PAULA CARRIZOSA
La “nueva canción”, consideró el cantautor Gabino Palomares, no fue un espectáculo de acompañamiento de los movimientos sociales en los 60 y 70 que se tocaba en los ratos libres para pasar el rato, sino que fue el reflejo de la realidad y de la voz de los jóvenes que se decidieron a hablar y a protestar por la condición de su país.
El músico, quien concedió una entrevista a La Jornada de Oriente, lamentó que a 41 años de la masacre del 2 de octubre, que se cumplirán el próximo domingo, el género haya perdido su esencia y los intérpretes sólo busquen “salir en televisión y engrandecer su ego estético”.
“Ay, Plaza de Tlatelolco, cómo me duelen tus balas, cuatrocientas esperanzas a traición arrebatadas”, reza la canción México ’68”, escrita por Ángel Parra e interpretada por Palomares, quien al lado de otros trovadores como Óscar Chávez, Judith Reyes, Víctor Heredia, José de Molina o Víctor Guerra, además de los chilenos Quilapayún, Inti Illimani y Violeta Parra, constituyeron el frente que aprovechó la música para denunciar la pobreza, los abusos de poder, la militarización, la injusticia, la desigualdad, la falta de oportunidades y opresión.
El intérprete mexicano explicó que además de un año clave para los movimientos sociales, 1968 fue un año importante en la música, pues se gestó un género llamado “la nueva canción”, que actualmente es conocida como “trova”.
“Éramos cronistas de los movimientos y las guerrillas, y cantábamos a México a través de nuestra letras y de nuestra voces”, enfatizó vía telefónica. Desde entonces, la trova se convirtió en una forma de denuncia que acompañó a la realidad de Latinoamérica y a los personajes que encabezaron a las luchas sociales.
Lamentablemente, “la nueva trova tiene un gran defecto: no habla del país ni de la situación convulsa en la que se vive, sino que sólo busca el goce estético de sus intérpretes”, expresó.
Dijo que dicha actitud de los “jóvenes de la trova” nació porque creyeron que si se alejaban de las cuestiones sociales y de las referencias hacia la política, serían escuchados por la mayoría y, principalmente, por los medios de comunicación.
Lo que perdió esta generación, advirtió el autor de La maldición de la Malinche, fueron dos cosas: se dejó vacía una gran plataforma para conocer al verdadero México y, sobre todo, se perdieron la oportunidad de continuar su formación como músicos.
“Cuando escucho sus canciones me pregunto de qué país están hablando, porque la forma en que yo vivo no coincide con el entorno que ellos me plantean”, criticó el cantautor.
A su parecer, la actitud de los trovadores contemporáneos no es culpa de fenómenos como la globalización, sino que responden a un solo factor: esa tendencia exacerbada a trabajar individualmente como dicta el capitalismo que provoca que estén ensimismados y los insta a no salir de las peñas o los bares. “La vida, muchachos, está en la calle, ahí está el mundo”, confió.
Recordó que algo parecido pasó en la década de los 80, cuando él y otro grupo de trovadores, incluido Óscar Chávez, fundaron el Comité de la Nueva Canción Latinoamericana.
En el grupo hubo quienes prefirieron “voltear” hacia la televisión bajo la misma búsqueda que ahora, ser vistos y escuchados por un mayor número de personas. Así, contó Palomares, cantantes como Guadalupe Pineda, Tania Libertad y Eugenia León se volvieron las voces de la canción latinoamericana que supieron aprovechar el recurso.
Por ello, recomendó a los jóvenes y no sólo a los artistas salir a la calle y “nutrirse” de ella, porque será ahí donde encontrarán la materia prima para crear.
–A 41 años de la masacre del 2 de octubre, ¿qué canción le dedicaría al México de hoy? –se le cuestionó.
–Definitivamente, sería la canción de A la Patria, porque habla de ese mundo por el que todos estuvimos peleando, aquel que buscaba la igualdad y una repartición de la riqueza equitativa, y en donde la patria existía para todos.
“Sólo habré de llamarte patria mía si tomamos las riendas y el camino; sólo habré de llamarte patria libre si los ricos no marcaran tu destino”, entonó Gabino Palomares, y finalizó diciendo que “tristemente este es un ideal cada vez más lejano”.
Fuente: La Jornada de Oriente
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