miércoles, 20 de abril de 2011

Benita Galeana


Este 17 de abril se cumplieron 16 años de la muerte de Benita Galeana, guerrerense de San Jerónimo de Juárez que trascendió a su municipio, a su estado, a su país, y a la historia. Aunque fue precursora de los derechos de las mujeres su dimensión es mucho más elevada, ella lucho por los derechos de los trabajadores, contra el alza de los precios y por mejores salarios, por los derechos y las libertades políticas, por la soberanía nacional, conoció el socialismo real y soñó con verlo en México.

El Galeana no se sabe de dónde le viene, el pópulo dice que en uno de los festejos que le hacen en su natal San Jerónimo, alguna funcionaria dijo que venía siendo tatarararanieta de Hermenegildo Galeana, pero un costeño de esos malosos le dijo: eh, ora, si Tata Gildo ni hijos tuvo. La verdad es que la historia registra que Hermenegildo Galeana enviudó a los seis meses de casado y jamás volvió a casarse, sin que se le supiera tampoco algún desliz que le diera descendientes.

Ella quizá fue descendiente de Hermenegildo Galeana, pero no directa, por el lado de sus hermanos que si tuvieron hijos, pero también es cierto que a ella lo que menos le importó fue si su apellido tenía lustre o no, en su personal caso se encargaba de dárselo o quitárselo como sirvienta, pareja de un mezcalero, de un militar de rango, analfabeta o escritora, dama de algún cabaret, militante o amante de algún personaje de la elite empresarial, activista callejera o conocida de Stalin o Fidel Castro.

Sus biógrafos repiten casi lo mismo que ahora digo. Huérfana de madre, con un padre alcohólico, explotada por una hermana, se obsesionó con tener zapatos, salir de su pueblo, e ir a la ciudad de México. Lo intentó una vez y la descubrieron, tuvo a su hija única, se le enfermó y un militar le pagó las curaciones a cambio de vivir con él pero no duraron, se fue a México dejando a la hija al cuidado de la abuela materna, cuando regresó por ella le cobraba una fuerte suma por los cuidados.

Dispuesta siempre a todo se fue con la hija perseguida por la policía, llegando nuevamente a la ciudad de México, donde ya conocía a Manuel Rodríguez, casi tanto como a El Viejo Jalisco, el cabaret donde juntó el dinero para volver por su hija, y donde aprendió que igual que en su pueblo la virginidad valía mucho, apareciendo por ello como una mujer siempre virgen, fantasía que sus clientes pagaban muy bien. Benita dejó el cabaret y se apartó a vivir con Manuel Rodríguez.

El le enseñó los primeros pasos de la militancia política, y en 1927 se afilia al Partido Comunista Mexicano, en plena efervescencia por la defensa de Sacco y Vanzetti, y en plena solidaridad con Cesar Augusto Sandino que combatía a los marines que habían invadido Nicaragua. Benita encuentra en el PCM su espacio natural, y adquiere brillo propio convirtiéndose en luchadora incansable, activista sin reposo, sin importarle caer en prisión hasta en cincuenta y ocho ocasiones.

La teoría no era su fuerte, pero su falta de formación teórica la sustituía con una audacia sin límites, pues para demandar la libertad de compañeros presos lo mismo se enfrentaba con granaderos cuerpo a cuerpo, o como narra en Actos Vividos: “Que me aviento al carro, me le pego y lo paro. Me agarré de la ventanilla así, de la de atrás. El chofer me golpeó, pero no me aflojó. Entonces me pesqué a Alemán de la corbata. Se le sumió la manzanita porque me lo pesqué, pero bien pescado”.

Ella luchó por la liberación de las mujeres, pero no con el enfoque de hoy día, mucho menos fue feminista, cosa que el PCM y ella veían como táctica burguesa para distraer a las mujeres de la tarea fundamental, que era la liberación de la opresión y explotación no como género, sino como clase social. Ella veía al género de otro modo, tal vez por eso con Mario Gil, su marido más longevo, a la muerte de su hija Lilia adoptaron cinco niñas indígenas, aunque el cuidado familiar no era su fuerte.

No se porqué se muere una vez y se nace varias, ahora que intento las efemérides de Guerrero en lucha me encuentro que todos sabemos que Lucio Cabañas murió en combate un 2 de diciembre de 1974, pero nació varias veces, lo mismo que sucede con Benita Galeana, de quien sus biógrafos dicen que nació en 1904 ó 1907, en septiembre o diciembre, pero todos coinciden en que murió un 17 de abril de 1995, dejando un legado no valorado en modo alguno por la clase política de hoy día.

Fuente: La Jornada de Guerrero

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