Carlos Monsiváis
Notas de la semana
18 de enero de 2009
No sería importante que el Presidente compartiese con su feligresía su idea de “la perspectiva de los valores”?
El presidente Felipe Calderón, al inaugurar el Encuentro Internacional de las Familias, pronunció un discurso que además de histórico es memorable. En él fustigó los resultados amargos y desintegradores del divorcio, las familias extracurriculares (conocidas como “las de madres solteras”), la ausencia de hogares bien avenidos que desemboca en la delincuencia organizada (el caos moral que da origen al orden inmoral) y así sucesivamente. Al respecto, unas dudas que formulo con la esperanza de que queden irresolubles.
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Don Felipe describe un “fenómeno real” que, “aunque preocupante, es fundamental afrontarlo desde la perspectiva de los valores”.
Al respecto, se preocupa: “Tenemos que ver que son ya millones de niños los que nacen o se forman en el seno de una familia integrada únicamente por la madre y su hijo. En México más de 5 millones de familias están encabezadas por la madre, por una mujer. También presenciamos cada vez más que, de acuerdo con la legislación civil, la práctica de divorcio propicia que muchas familias vivan un proceso de desintegración y de reintegración, en ocasiones hacia nuevos núcleos familiares (subrayados a cuenta de la preocupación)”. Siguen preguntas:
—¿Cuál es la perspectiva de los valores, por lo visto innecesaria de puntualizar, que hace del divorcio y de las madres solteras un fenómeno preocupante? ¿No sería importante que el Presidente de la República compartiese con su feligresía, que podría ser ciudadanía, su idea de “la perspectiva de los valores”? Habida cuenta de que las madres, que, se nos informa son mujeres, presiden hogares donde falta la voluntad patriarcal, ¿no podría el Estado hacer las veces de padre sustituto en las sobremesas? ¿Por qué el divorcio “propicia un proceso de desintegración”, y las parejas que persisten en medio de la violencia intrafamiliar, que según las autoridades afecta a 52% de los hogares, viven lo que sería entonces un proceso de integración?
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Continúa don Felipe: “Esta situación a lo que debe impulsarnos es a fortalecer, y fortalecer más que nunca, lazos familiares fundados en valores, sustentados en la confianza, en la lealtad, en el respeto recíproco, en la sinceridad y, sobre todo, en el amor”. Y añade con énfasis no desprovisto de catequesis: “Ahora bien, que el hecho de que estos fenómenos ocurran y ocurran cada vez más no debe llevarnos ni a ignorarlos y menos a dejar en el desamparo a quienes viven en esta situación. Las personas tenemos el deber de incorporar y de respaldar a quienes forman parte de una familia integrada por una madre soltera y su hija o hijo, o bien por un nuevo matrimonio o, particularmente, de quienes en los suburbios de las ciudades o en los pueblos que sufren la migración en nuestro país carecen de la presencia cotidiana de sus padres o de sus hijos. Tenemos que encontrar la manera de apoyar a quienes por diversas razones no forman parte de un núcleo familiar tradicional”.
—Pregunto con el objeto de vislumbrar una explicación, o varias: ¿los lazos familiares de los divorciados y de las madres solteras no están fundados en valores? ¿Carecen ya para siempre las parejas que desoyeron el “unid y permaneced” de confianza, lealtad, amor y sinceridad? ¿Viven en el desamparo? ¿Qué madres solteras están solicitando de las personas el que las incorporen y las respalden? ¿Qué significa el apoyo a los núcleos familiares no tradicionales?
El que tenga las respuestas que las envíe, previo razonamiento, al domicilio de todos los divorciados y todas las madres solteras.
domingo, 18 de enero de 2009
Signos de interrogación que traen preguntas
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