ARTURO HUERTA GONZÁLEZ
El gobernador del Banco de México señala que “ante las expectativas de menor crecimiento global, hace urgente aprobar las reformas estructurales que requiere el país, a fin de compensar la falta de impulso del exterior”. Dijo que ante el hecho de que “las economías de Estados Unidos y Europa (las cuales generan más de 45 por ciento del Producto Interno Bruto mundial), enfrentarán tiempos difíciles, y que su desaceleración redundará en menor impulso a la economía del país”. Afirmó que “para poder compensar esta falta de impulso externo en el futuro en el país, es que se ha vuelto sumamente urgente la necesidad de reformas estructurales. Simplemente no nos podemos seguir dando el lujo de la inacción”,
Reitera el ya trillado y equivocado discurso de que “la estabilidad macroeconómica que presenta el país es una condición necesaria, pero no suficiente para garantizar el crecimiento sostenido y acelerado del país”, y de ahí que se requiere de más reformas estructurales. No reconoce que la evidencia de los últimos años que han demostrado que ello es falso. Por más “estabilidad macroeconómica” y reformas estructurales que se han instrumentado, la economía nacional tiene menos capacidad productiva industrial y agrícola, menos crecimiento económico, menos generación de empleo, y menos manejo soberano de la política económica para atender las demandas nacionales, lo que además nos ha llevado a crisis recurrentes, donde el gobierno no tiene capacidad de instrumentar políticas contra–cíclicas que contrarresten los shocks externos. La llamada estabilidad macroeconómica, ni es necesaria, ni suficiente para el crecimiento. Se ha reducido la inflación a costa de sacrificar el crecimiento y la esfera productiva y la generación de empleo, y a costa de estar privatizando y extranjerizando a la economía. La estabilidad macroeconómica y las reformas estructurales han llevado a disminuir el tamaño y participación del gobierno en la economía nacional, y han atentado sobre las condiciones endógenas de acumulación, y han llevado a que sea la cúpula empresarial y las variables externas (exportaciones, remesas e inversión extranjera), lo que determine el acontecer de la economía. Es decir, quedamos a merced de los dueños del dinero nacional e internacional, y en consecuencia de los mercados financieros internacionales. Ahora que éstos están en alta vulnerabilidad, están ocasionando salida de capitales, tanto de la Bolsa Mexicana de Valores, como del mercado de dinero. El propio Banco de México ha informado que de enero a septiembre han salido más de 25 mil millones de dólares de tales mercados. Ante ello, el señor Carstens se apresta a insistir en que se aprueben las reformas estructurales pendientes, a fin de ampliar opciones de inversión a dicho capital para que no salga, y siga fluyendo al país. Es decir, quiere privatizar y extranjerizar más la economía, a través de la aprobación de la Ley de Asociación Pública–Privada en la prestaciones de bienes y servicios públicos (lo que implica la privatización de éstos, con la consecuente alza de precios en la prestación de los servicios de educación, salud, agua, alcantarillado, electricidad, etcétera), así como avanzar en la reforma energética, lo que implica la mayor privatización de la industria petrolera y eléctrica, y la reforma laboral, encaminada a reducir salarios, y prestaciones laborales, como el costo de despido, para abaratar el costo laboral, para mejorar las condiciones de acumulación del sector privado. Esta última reforma no se traduciría en mayor generación de empleo, como ellos dicen, pues no son los bajos salarios lo que lleva a un empresario generar empleos, sino que requieren ver incrementadas sus ventas para ello, y lo que hará la reforma laboral es reducir el ingreso de los trabajadores, por lo que se contraerá la demanda y las ventas de las empresas, por lo que éstas no incrementarán su inversión, ni la contratación de mayor personal, sino seguirá desempleando personal.
Carstens dice que “no nos podemos seguir dando el lujo de la inacción”. La cuestión es de que ellos no son inactivos. Han instrumentado y defendido sus políticas macroeconómicas de estabilidad, que solo han servido a los dueños del dinero, y que no han conformado crecimiento y empleo, y mucho menos bienestar para la mayoría de la población, y también sus políticas y reformas estructurales nos han llevado a la mayor privatización y extranjerización de la economía, así como a tener menor fortaleza económica, ya que se ha reducido la capacidad de producir bienes y servicios, como de generación de empleos. Han ido en una dirección contraria a los intereses del Proyecto Económico de Nación, y sin embargo reitera la urgencia de que se aprueben las reformas estructurales pendientes. No es así como la economía podrá librar la desaceleración de la economía mundial. Si la desaceleración de los otros nos afecta, ello es consecuencia de que la política predominante nos ha llevado a desatender las condiciones endógenas de acumulación, así como el crecimiento del mercado interno. Cabe ir a la historia para sacar lecciones para el presente. Si Lázaro Cárdenas llevó a que la economía nacional saliera de la gran depresión manifestada de 1929 a 1933, fue a través de reformas estructurales que incrementaron la participación del Estado en la economía, a través de la Reforma Agraria, la expropiación de la industria petrolera, así como la creación de la banca de desarrollo, a través de políticas de distribución del ingreso, e incremento del gasto público que permitió dinamizar el mercado interno, y que la economía nacional tuviera un crecimiento endógeno y menos vulnerable del exterior.
Fuente: La Jornada de Oriente
No hay comentarios:
Publicar un comentario