lunes, 18 de mayo de 2009

El caso De la Madrid muestra la cara más negra del PRI: Anaya



Es síntoma claro de la muerte de un sistema, expresa la periodista

El caso De la Madrid muestra la cara más negra del PRI: Anaya

Si no leemos adecuadamente esto vamos a terminar en una guerra civil

Arturo García Hernández

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Hace un año, en entrevista con la reportera Martha Anaya, Miguel de la Madrid Hurtado sostuvo que prefería pasar a la historia como un presidente fraudulento a haber perdido la elección de su sucesor, y admitió que no esperaba que Cuauhtémoc Cárdenas obtuviera tantos votos y que dio órdenes al Ejército de disparar si los seguidores del entonces candidato del Frente Democrático Nacional intentaban tomar Palacio Nacional.

Ya desde entonces, a 20 años de haber dejado la Presidencia de la República, De la Madrid Hurtado era un hombre dispuesto a decir lo que piensa, frente a sí mismo y frente a la historia, tal como se muestra en la entrevista con la periodista Carmen Aristegui, divulgada la semana pasada, en la cual señaló la corrupción del gobierno salinista y sus nexos con el narcotráfico.

La entrevista de Martha Anaya forma parte del libro 1988: el año que calló el sistema (publicado por el consorcio Random House Mondadori), crónica detallada de la jornada electoral del 6 de julio de 1988, en la que Carlos Salinas de Gortari se proclama presidente y Cuauhtémoc Cárdenas denuncia un fraude de magnitudes insospechadas.

El escándalo desatado por las afirmaciones de Miguel de la Madrid y su posterior retractación –expone Martha Anaya en entrevista con La Jornada– son otro síntoma de la descomposición de un sistema que está cerrando su ciclo, que está muriendo: Si no leemos adecuadamente todo esto, su significado, vamos a terminar en una guerra civil.

Lo que ahora vemos es la cara más negra del PRI, el revoloteo de todas aquellas aves oscuras de las cuales ya nos habíamos olvidado un poco; volvió a aparecer el rostro de Salinas, y con él, de todo el grupo que teme perder una elección.

La ilegitimidad del gobierno de Salinas de Gortari es el pecado de origen que lo obligó a abrirle las puertas a la derecha, a negociaciones oscuras con el PAN, a pactos que cambiaron la historia, que fueron un punto de quiebre en la historia del país.

Posteriormente, en 2006, tenemos la misma historia con distintos protagonistas: un gobernante (Felipe Calderón) que surge de unas elecciones cuestionadas, con un problema de legitimidad, que se ve obligado a pactar, esta vez con el PRI, para poder gobernar.

Son dos espejos negros frente a frente.

Como reportera de presidencia, Martha Anaya –premio Nacional de Periodismo en el rubro de crónica– tuvo trato cercano con Miguel de la Madrid. Posteriormente lo siguió frecuentando con motivos profesionales.

En abril del año pasado le hizo la entrevista que quedó integrada en 1988: el año que calló el sistema. Entre las aportaciones del libro está la recreación de lo que ocurría tras bambalinas en los momentos de mayor tensión en aquellas elecciones; permite saber quiénes, cómo y por qué tomaron las decisiones que tomaron; de qué hablaron los protagonistas cuando no estaban ante cámaras o micrófonos.

–¿Reconoce en el De la Madrid que entrevista Carmen Aristegui al De la Madrid que usted entrevistó?

–Sin duda, me lo recordó muchísimo. De la Madrid tiene efectivamente dificultades en el hablar, de dicción; sus problemas respiratorios son evidentes, le cuesta trabajo formar frases largas, pero de ahí a que no esté lúcido hay una distancia abismal. Es un hombre absolutamente claro en lo que dice. Si le sueltas un dato equivocado o algo con lo que no está de acuerdo, inmediatamente te corrige.


Martha Anaya, durante la entrevistaFoto Guillermo Sologuren
La entrevista que le hice fue en algunos casos monosilábica, en otros lograba extenderse más. Pienso, incluso, que hace un año quizá tuvo respuestas un poco más largas conmigo. Pero sí es muy semejante el Miguel de la Madrid que entrevisté el 25 de abril del año pasado con el que escuché a través de las grabaciones que dio a conocer Carmen Aristegui.

–¿Le sorprende lo que dijo sobre Carlos Salinas?

–No, desde luego que a mí no me sorprende. Cuando lo entrevisté sentí que Miguel de la Madrid está en una disposición de decir lo que cree y siente, lo cual no significa que sea la verdad forzosamente. Cuando me respondía, tenía la sensación de estar ante un hombre que dice lo que en verdad piensa. No se percibía en sus palabras un doble filo, un maquiavelismo, todo eso a lo que estamos acostumbrados y que podíamos haber visto en él cuando fue presidente. Lo traté cuando lo fue, lo seguí viendo después y me tocó ver ese cambio en él. Puedo decir que desde sus memorias, publicadas en 2004, las más honestas de todos nuestros ex presidentes, empieza a desatarse ese Miguel de la Madrid más suelto y que ahora, en el final de su vida, seguramente ya se ve más allá del bien y del mal.

Veo que Carmen Aristegui se encontró a un Miguel de la Madrid igual: dispuesto a contar lo que piensa y lo que cree; un hombre frente a la historia y frente a su historia.

Así se explica Martha Anaya que un hombre del sistema, que estuvo en el punto más alto del poder político en México, haya roto la regla no escrita de que un ex presidente no habla.

–¿La retractación?

–Es dolorosa, humillante, terrible. Estoy segura, y ya lo documentó La Jornada el 15 de mayo, de que se vio obligado a retractarse. Ya sabemos que estuvieron con él Emilio Gamboa, Francisco Rojas, Ramón Aguirre, para presionarlo. Y el más interesado en eso era Salinas. Fue un parricidio político terrible.

Pensaba yo esa mañana que las palabras que le dijo De la Madrid a Aristegui se cumplieron en él: la impunidad se requiere para que el sistema siga. Eso es lo que para mí fue la retractación.

–¿Qué sombra es mayor sobre el gobierno y la carrera política de Salinas: el fraude electoral de 1988 o la corrupción de su gobierno?

–Las dos se complementan, corren paralelas. La ilegitimidad es el pecado de origen. Y luego la gran corrupción. ¿A qué lo lleva la ilegitimidad? A abrirle la puerta a la derecha para legitimarse y a operar todo el programa del PAN. Otro carril muy distinto es el de la inmoralidad, el de la venta de las parestatales, de lo cual se beneficia. Ahora que, visto a la distancia, creo que pesa más la corrupción que la ilegitimidad.

–Siguiendo como ha seguido estas historias, ¿qué le revela el nuevo escandalo?

–La historia negra del partido, que vuelve a saltar. Pero tiene otro ingrediente en la circunstancia actual: sea el PAN o el PRI el que esté en el poder, es un solo sistema que está supurando, que está en descomposición, que está dando sus últimos gritos. Si no leemos adecuadamente todo lo que esto significa, vamos a terminar en una guerra civil.

“Esta descomposición se manifiesta en lo que ocurre con las declaraciones de De la Madrid, en un libro como el de Carlos Ahumada (Derecho de réplica), y si además le agregamos la crisis económica, la crisis de salud, las desigualdades sociales, vemos que el sistema se está muriendo, que está a punto de estallar.”

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