Laura Itzel Castillo
Al empezar a escribir este artículo, una amiga me sugirió que le cambiara el título porque sonaba muy fuerte, “como que muy feminista de los años 60 del siglo pasado…, esas que se quitaban el sostén como protesta y símbolo de libertad para zafarse de la opresión… ¿No?...”.
Ante mi asombro, rápidamente busqué en el Diccionario Enciclopédico Ilustrado, precisamente del año 1965 -que conservo casi como reliquia y herencia familiar- el significado de la palabra reivindicar. Enseguida se lo enseñé. Reivindicar: Recuperar lo que por derecho le corresponde. rei que en latín es cosa, hacienda o interés y vindicare que quiere decir reclamar.
¡Fuertes! le dije a mi amiga, las imágenes que te voy a mostrar y que van a ser publicadas en el suplemento impreso de Ellas.mx en Milenio Diario, con motivo del Día Internacional de la Mujer. En efecto las imágenes publicitarias promovidas durante distintas décadas del siglo pasado, no hacen sino trasmitirnos el estereotipo de la mujer ideal, dentro de una sociedad patriarcal. Sumisa, servicial, con capacidad reproductiva, buena madre y buena ama de casa, responsable de que el hogar funcione al 100%, sin jaquecas ni dolores menstruales, siempre bonita y bien vitaminada y desde luego, dispuesta a todo por su hombre. Pues el papel más importante a interpretar lo encuentra dentro del matrimonio. Vivir para él y a través de él.
En el libro El segundo Sexo, considerado el ensayo feminista más importante del siglo pasado, Simone de Beauvoir, analiza las condiciones de la mujer desde la óptica científica, histórica, psicológica y cultural, para entender el porqué de nuestra situación en el mundo occidental. “Es como la Biblia de las feministas”, con voz casi inaudible, como si revelara un secreto, nos dijo una joven letrada, que formaba parte del grupo de estudiantes que visitábamos Cuba en los primeros viajes turísticos a la isla, a finales de los años 70 del siglo pasado.
Sin duda, la desigualdad ha sido una de las características predominantes en las relaciones económicas, políticas y sociales en el mundo, que se ha traducido entre otras formas, en pobreza, racismo, violencia y machismo en sus distintas expresiones. Las imágenes de un jefe que quiere matar a su secretaria, un marido que da nalgadas a su pareja o una criatura jugando con el arma de su padre, son parte de ese pasado, que alimenta y degrada nuestro presente.
Uno de los libros más comerciales en la actualidad, traducido a diversos idiomas que recrea la violencia contra las mujeres es el de Cincuenta sombras de Grey que forma parte de una trilogía de la londinense E.L. James. La autora, con una absurda trama que raya en las “novelitas rosas” de los años 50, incorpora la descripción minuciosa de los actos sexuales de una relación sadomasoquista, entre un millonario y una estudiante de clase media que asume el papel de la mujer sumisa, frente al hombre poderoso.
Por eso a pesar de todo lo que hemos avanzado en la reivindicación de nuestros derechos y de los espacios que hemos ganado, la raíz de la estructura patriarcal subsiste, pues está afianzada en la sociedad que se reproduce a través de las distintas generaciones. Desafortunadamente, aún sigue vigente el modelo sexista que divide el mundo de los hombres, de el de las mujeres. Mundos que transitan por carriles paralelos, lo público-lo laboral, para los varones y lo privado-el hogar, para nuestro género.
En México, a pesar de los obstáculos que se han tenido que sortear, la participación femenina en el campo del trabajo remunerado se ha incrementado notablemente, incluso en áreas que antes eran consideradas exclusivas para los señores. Sin embargo, de acuerdo al “Índice de Brecha de Género”, del Foro Económico Mundial, en el 2011 nuestro país ocupaba el puesto 89 de 135 países. Tenemos una mala calificación en cuanto a la participación de las mujeres en el ámbito laboral.
Debemos reconocer que hay millones de mujeres detrás de nosotras, que han abierto la brecha a lo largo de la historia, en esta larga carrera por alcanzar lo que por justicia nos corresponde. Sin duda, algo es claro: todas podemos contribuir para que las cosas cambien. Amable lectora, si has llegado hasta estas últimas líneas del artículo, te pregunto: Este 8 de marzo puedes decir que ¿eres una mujer reivindicada? O por lo menos ¿Estás dispuesta a luchar para serlo? ¿O qué, acaso te suena muy fuerte?
Laura Itzel Castillo, es una arquitecta, ecritora y política mexicana, ha sido en dos ocasiones Diputada Federal y Delegada en Coyoacán. Asimismo, fue Secretaria de Desarrrollo Urbano y Vivienda del Distrito Federal SEDUVI y es Presidenta del Consejo de la Vivienda y el Habitat.
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