lunes, 28 de noviembre de 2011

Y ante las preguntas, Peña Nieto dio un discurso

DUDA RAZONABLECarlos Puig, 2011-11-24 • POLÍTICA

En busca del nuevo PRI acudí a la presentación del libro de Enrique Peña Nieto, por lo menos para tratar de empezar a conocer el peñanietismo, y si es que eso existe.

En las primeras filas: Adolfo Lugo Verduzco, Fausto Zapata, Fernando Solana, Natividad González Paras... Los tres estrictos filtros de seguridad con todo y arcos detectores de metal eran parte de un túnel del tiempo.

Paréntesis: (¿qué hace en esas filas la ex jefa de Gobierno Rosario Robles?)

Aunque en los primeros momentos de la presentación se hace una referencia al libro autobiográfico de Barack Obama, inmediatamente Héctor Aguilar Camín nos regresa a la sensatez cuando pregunta a Peña cómo creer las buenas y concretas ideas del libro México, la gran esperanza, si el virtual candidato no le pide al presidente de su partido, Humberto Moreira, que rinda cuentas de las finanzas de Coahuila, o si no nos explica cómo se hará una reforma educativa aliado con Elba. O si no nos dice cómo se logrará el desarrollo sustentable con un aliado como el Verde, al que le urge la pena de muerte.

Bien por Héctor, pienso.

Toca el turno a Guillermo Ortiz, hoy presidente de Banorte/Ixe, quien después de referirse al capítulo económico del libro, dar un par de ideas para meter lana privada a Pemex y pedir que haya más y mejor banca de inversión, vuelve a un tema para él recurrente desde hace unos meses: que el sistema de pagos esté mayoritariamente en manos de extranjeros es nefasto.

Bien, pienso otro tema al que tendrá que entrarle el autor.

Los dos primeros presentadores han planteados dos asuntos concretos.

Jaime Sánchez Susarrey habla de gobernabilidad, construcción de mayorías, reelección. Adelanta lo que Peña Nieto piensa de cada uno de esos temas y nos dice si él está o no de acuerdo. Terminan los presentadores.

Toca turno al autor.

Para él, presídium. No mesa.

“Es que estoy más acostumbrado”, dice.

Saluda a su familia, a los asistentes, advierte que esto no es un evento de campaña, entre otras cosas porque la ley no lo permite y entonces… dio un discurso.

No se refiere ni de cerca a lo planteado por Héctor, menos a lo de Ortiz.

Vaya, ni los volteó a ver.

Habla del enorme potencial de México, de nuestras riquezas no realizadas, de las oportunidades perdidas, de la fuerza de la nación… Desde su atril actúa como quien está frente a miles. Mirada en el horizonte, brazo extendido.

Sólo un gesto concreto: imposible —dice— hacer una reforma educativa sin los maestros, tantas veces injustamente señalados como responsables de la crisis educativa.

De repente la presentación es mitin.

Interrumpido por aplausos, con vítores al final y todo.

Ni pensar en algún otro comentario de los presentadores. Menos, mucho menos, del
público.

Más aplausos. Fotos. Y un brindis.

Las presentaciones de libro a las que estoy acostumbrado son diferentes.

Twitter: @puigcarlos

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