sábado, 27 de diciembre de 2008

No permitiremos que Pemex regrese, advierten indígenas de la Lacandona



■ En 1994 estaba perforando pozos, pero “huyó cuando empezó la guerra”

Elio Henríquez (Corresponsal)

Ejido San Miguel, municipio de Ocosingo, Chis., 26 de diciembre. Las declaraciones que hizo el mes pasado la titular de la Secretaría de Energía, Georgina Kessel, durante su visita a Chiapas, en el sentido de que habría exploraciones petroleras en la selva Lacandona, mantiene en alerta a los pobladores de la zona.

Los más inquietos son los habitantes de los ejidos San Miguel y Laguna El Carmen Pataté, en cuyas tierras fueron abiertos y luego cerrados varios pozos denominados Nazaret, en la década de los 80.

“Hay versiones de que hace unos días un helicóptero aterrizó en el pozo número uno, ubicado en Laguna El Carmen Pataté y de que había gente trabajando, pero todavía estamos investigando”, afirmó el agente municipal del ejido, Pedro Mendoza.

Añadió que las versiones han causado preocupación entre los pobladores de la región, quienes han tomado el acuerdo de “no permitir” que Pemex regrese a esta zona, la cual abandonó en 1994, cuando surgió públicamente el Ejércto Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).

“En esta área hay 31 pozos abiertos por Pemex en los 80 y principios de los 90, pero todos están cerrados y ninguno fue explotado”, dijo el dirigente tzeltal, en cuya casa de madera se aprecia en la pared una pintura del subcomandante Marcos.

“Se han escuchado rumores de que Pemex quiere volver a esta zona, y por ello la semana pasada mandé a dos policías a que investigaran si había presencia de personal (de Pemex) en el campamento (ubicado en Pataté) y si es cierto que había aterrizado un helicóptero, pero no encontraron nada”.

De todas formas –advirtió–, “vamos a estar pendientes, porque no permitiremos que trabajen”. Informó que el pasado 24 de diciembre, cientos de pobladores hicieron una ceremonia tradicional donde están los restos de lo que fuera el campamento de Pemex, para pedir que no regrese.

Salieron huyendo

En el centro de este ejido está la marca donde años atrás se planeaba abrir uno de los pozos. Sobre una base de cemento se observa un tubo mohoso de varias pulgadas en el que se lee: “Petróleos Mexicanos. 1985. Exploración”. Casi sobre la señal colocada por la paraestatal está la pared de una humilde choza de madera, construida hace cuatro años.

“Este pozo ya no lo abrieron porque en 1994 se vino la guerra y todo el personal de Pemex salió huyendo, pero se dice que quieren volver”, comentó Mendoza.

“Cuando pusieron esta marca dijeron a los pobladores de San Miguel que los iban a reubicar por la apertura del pozo, pero si en aquel entonces había alguien que estuviera de acuerdo, ahora estamos unidos y por nada nos saldríamos de aquí”, manifestó.

Más arriba, hacia la sierra Corralchén, a dos kilómetros de Laguna El Carmen Pataté y a 45 de la cabecera de Ocosingo, se encuentran las ruinas del campamento que Pemex instaló para el personal que en los 80 abrió los pozos en la zona, ubicada en la selva Lacandona.

En medio de la vegetación, donde habitan venados, tepezcuintes y otros animales propios de la selva, el lugar parece abandonado totalmente. Sólo hay señales de que algunos de los trabajadores de empresas que con el permiso de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales están talando y sacando cientos de árboles, llegan a descansar esporádicamente.

En el sitio se observa una casa grande y varias de menor tamaño que servían como dormitorios, comedores, cocina y oficinas, las cuales están casi destruidas. A poca distancia está, intacto, el helipuerto de concreto, con señales de haber sido utilizado recientemente.

A un par de kilómetros, donde termina la terracería, se localiza el pozo número uno debidamente sellado y con señales de abandono también. Del lado opuesto de éste está el 51, con las válvulas respectivas y desprotegido porque la barda ya fue destruida.

“Cuando se abrió este pozo, en 1984, salieron llamaradas”, relató Manuel Clara Ruiz quien, asegura, trabajó como “baritero” –así se dice a quien por un embudo echa la barita, polvo de una piedra homónima muy pesada que es explotada por compañías mineras en algunas zonas de Chiapas– cuando se hizo la perforación.

“Yo me acuerdo que entonces los de Pemex dijeron que este pozo tenía cuatro kilómetros de profundidad, y que echó llamas porque había petróleo”, comentó el indígena, quien guió a los reporteros hasta el lugar.

Según José Luis Castañón Helgueros, geólogo jubilado de Pemex que durante aquella época participó en los trabajos de exploración en esa zona “definitivamente no hay petróleo; si lo hubiera se estaría extrayendo”, pues se hizo una fuerte inversión en aquellos años.

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