lunes, 28 de noviembre de 2011

Francisco Gómez Maza.

Peña Nieto, voz del pasado y del presente panista
Muchas preguntas que no tendrán respuestas

El mismo discurso de los priístas que estuvieron en el poder hasta el año 2000.

Ni un solo cambio: acartonamiento, demagogia, populismo.

Al escuchar a Enrique Peña Nieto, ayer, cuando fue ante la Comisión de Procesos Internos de su partido, el Revolucionario Institucional (PRI), pareció que hablaban los fantasmas atormentadores del ayer.

En el acto, celebrado en el auditorio Plutarco Elías Calles del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, de cuerpo presente como en las funerarias, personajes de ingrata memoria como Arturo Montiel.

En la persona y en la voz del único aspirante a la candidatura priísta a la presidencia de la república para el 2012, aparecieron la sombra de Ernesto Zedillo, Carlos Salinas, Miguel de la Madrid, José López Portillo, Luis Echeverría y la cauda de tlatoanis que se agandallaron la voluntad, la vida y la hacienda de millones de mexicanos cuando, en vez de actuar como lo que en realidad eran, empleados de los ciudadanos que votaron y no votaron por ellos, como dueños de esta gran hacienda llamada México, igual que las dos administraciones del Partido Acción Nacional (PAN), Vicente Fox y Felipe Calderón.

Con todo, el discurso pronunciado por Peña Nieto, atiborrado de lugares comunes, como en el “viejo PRI”, dirigido a las eternamente “fuerzas vivas” del “parido”, no tiene desperdicio por su incongruencia:

Y se imponen las preguntas al único, al caballo que hasta ahora lleva la delantera en este hipódromo de caballadas flacas.

Primero: Peña Nieto les dijo a sus “seguidores” – mejor dicho, acarreados, al más puro estilo priísta de la historia – que no permitirá que la democracia se ponga en riesgo. Luego diría que aspira a la candidatura presidencial de su partido “para hacer de México un país democrático”. En qué quedó. ¿Hay o no hay democracia?



Indudablemente que México no es un país democrático y, en este sentido, puede que sea aceptable que Peña Nieto aspire a “hacer de México un país democrático”. No es democrático porque, para acceder al “poder”, los priístas siempre hacen chanchullos. En muchos distritos no los necesitan porque hay una “borregada” a la que les es más fácil cruzar la boleta del PRI, porque en el papel se identifica con la bandera nacional.

A qué “vientos de cambio y esperanza” se refirió Peña Nieto, porque los priístas ciertamente han sido esperanza para muchos ciudadanos, pero jamás han procreado cambios fundamentales en las relaciones de producción.

Peña Nieto habló de “tres compromisos”: Unidad de “nuestro partido”, privilegiar las ideas, propuestas y compromisos, hacer que las causas de México sean las causas del PRI.

¿Puede haber unidad en un PRI cuyos dirigentes, Peña Nieto y Humberto Moreira pactan alianzas vergonzantes con la maestra Elba Esther Gordillo y con los acomodaticios “verdes”, a costa del sacrificio de sus correligionarios? Muchos afectados o renuncian al PRI, o dan la batalla a su interior para defender sus cotos de poder, o se doblegan. Me temo que se doblegarán en aras de la “unidad”. Pero será una unidad ficticia. A güevo.

A qué ideas, propuestas y compromisos se referirá el precandidato. De qué “ideas” habla. ¿De las de Miguel de la Madrid, de las de Salinas, de las de Zedillo, que idearon un país, una economía controlada por los grandes empresarios trasnacionales, que globalizaron la pobreza de los mexicanos?

A qué propuestas. ¿A entregar completamente el petróleo a los empresarios “privados” extranjeros (sería más mejor “particulares”, porque los tales empresarios no se privan de nada)? ¿A continuar con esta guerra sangrienta y asesina con el pretexto de exterminar a las “bandas del crimen” y, al tiempo, a millones de mexicanos inocentes, que el actual aliado de Huitzilopochtli, el dios de la guerra entre los antiguos aztecas justifica en aras de una seguridad que cada día es más insegura?

A qué compromisos. ¿A los compromisos vergonzantes con la Casa Blanca, con la oligarquía mundial y con la oligarquía criolla? ¿A los compromisos con los compadres, con los padrinos, con las clases dominantes?

Y ¿cuáles son las causas de México que son las del PRI? Peña Nieto se dice que hará de México un país democrático y de resultados, seguro y en paz, con igualdad social y crecimiento económico que genere empleo y mejores oportunidades.

Estamos escuchando en el discurso de Peña Nieto, como dijimos antes, a los fantasmas atormentadores del ayer y al del presente, a Felipe Calderón. El mismo discurso calderoniano.

No hay ninguna diferencia entre el discurso panista, que dejará de martillar los oídos de muchos mexicanos dentro de un prolongadísimo año, y el discurso peñanietista-priísta-panista que se escuchó ayer en el auditorio Plutarco Elías Calles.

A dónde se arrimarán los mexicanos conscientes. Porque ya vimos ayer que miles de mexicanos maiceados fueron arrimados, acarreados, ayer, al acto de confirmación de Enrique Peña Nieto como, es un hecho, candidato del PRI a la presidencia de la república.

Analisisafondo@cablevision.net.mx

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