FERNANDO INÉS CARMONA - LUNES, AGOSTO 15, 2011
Tehuipango, Ver.- En la sierra de Zongolica, ser mujer “es dificilísimo. No tenemos derecho a hablar, a decir: 'oye no estoy de acuerdo'; a decidir por nuestro cuerpo, derecho a pedir. Esa es nuestra cultura”. Las sexoservidoras tienen más conocimiento de la protección sexual que nosotras”. Además, el homosexualismo es visto como un delito y la migración destroza familias enteras, refirió la profesora Nieves Esther Cerezo Calihua, apoderada legal de la asociación Tojcha Tlajsojtli (Tesoro de nuestro pueblo).
–¿Que tan difícil es ser mujer en la sierra?
–Dificilísimo, porque primero no tenemos derecho a hablar; no tenemos derecho a decir: 'oye no estoy de acuerdo'; no tenemos derecho a decidir por nuestro cuerpo; no tenemos derecho a pedir porque la cultura así nos han enseñado. Esto es una formación. Hay mujeres que nos salimos del parámetro, nos preguntamos, '¿qué estoy haciendo?' Y vemos cuál es nuestro rumbo.
Uno de los problemas es que desde niñas, a las mujeres se les somete, con argumentos tradicionales. Uno de ellos, es el inicio de la actividad sexual. Aquí, las niñas, tempranamente ya son amas de casa:
–¿A qué edad las niñas empiezan a tener su actividad sexual?
–Por tradición las muchachitas se van a los 13 o 14 años. El Sector Salud les da pláticas, pero por lo que hemos observado, casi no todas las usan, se descuidan. Las sexoservidoras son las que se más cuidan, ellas tienen conocimiento necesario de cómo protegerse, entonces yo me pongo en su lugar y me doy cuenta que la población indígena en general no sabe y la que está protegida, que está yendo a su consulta, son las sexoservidoras, y nosotros no sabemos cómo cuidarnos. Pero hay que reconocer que nuestro pueblo aún no está abierto, las mujeres no podemos ir a la farmacia y pedir un preservativo, y no dudamos que habrá a quien, su pareja le prohíba usarlos.
La migración: flagelo familiar
Otro azote que deben soportar las mujeres es la migración de los hombres y de acuerdo con estadísticas de esta naciente organización, cada vez son más el número de mujeres que asumen el papel de padre, madre y jefe de familia.
“Tres de cada 10 mujeres están solas por la migración, sus parejas ya no regresan. Ahí es en donde vemos que la migración afecta a toda la familia, emocionalmente, a la mamá que dice: 'quién sabe en dónde está mi hijo', el papá dice lo mismo, pero a veces le es más fácil irse a echar una cervecita y se le olvida, ¿y a la mujer?”.
En el campo laboral, las condiciones aún son peores: “muchas veces, las niñas, se tienen que salir de la escuela para lavar los trastes, para barrer la casa, porque no hay empleo y eso tenemos que cuidar. No es posible que haya mujeres que lavan ropa ajena y por una bolsa de ropa sucia, pero muy sucia, les pagan 30 pesos. Eso no puede ser”.
Para contrarrestar los efectos de estas costumbres, esta organización ha iniciado una serie de talleres encaminados a cambiar los patrones de conducta histórica: “el proyecto se llama: Hombre y mujer, una sola mirada. Los hombres cometen delitos, pero nadie les dice que cometieron un delito y la mujer lo acepta porque por costumbre, acepta, por ejemplo, que es correcto que me pegue mi marido, que haga lo que quiera o que no me dé para el gasto”.
El objetivo es que haya igualdad, equidad entre las mujeres y hombres de la sierra, romper con las tradiciones, aunque reconoció que hay grupos a los que ya no se les podrá cambiar su forma de pensar: “la gente adulta, de 40 para arriba, es muy difícil cambiar su forma de pensar y estamos trabajando con jóvenes de bachillerato, que los vamos a empezar a formar en una nueva cultura de equidad de género.
”Hemos hecho el proyecto a modo de decirles: 'tú tienes información, yo también'. Tiene que ser pareja, pero sí se destaca el papel de la mujer en el rol familiar y a la vez social”. Este proyecto tiene como ejes rectores la mujer indígena como medio para el desarrollo económico de una familia; la migración como afecta una familia y, la mujer desde el punto de vista cultural.
Para coordinarse, las mujeres integrantes de esta organización formaron grupos “de 10, que nos vamos a ir a 10 comunidades para trabajar con 10 parejas entonces, tendríamos 200 personas capacitando. Vamos a empezar agarrar lo positivo. La gente indígena no es tonta, los que se resistan tendrán sus motivos, pero los jóvenes les tenemos que empezar a dar armas para que ni cometan ni infrinjan la ley. No somos moralistas, tratamos de ver las cosas como vienen y tratamos de reacomodar, no se trata de ir a abrir una brecha entre el marido y la mujer, se trata de unificar, que estén a gusto. No se trata de ir contra las ideas sino de ir limando asperezas”.
En el trayecto, hay temores, incluso de la municipalidad: “Tenemos un poco de temor a la autoridad porque nos empieza a bloquear. Un ejemplo el trienio pasado rumoró que queremos quitar un pedazo de la zona arqueológica, cuando nosotros lo que queremos es apoyar. Tehuipango no está a la venta. Gana más la falsedad. Tenemos una línea tratar de apoyar a los demás”.
Rechazo homofóbico
En esta zona rural, hay otro sector sumamente marginado no por su pobreza o por ser indígena, sino por sus preferencias sexuales: “Por ser homosexual, toda la gente me va a rechazar, ya nos condicionamos a pensar que los patrones culturales nos ha enseñado, es un delito tener otra preferencia sexual, y eso no es así, eso también lo tenemos que cambiar”.
Programas asistencialistas dividen a la población
Si bien la profesora reconoce la ayuda que los programas asistencialistas en esta sierra, también admitió que hay una marcada brecha entre la población. “Muchas mujeres están esperando Oportunidades y tienen que esperarlo para vivir, de 10 mujeres cinco viven así, lo digo porque tengo 27 años de servicio. Antes las niñas no tenían derechos, con el programa Solidaridad, empezaron a tener mejor participación”.
La comunidad empieza a fastidiar: “tú tienes Oportunidades”, “tú tienes más”. No hay equidad, llega Progresa y Oportunidades y es lo mismo, a muchos les van bien, se las llevan tranquila, pero hay familias que no tienen nada. Hay quien dice: “Yo pido prestado porque sé que en dos meses llega Oportunidades y voy a pagar lo que debo”.
El programa Adulto Mayor es benéfico para los indígenas: “los abuelitos ya salen al mercadito, porque hemos visto que ya tienen con qué comprar, yo digo perfecto. Los abuelitos antes estaban arrinconados, ahora ya no”.
Fuente: La Jornada de Veracruz
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