miércoles, 19 de octubre de 2011

Los permanentes fracasos del G20


ARTURO HUERTA GONZÁLEZ

Las principales economías del mundo presionaron a Europa en la reunión de ministros de Hacienda del G20 celebrada en Paris el 15 de octubre, para que actúe en busca de una resolución a la crisis de deuda pública de la región, que está afectando a la economía mundial. Se enfoca el problema como si éste fuera sólo responsabilidad de la zona euro, sin considerar que es resultado del sistema económico predominante, que es hegemonizado por el sector financiero internacional, que ha venido imponiendo políticas económicas a su favor, y en detrimento de los sectores productivos y del empleo. Las intervenciones de los gobiernos y bancos centrales son a favor de la banca y el sector financiero, sin importar que éste desarrolla prácticas especulativas que nos llevan a crisis recurrentes y cada vez más profundas. No reconocen que hemos caído en un círculo vicioso, pues los recursos que se canalizan a dicho sector no se destinan a la esfera productiva y a la generación de empleo, sino que pululan en la esfera financiera–especulativa, y de ahí el porque las crisis son más frecuentes, y cada vez más profundas y más difíciles de salir, pues para ello habría que poner en el centro la esfera productiva y el pleno empleo, y subordinar la esfera financiera a tales objetivos, lo que implica decisiones políticas, y una correlación de fuerzas que lo viabilice.

En dicha reunión la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI) reconoció que “la situación económica no se ha mejorado”, y que las “perspectivas de riesgo” se han hecho más “sombrías”, y que la situación económica “débil” de las economías desarrolladas “está afectando igualmente a los países emergentes”. A pesar de reconocer tal situación, no se hace nada al respecto. Se sigue centrando la política económica, y canalizando los recursos a favor de la banca, y no hay preocupación de impulso a retomar la dinámica económica y la generación de empleo. A pesar que hubo un reconocimiento generalizado de la desaceleración del crecimiento de China y Corea, y de otras economías emergentes, y que en muchas de éstas se están empezado a “salir capitales”, no se hace nada para frenar tal situación. En el caso de México, la Bolsa Mexicana de Valores anunció que en el mes de septiembre salieron alrededor de 20 mil millones de dólares, y que de abril a septiembre han salido de dicho mercado 41 millones de dólares, y las instituciones monetarias y hacendarias no hacen nada al respecto. No tienen memoria histórica de las ocasiones recientes en que el capital financiero ha sacado su capital y ha descapitalizado al país, tal como aconteció en 1982, 1987, 1994, 2008–2009.

El FMI insiste en la recapitalización de los bancos, como en la ayuda a Grecia, que se hunde bajo una deuda que ronda 170 por ciento de su producto interno bruto. La capitalización de la banca no debe ser a través de transferencia de recursos de los gobiernos y bancos centrales a la banca comercial. De nada sirvió el Fobaproa en 1995–1996 en el país, pues ello no se tradujo en mayor disponibilidad crediticia al sector industrial y agrícola a bajas tasas de interés para apuntar a dichos sectores, y a la dinámica económica. Igualmente, de nada han servido las grandes cantidades de recursos que el gobierno de Estados Unidos y su banco central le han canalizado a su banca, pues ésta no incrementa el crédito a favor de los sectores productivos para impulsar la dinámica económica y la generación de empleo. Grecia tiene problemas de insolvencia, de incapacidad de pagos, pues el costo de la deuda es mayor que su generación de ingresos, que su capacidad de pago, Seguirle otorgando recursos para que pague lo que debe, ello no resuelve el problema, pues la deuda sigue creciendo, y no su capacidad de pago, por lo que solo se transfiere el problema hacia una crisis de mayores proporciones, no solo en dicho país, sino también en sus acreedores.

Por más que los ministros de Economía y los gobernadores de los bancos centrales del G–20 se comprometieron a asegurar la capitalización de los bancos para que éstos puedan “afrontar los riesgos actuales”, ello no resuelve el problema de los bancos. Éstos no deben recapitalizarse con transferencia de recursos de los gobiernos y bancos centrales, sino su capitalización debe ser a través de recuperar los créditos otorgados, lo que requiere contextos de crecimiento económico para incrementar el ingreso de empresas e individuos y de los gobiernos para que éstos tengan condiciones de pago de sus deudas. El problema es que esto no se vislumbra en el corto y mediano plazo. Las políticas de ajuste de disciplina fiscal impuestas por los gobiernos, por el Banco Central Europeo, y el FMI, acentúan el contexto recesivo de las economías, y con ello los problemas de insolvencia, y la inestabilidad y quiebra de los bancos.

Fuente: La Jornada de Oriente

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