Las autoridades no indagan y cuando pedimos justicia nos
hacen sentir miserables: Julia Alonso
Exige al gobernador de NL dar la cara; no tiene un
expediente bien integrado sobre mi hijo, dice
Fabiola Martínez
Periódico La Jornada
Domingo 11 de noviembre de 2012, p. 12
A casi cinco años de no saber nada de mi hijo, cuando
reclamamos justicia las autoridades nos hacen sentir miserables, expresa Julia
Alonso Carbajal, en su quinto día de huelga de hambre frente a la Secretaría de
Gobernación (SG).
El 12 de enero de 2008, Julio Alberto López Alonso salió de
su casa (en Acapulco); iba a una fiesta a Monterrey y, hasta ahora, nada se
sabe de él.
Sin embargo, la procuraduría de Nuevo León no cuenta con un
expediente debidamente integrado, por lo menos con datos básicos, como la ropa
que vestía el joven, entrevistas de personas vinculadas, su modo de vida, el
posible móvil de la desaparición, etcétera.
(Contar con) esa clase de detalles es de película
estadunidense; en México eso no existe, lamenta Julia, quien este sábado, junto
con Margarita y Malú, cumplió cinco días en huelga de hambre; las dos primeras
reclaman justicia expedita e indagatorias eficientes para ubicar a sus hijos,
mientras Malú, defensora de derechos humanos (hermana de una víctima de la
violencia) las apoya con el ayuno.
Las tres presentan ya decaimiento físico que, aseguran, no
es nada comparado con el dolor del alma.
Las medidas cautelares no la hacen sentir mejor
Tampoco les hace sentir menos tristeza que las autoridades
les están gestionando medidas cautelares, al amparo de la estrenada ley para
víctimas del delito.
Por tocar puertas no han parado. Su caso lo conocen el titular
de la Secretaría de Gobernación y el Presidente de la República.
La tarde de este sábado, Julia –comerciante de inmuebles–
fue llevada a la ambulancia que permanece en guardia en Gobernación. Tuvo
taquicardia, se le bajó la presión y le faltaba el aire, que son los primeros
síntomas del ayuno, pero sobre todo por la tristeza y la impotencia de tener
enfrente un año más sin saber nada de su muchacho.
Le colocaron oxígeno durante algunos minutos; dentro, en
silencio, recostada en la camilla, se le escurrían las lágrimas.
Justo en ese momento llegó al palacio de Covián el
secretario de Gobernación, Alejandro Poiré, con quien los familiares de
desaparecidos, integrantes del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad,
se entrevistaron por segunda vez en esta semana.
También estaba en Bucareli el director del Centro de
Investigación y Seguridad Nacional, Jaime Domingo López Buitrón, algo poco
común en un fin de semana, en el que suele haber sólo guardias.
Por lo pronto, los funcionarios les han prometido seguridad,
pero eso no significa casi nada para quienes a diario viven el horror de no
saber si su familiar está entre nosotros; si come, si duerme o si es torturado.
Aquí el relato de Julia, en su propia voz: “Para mí, la
verdad, las medidas cautelares son ‘x’; lo más importante es que el gobernador
de Nuevo León dé la cara y diga por qué mi expediente ni siquiera está
completo. ¡Quiero que se pongan a buscar a mi hijo con un equipo especial o lo
que tengan que hacer! Si les interesa; si no, pues aquí estaré.
“Hace rato viste que me caí, pero te voy a decir por qué me
da tanto dolor, no nada más por mí, sino porque este país está lleno de dolor.
“Me dio muchísima tristeza que a casi cinco años de no
encontrar a mi hijo, todavía tengo que estar aquí pidiéndoles, como si fuera
una miserable, como si no fuera una mexicana de calidad, mientras que otras,
que no son de calidad, tienen a todo el Estado a su servicio.
“Cuando me viste así, vulnerable, fue porque llegó a mi
mente cómo estará mi hijo y cómo estarán todas aquellas personas que aún están
vivas y no las buscan.
“Debo estar aquí para que el gobierno haga como que me
atiende. Cuando una persona se reporta como desaparecida ponen un plazo de 72
horas para darle esa condición. No sé de dónde sacaron eso de las 72 horas.
Pero, bueno, ¿de qué te sirve que te levanten un acta –que en mi caso no
aparece– si no los buscan?
“Yo le diría a la ciudadanía, específicamente a las madres,
que somos las que sabemos de este dolor, que se unan, que salgan a las calles,
que se unan al grupo que quieran o se planten afuera de cualquier institución.
No tengan miedo.
Todo lo que yo he investigado se lo di a la autoridad; lo
poco que pueda tener el expediente de mi hijo fue porque yo se los di. Una
investigación completa, de seguir rastros, de seguir pistas, sólo se ve en las
películas estadunidenses. Aquí no investigan.
–Ustedes ya llegaron a todas las instancias, desde las municipales
hasta la procuradora general de la República, los secretarios de Estado y el
presidente Calderón, ¿qué les falta? –pregunto a Julia.
–Creo que me falta ir con una persona: el capo más poderoso
de México. Tal vez él sí pueda ayudarme. Él es la última instancia que yo
pudiera decir, porque la verdad, a todas las que he ido, nada.
“A lo mejor me animo y le pido al señor Loera (El Chapo,
líder del cártel del Golfo) que me ayude a buscar a mi hijo. Tal vez él sí me
ayude a encontrarlo sin tanta burocracia.”
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