Amy Goodman
Edward Snowden admitió públicamente esta semana ser el responsable de lo que podría ser la filtración más importante de documentos secretos del gobierno en la historia de Estados Unidos. El ex funcionario de la CIA y analista de la empresa privada de consultoría de inteligencia Booz Allen Hamilton habló en Hong Kong con Glenn Greenwald, del periódico The Guardian, con la cineasta independiente Laura Poitras y con Barton Gellman, del Washington Post. Snowden les proporcionó pruebas fehacientes de que el gobierno de Estados Unidos, principalmente a través de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés), está llevando a cabo un amplio programa de vigilancia y espionaje a nivel mundial y, lo que es quizá más controvertido, de prácticamente todos los ciudadanos estadounidenses, por fuera de las atribuciones constitucionales.
La condena mundial a Snowden ha sido implacable y no se hizo esperar. Jeffrey Toobin, especialista en asuntos jurídicos, rápidamente publicó en su blog que Snowden es “un gran narcisista que debería estar preso”. Los columnistas del New York Times se sumaron. Thomas Friedman escribió: “No creo que Edward Snowden, el responsable de haber filtrado todo este material secreto, sea un informante heroico”. Su compañero David Brooks realizó un psicoanálisis especultativo de Snowden, al opinar: “A pesar de que, obviamente, es muy inteligente, no le fue muy bien en la secundaria ni en la Universidad”, escribió Brooks.
La trayectoria educativa de Snowden llamó especialmente la atención de los políticos. En una reciente audiencia del Comité de Asignaciones del Senado, varios senadores, entre ellos el senador progresista del Partido Demócrata Dick Durbin, de Illinois, interrogaron en un tono extremadamente amable al Director de la NSA, el General Keith Alexander, y a otros funcionarios. Los senadores se hicieron eco de la incredulidad planteada por Brooks en cuanto a que alguien que ni siquiera terminó formalmente la escuela secundaria pudiera engañar a todo el aparato de inteligencia de Estados Unidos. El general Alexander confesó: “En el ambiente de la informática, en el ambiente cibernético, los tipos como él tienen tremenda capacidad para manejar las redes. Ese era su trabajo en gran medida. Administraba los sistemas informáticos dentro de esas redes desde 2009 o 2010. Tenía grandes capacidades en esa área, pero no servía para otras cosas. Tenemos que analizar los diferentes procesos, la vigilancia de esos procesos y determinar en qué fallaron”.
El legendario informante Daniel Ellsberg respondió a las críticas contra Snowden: “En mi opinión, no ha habido en la historia de Estados Unidos una filtración tan importante como la publicación de Edward Snowden del material de la NSA, ni siquiera mi filtración de los documentos del Pentágono hace 40 años. La filtración de Snowden nos da la posibilidad de recuperar una parte fundamental de lo que ha significado un ‘golpe del Poder Ejecutivo’ contra la Constitución de Estados Unidos”, escribió Ellsberg.
La histórica filtración de Snowden reveló lo que él denomina una “arquitectura de la opresión”: una serie de programas de vigilancia ultrasecretos que van más allá de lo que ha sido conocido públicamente hasta la fecha. El primer documento revelado fue una orden del Tribunal de Vigilancia de Inteligencia Extranjera de Estados Unidos que solicitaba a una sección de la empresa de telefonía Verizon que entregara “todos los registros detallados de las llamadas telefónicas” de sus clientes realizadas desde Estados Unidos hacia el extranjero y de las llamadas dentro de Estados Unidos, incluso las llamadas locales. Otro de los documentos era una presentación de diapositivas que revelaba un programa conocido como “PRISM”, que supuestamente autoriza a la NSA a tener acceso no autorizado a todos los datos privados almacenados en los servidores de grandes empresas de Internet como Microsoft, AOL, Skype, Google, Apple y Facebook. Esto incluye los correos electrónicos, los chats, las fotografías y la transferencia de archivos, entre otros.
Snowden también hizo pública la Directiva política presidencial número 20, un memorando ultrasecreto del Presidente Barack Obama que ordena a las agencias de inteligencia de Estados Unidos a hacer una lista de blancos de ataques cibernéticos de Estados Unidos. Finalmente, publicó pruebas del programa denominado “Boundless Informant” (Informante sin fronteras), que crea un mapa que detalla los países de donde provienen los 97.000 millones de registros electrónicos interceptados y recopilados por la NSA en marzo de 2013. Entre los principales blancos del plan de espionaje se encuentran Irán, Pakistán, Egipto y Jordania. El mapa filtrado utiliza los colores rojo, amarillo y verde para clasificar a los países según el nivel de comunicaciones interceptadas. En marzo del año pasado, Estados Unidos aparecía en el mapa con color amarillo, lo que significa que la NSA interceptó alrededor de 2.900 millones de comunicaciones dentro del país.
La Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés) entabló una demanda inmediatamente después de que se revelaran los programas, alegando que la “práctica es similar a robar la libreta de teléfonos de todos los estadounidenses, con anotaciones que detallan con quiénes hemos hablado, cuándo, durante cuánto tiempo y desde dónde. Esta práctica le da al gobierno un amplio registro de nuestras asociaciones y movimientos públicos y le revela una gran cantidad de detalles sobre nuestra vida familiar, política, profesional, religiosa e íntima”, sostuvo la ACLU.
El abogado de la ACLU, Alex Abdo, afirmó: “En virtud de este programa, las agencias de inteligencia espían una gran cantidad de información sin precedentes. Están literalmente rastreando cada llamada que se realiza en el país y la Constitución simplemente no permite al gobierno hacer eso. Si el gobierno tiene motivos para pensar que un determinado ciudadano estadounidense es sospechoso de cometer un delito, entonces debería perseguir a esa persona para que sea investigada o vigilada, pero no debería vigilar en forma indiscriminada las llamadas de millones de estadounidenses inocentes”.
En este preciso momento, Edward Snowden está oculto. Supuestamente aún está en Hong Kong, donde le dijo al periódico South China Morning Post: “No estoy aquí para ocultarme de la justicia, estoy aquí para denunciar la delincuencia”. En la entrevista con Greenwald y Poitras, Snowden habló de sus motivos para realizar las filtraciones: “Desde mi escritorio tenía el poder de escuchar las conversaciones de todo el mundo, desde ustedes o su contador, hasta un juez federal o incluso el Presidente si tuviera su correo electrónico personal. …No nos corresponde a nosotros decidir sobre estas cosas. Es la población la que debe decidir si estos programas y políticas son correctos”.
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