Este viernes 8 de Mayo un grupo
de organizaciones, agentes de pastoral y sacerdotes, entregaron un
reconocimiento a mujeres misioneras que han dedicado su vida, por casi cuarenta
años, al trabajo comunitario. La historia contemporánea de Oaxaca no se podría
entender sin el trabajo comprometido de estas misioneras. A continuación el
homenaje por parte de Ana María García Arreola, a nombre de EDUCA A.C.
Mujeres de la esperanza
Como un homenaje a mis
compañeras, maestras, hermanas, a todas las presentes y las que se encuentran
en otro lugar del cosmos. Gracias. Ana María García Arreola
El camino de la esperanza
La opción preferencial por los
pobres fue promovida en la Diócesis de Antequera Oaxaca durante los años
ochentas y noventas del siglo pasado. Se hizo realidad a través de líneas de
trabajo pastoral como la indígenas y campesina, la promoción de la salud, la
organización comunitaria, las cooperativas, la agricultura, la catequesis desde
la realidad, la pastoral juvenil entre otras que con el paso del tiempo dieron
origen a organizaciones como PROSA, ORAB, los centros de derechos humanos, la
organización MICHIZA, el Centro Guadalupano y EDUCA por citar algunos. La
historia diocesana ha sido cambiante después del retiro de Don Bartolomé
Carrasco, han cambiado las opciones de trabajo pastoral y la mayoría de estos
procesos han seguido adelante en el sector de la sociedad civil.
En estos procesos y en las
diferentes parroquias de las regiones del estado las misioneras han estado
presentes, su aporte ha sido fundamental para hacer una iglesia viva, con el
pueblo, con la gente. Originarias de otros estados de la república la mayoría
de ellas se han quedado para seguir evangelizando, su proceso de reflexión
originó que algunas de ellas dejaran su congregación, otras permanecen,
colaboran en parroquias o en proyectos alternativos. Pero sin duda alguna su fe
y compromiso sigue adelante. Han enfrentado las contradicciones de la iglesia
católica, las prácticas de exclusión de las mujeres como sujetas derechos. A
pesar de esto siempre han estado del lado de la gente sencilla, de las mujeres,
de las y los campesinos, en colonias populares en una labor de denuncia y
ejerciendo su ciudadanía, aún sabiendo que la labor de las mujeres al interior
de la iglesia y de la sociedad no ha sido reconocida y valorada lo suficiente.
Hoy hacemos un reconocimiento
público a la labor de las misioneras. Estos testimonios son una rebelión
pacifica, son una forma de denuncia para generar el reconocimiento público de
las labores y aportes en toda la sociedad. No dejamos de reconocer los avances
que se han logrado, pero es necesaria mayor claridad no solo en el discurso
sino en los hechos. Es necesario superar el imaginario social de que la
naturaleza femenina es inferior que la masculina ( con las tremendas las
consecuencias que esto ha en la cultura, en la vida social, y en la vida de la
iglesia).
Estos testimonios de vida, estas
historias de vida, nos trasladan a imágenes cotidianas de mujeres trabajando,
sonriendo, llorando, festejando, acompañando, animando, denunciando, exigiendo.
Es en estos verbos donde se ha tejido la esperanza, no sin dificultades. Cada
una de las misioneras tiene una historia personal, cada una llego a Oaxaca por
diferentes razones, pero en ese proceso han ido tejiendo una red de solidaridad
entre ellas mismas, también con personas, comunidades, organizaciones, ahí
también nace la esperanza.
Es momento de reconocer, de
celebrar la esperanza.
Hoy en tiempos tan convulsos,
difíciles, turbios, donde el individualismo, el miedo, la violencia, la
ambición y la acumulación pretenden también despojarnos de esa esperanza, por
eso queremos celebrar.
En el marco de este
reconocimiento para las misioneras, se hace necesaria la reflexión para todos y
todas desde nuestra práctica, pues solo de esta manera podemos preguntarnos y
generar nuevos aprendizajes, como dice Ivone Gebara “crecer en humanidad y en
el compromiso del amor a sí misma y al prójimo es lo que motiva las luchas y
producción teológica de las mujeres. Pensar la vida a partir de lo cotidiano,
de las heridas de nuestros cuerpos, de las situaciones vergonzosas que hemos
sido obligadas a soportar, hace de nuestra teología en primer lugar, no un acto
de reflexión teórica sobre Dios y el mundo, sino una expresión de las historias
concretas y los sufrimientos que vivimos en el día a día. La hace igualmente
expresión de la fuerza vital que mantiene y hace crecer la vida”.
Estas mujeres han trabajado por
años en el ejercicio y exigencia de derechos, derecho a la alimentación,
derecho a la salud, al agua, al territorio, a un medio ambiente sano. El
derecho a las lenguas originarias, a la cultura, a la educación, el derecho a
la participación, el derecho a votar y decidir. El derecho a la justicia, el
derecho a soñar y el derecho a amar. Es necesario que la comunidad celebre este
aporte en la construcción de un mundo mejor, a partir de su profunda
espiritualidad.
Ivone la teóloga brasileña, nos
comparte su mensaje y nos sirva para la vida: la lucha de las mujeres hoy es
una expresión de la historia de las rebeliones de la humanidad en favor de la
justicia y del amor en las relaciones humanas. Hoy el amor tiene que ser
intenso, el respeto a todos los seres es una obligación, la búsqueda de la
justicia una luz, y la felicidad posible es un derecho inalienable para todos
los seres.
Que así sea y larga vida para las
misioneras. Gracias a nombre de todo el equipo EDUCA.
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