que ha hecho un buen trabajo cuando la realidad es que no. En materia de seguridad, empleo, pobreza, salud y educación, está reprobado, no hemos avanzado como país y en vez de realizar llamadas telefónicas para informar y decir que ha hecho bien las cosas y de invertir tanto en difusión, debería destinar recursos en una verdadera estrategia mediante la cual se le regrese al pueblo de México la tranquilidad, para que todos podamos vivir en paz, queda claro que no es cierto que “el que mata más, más gobierna”.
Ojalá Calderón recapacite en su lucha genocida contra la delincuencia, en los cambios de rumbo que hay que proponerle al país antes de que se convierta en una narcoinsurgencia y que los canales democráticos no nos alcancen para evitar una confrontación de mayores dimensiones y tengamos que recurrir al auxilio internacional o mejor dicho a la solicitud de intervención formal del vecino del norte, tenemos que cambiar y buscar las alternativas necesarias para enfrentar lo que nos aqueja a todos.
Fuente: La Jornada de Michoacán
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