sábado, 20 de julio de 2013

¿Dónde están los desaparecidos?, la pregunta para el ‘Z-40’


MARCELA TURATI

Organizaciones de familiares de desaparecidos y defensores de derechos humanos celebran que Miguel Ángel Treviño haya sido aprehendido con vida, pues suponen que el dirigente de Los Zetas conoce el paradero de muchos de los secuestrados por ese grupo criminal al cruzar el llamado “Triángulo de la Muerte”, el territorio entre Nuevo Laredo, Reynosa y Monterrey.

MÉXICO, D.F. (Proceso).- Alfonso Moreno Díaz extiende sobre la mesa de su oficina un mapa que muestra los caminos rurales, semidesérticos, que se abren paso como várices por extensas tierras deshabitadas –y salpicadas de pueblos casi fantasmas– entre Nuevo León y Tamaulipas. Un círculo señala el tramo de estas carreteras que cruzan territorio zeta donde fue capturado su hijo, el ingeniero Alejandro Alfonso Moreno Baca y en el que han desaparecido más de 220 personas.

“Este es el Triángulo de la Muerte: las carreteras que unen Nuevo Laredo, Reynosa y Monterrey, donde las organizaciones civiles han contado más de 200 desaparecidos de 2010 a 2012. Son muchos más si sumamos a los de todo el noreste (Tamaulipas, Nuevo León y Coahuila)”, dice este hombre, quien junto con su esposa Lucía se ha dedicado a buscar a su hijo desde el 27 de enero de 2011.

Una de las brechas se hizo famosa porque Miguel Ángel Treviño Morales, El Z-40, la recorría aparentemente con un solo escolta. Al momento de su aprehensión intentaba llegar a Anáhuac, Nuevo León. Sabía que hasta la caseta de Sabinas Hidalgo el camino estaba libre de obstáculos.

En medio de ese triángulo la tierra está sembrada de huesos y regada con sangre. Sus huizaches ocultan ranchos que tienen a narcotraficantes como nuevos propietarios, ayudados por notarios y pistoleros. Esconde campos de entrenamiento para sicarios y galerones donde ocultan a seres humanos que utilizan como si fueran mercancía.

Por aquí son capturados cada tanto asesinos seriales, se encuentran complejos equipos de comunicación y algunas veces instalaciones para la disolución de cadáveres (las “cocinas”, como las nombran los judiciales).

Durante años, de día y de noche un ejército de sombras a las órdenes del Z-40 se ha dedicado a capturar personas para reclutarlas en sus ejércitos, quedarse con sus vehículos, reducirlas a la esclavitud, castigar a sus objetivos o imponer el terror.

(Fragmento del reportaje que se publica en Proceso 1916, ya en circulación)

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