JAIME MORALES HERNÁNDEZ
El pasado domingo 8 de mayo en todo el país y en algunas ciudades del mundo, se realizaron marchas en apoyo a la iniciativa del poeta Javier Sicilia, por la paz, la justicia y la dignidad como alternativas a la triste situación por la que atraviesa México. Las marchas reunieron a diversos ciudadanos y ciudadanas, y una de sus coincidencias principales, se refiere a “atender a la juventud con acciones que recuperen el tejido social”. La falta de presente y de futuro para los millones de jóvenes en México es un tema central para el país, y el texto reflexiona acerca de la crisis rural, la ruptura del tejido social en el campo y sus impactos en los jóvenes rurales.
En esta columna se ha señalado repetidamente la manera en que, tanto desde diversas organizaciones internacionales como desde distintos movimientos sociales, han dado cuenta de la situación crítica del medio rural como consecuencia de las políticas agrícolas implementadas desde el gobierno. Ahora conviene dejar la voz a un lector que a partir de su vivencia como gente de campo nos ilustra con claridad sobre algunas claves de la situación del medio rural, En el Correo Ilustrado de La Jornada Jalisco, el 30 de abril del 2011 se publicó una carta de Federico González Alfaro, agricultor de Sayula, Jalisco, a quien agradecemos ampliamente su envío y me permito citar aquí fragmentos de su texto:
“Necesitamos verdaderas políticas agropecuarias [….]para sacar adelante a nuestro campo, necesitamos políticos con visión, necesitamos urgentemente poner orden en tanto desorden. ¿Quieren un campo productivo? Háganles caso a los productores, no a sus incapaces técnicos que reportan sólo datos falsos y diseñan programas de apoyo muy eficientes en el papel [… ]y tienen al campo en la miseria.
“Sus equivocadas políticas provocan que los pequeños productores y ejidatarios se vean en la necesidad de rentar sus tierras a las empresas agrícolas que poco les interesa la sustentabilidad, lo que les importa es sacarle el máximo provecho a la tierra… una vez agotada, exprimida, contaminada, migran a otro rancho o a otra región para volver a realizar la misma operación. No aman la tierra, aman las utilidades que de ella puedan sacar, exprimir. Son necesarias leyes que obliguen a la sustentabilidad ecológica, detengan a estos delincuentes disfrazados de 'inversionistas del campo'. El campo en Sayula se está convirtiendo en un basurero gracias a los actuales ritmos de producción, al uso indiscriminado de agroquímicos y fertilizantes, a las erróneas políticas en apoyo al campo […] a la pobreza e ignorancia de los productores agropecuarios”.
Se despide don Federico González Alfaro con estas palabras “Y no me digan que miento, soy un verdadero agricultor en cuerpo y alma. No un agricultor de escritorio como sus técnicos, funcionarios y políticos, que no saben nada del campo, sólo saben enriquecerse a costa del sufrimiento de sus campesinos”.
Esta carta desde mi punto de vista, aporta una relevante perspectiva sobre la forma en que las instituciones y las políticas públicas han llevado a la población del campo hacia la pobreza, el desempleo y la desesperación, mientras las grandes agroempresas obtienen cuantiosas ganancias, desplazan a la agricultura familiar y deterioran irreversiblemente los recursos naturales, amenazando así el futuro de los jóvenes rurales y con ello el del campo mexicano.
La crisis rural es la principal causa de la pobreza, la emigración y la violencia que están desintegrando no sólo a las familias, sino también a las comunidades, a sus tejidos sociales y a sus identidades culturales. Por ello desde el medio rural es posible decir junto con los miles de manifestantes del domingo 8 de mayo, que estamos hasta la madre de políticas rurales equivocadas, de funcionarios improvisados, de agroempresarios voraces, de autoridades omisas. Ya desde 2003 Armando Bartra, actual director de La Jornada de Campo, señalaba que el problema del campo en el país es una cuestión de justicia y equidad, es una asignatura pendiente en la historia de México, y un elemento fundamental en la construcción de un proyecto de país, diverso, plural y alternativo, y advertía de manera premonitoria, que de seguir así las cosas, en unos cuantos años el campo mexicano profundizará su condición de zona de desastre, y devendrá en un páramo agropecuario y social.
La búsqueda de la paz con justicia y dignidad pasa necesariamente por la construcción de un desarrollo rural justo, incluyente y sustentable, y por tanto, de un cambio en las políticas agropecuarias y de las formas autoritarias e ineficaces de aplicarse. Desde esta columna va un saludo esperanzado a esta movilización ciudadana, y la apuesta por las marchas del domingo antepasado que pueden significar el punto de partida hacia un país diferente y hacia un mundo rural más pacífico, más digno y más justo para las actuales y futuras generaciones de jóvenes rurales.
Fuente: La Jornada de Jalisco
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