EJÉRCITO ZAPATISTA DE LIBERACIÓN
NACIONAL.
MÉXICO.
16 de Agosto del 2015.
A la Sexta Nacional e
Internacional:
Al Congreso Nacional Indígena:
A l@s de abajo en el mundo:
A quien corresponda:
Una vez más se remarca que, de
arriba, no vendrán la verdad ni la justicia.
Nunca.
Jamás.
De arriba sólo hay que esperar
simulación, engaño, impunidad, cinismo.
El criminal de arriba siempre
tendrá absolución y recompensa. Porque
quien lo juzga es el mismo que le paga.
Son los mismo criminales y jueces.
Son cabezas venenosas de la misma Hidra.
Y ahora tenemos un nuevo ejemplo:
Como zapatistas que somos, nos
hemos dado cuenta de que, gordos y contentos, han regresado a sus casas en el
poblado de La Realidad, dos de los autores intelectuales del asesinato del
compañero maestro Galeano. Supuestamente
estuvieron presos por el asesinato de nuestro maestro y compañero. Sabemos ya que han sido declarados inocentes
del crimen por los mismos que los financiaron y apoyan: los gobiernos federal y
estatal de Chiapas. El autodenominado
“juez” Víctor Manuel Zepeda López, del ramo penal de Comitán de Domínguez,
Chiapas, el día 12 de agosto de este año, sentenció que los señores Carmelino
Rodríguez Jiménez y Javier López Rodríguez son inocentes, a pesar de que ellos
y sus cómplices de la CIOAC-Histórica saben que son culpables de organizar el
crimen. No los únicos, pero también lo
son.
A escondidas los llevaron de
vuelta a La Realidad. Les dijeron que no
se mostraran mucho y fueran discretos, pero la soberbia de quien se sabe impune
frente a la justicia de arriba, les suelta la lengua. Ahí declaran, a quien quiera escucharlos, que
no estuvieron presos, sino guardados en una casa donde recibían todas las
atenciones y la felicitaciones del gobierno estatal de Manuel Velasco y de los
líderes de la CIOAC-Histórica por el asesinato del maestro Galeano, y que les
dijeron que tenían que esperar un tiempo para volver a su pueblo “y seguir con
lo que quedó pendiente”.
Ahora falta que salgan a declarar
a su favor sus cómplices: Pablo Salazar Mendeguchía, Luis H. Álvarez, Jaime
Martínez Veloz, Juan Sabines Guerrero, Manuel Velasco, Manuel Culebro Gordillo,
Vicente Fox, Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto y Rosario Robles. Estas personas son algunas de quienes domaron
a la CIOAC-Histórica y la convirtieron en lo que es ahora: una banda
paramilitar útil para el acarreo de votos y para el asesinato de luchadores
sociales.
También falta que los periodistas
progres los entrevisten y los presenten como víctimas del “feroz” Galeano (él
solo contra más de dos decenas de criminales cioaquistas), reediten la mentira
de un enfrentamiento, publiquen sus fotos amañadas, y cobren con la mano
derecha el servicio prestado, vehículos con chofer incluidos, mientras en sus
medios ensalzan el “gran” desarrollo del suroriental estado mexicano de Chiapas
y, con la mano izquierda, celebran su “compromiso con las luchas sociales”.
Pero…
Como zapatistas que somos,
miramos y escuchamos no sólo nuestra rabia, nuestro coraje, nuestro odio hacia
quienes allá arriba se sienten dueños y señores de vidas y destinos, de tierras
y subsuelos; y hacia quienes se venden, con sus movimientos y organizaciones,
traicionando su historia y principios.
Como zapatistas que somos,
también miramos y escuchamos otros dolores, otras rabias, otros odios.
Miramos y escuchamos el dolor y
la rabia, hechos reclamo en los familiares de miles de desaparecid@s y
asesinad@s nacionales y migrantes.
Miramos y escuchamos la tenaz
búsqueda de justicia de los familiares de los niños y niñas asesinadas en la
guardería ABC en Sonora.
Miramos y escuchamos la rabia que
se hace digna y rebelde huelga de hambre de anarquistas pres@s en México y en
otras partes de mundo.
Miramos y escuchamos la rabia en
los pasos incansables de los familiares de los 47 ausentes de Ayotzinapa.
Miramos y escuchamos la rabia en
el pueblo hermano Nahua de Ostula, agredido por el ejército.
Miramos y escuchamos la rabia en
el pueblo hermano Ñahtó de San Francisco Xochicuautla por el despojo de sus
bosques.
Miramos y escuchamos la rabia del
pueblo hermano Yaqui por los presos injustamente y por el robo descarado de su
territorio.
Miramos y escuchamos la rabia por
la burla que es la investigación por el asesinato de Olivia Alejandra Negrete
Avilés, Yesenia Atziry Quiroz Alfaro, Nadia Dominicque Vera Pérez, Mile
Virginia Martin Gordillo y Rubén Espinosa Becerril, en la Ciudad de México.
Miramos y escuchamos la rabia del
magisterio democrático que resiste la guerra mediática, policíaca y militar que
padecen por el delito de no rendirse.
Miramos y escuchamos la
indignación de quienes, en el norte revuelto y brutal, son atacados por el
color de su piel y por ese color son sentenciados y condenados.
Miramos y escuchamos la rabia y
el dolor por las mujeres desaparecidas, asesinadas por el delito de ser
mujeres; por l@s diferentes atacad@s porque el Poder no tolera lo que se sale
de su estrecho pensamiento; por la niñez que es anulada sin que siquiera alcance
una cifra en las estadísticas de la macroeconomía.
Miramos y escuchamos que sólo se
reciben mentiras y burlas de quienes dicen administrar la justicia y en
realidad sólo administran la impunidad y fomentan el crimen.
Miramos y escuchamos en todas partes
las mismas promesas de verdad y justicia, y las mismas mentiras. Ni siquiera cambian las palabras, como que ya
tienen un escrito que leen, y mal, todos los de arriba.
Ya es el tiempo en que, cuando el
de abajo pregunta por qué se le ataca, la respuesta del de arriba es “por ser
quien eres“.
Porque en este mundo que dolemos,
el criminal está libre y el justo está preso.
Quien asesina es premiado y quien muere es calumniado.
Pero también miramos y escuchamos
que cada vez son más las voces que desconfían, que no se dejan, que se rebelan.
Nosotras, nosotros, como
zapatistas que somos, ni confiamos antes, ni confiamos ahora, ni confiaremos
después en los de arriba, cualquiera que sea el color de su bandera, cualquiera
que sea el modo de su palabra, cualquiera que sea su raza. Si está arriba, lo está porque oprime a los
de abajo.
No tiene palabra el de arriba, no
tiene honor, no tiene vergüenza, no tiene dignidad.
De arriba, nunca, jamás llegarán
la verdad y la justicia.
Tendremos que construirlas desde
abajo. Entonces el criminal pagará hasta
que quede cabal la cuenta.
Porque lo que arriba no saben es
que cada crimen impune no hace sino enardecer el odio y la rabia.
Y cada injusticia cometida no
hace sino abrir el camino para que esos odio y rabia se organicen.
Y en la balanza romana de
nuestros dolores, pesaremos lo que nos deben.
Y pasaremos la cuenta… y la
cobraremos.
Entonces tendremos, sí, la verdad
y la justicia. No como una limosna de
arriba, sino como una conquista de abajo.
La cárcel será entonces para los
criminales y no para l@s just@s.
Y la vida, digna, justa y en paz,
será para tod@s.
Eso, sólo eso.
Desde las montañas del Sureste
Mexicano.
Subcomandante Insurgente
Moisés. Subcomandante
Insurgente Galeano.
México, agosto del 2015.
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