miércoles, 1 de octubre de 2008

A sangre fría. El expediente secreto de Luis Cárdenas Palomino

Fuente Reporte Indigo



El actual coordinador general de Inteligencia para la Prevención del Delito de la PFP fue acusado en 1987 de triple homicidio calificado.
Declaró haber sido cómplice, pero gracias a la intervención de Jesús Miyazawa no fue aprehendido.


Por Anabel Hernández

¿Se imagina a tres jóvenes participando en el homicidio de un taxista sólo para saber qué se siente privar de la vida a alguien?

¿Creería que después de los disparos hay risas y ganas de continuar con la fiesta?

Hace 21 años, tres amigos de la Colonia Lindavista, en el Distrito Federal, asesinaron a sangre fría al taxista Jesús Palafox Aranda. Después de matarlo se fueron a un bar de moda de la Zona Rosa y bebieron champaña. Hoy, uno de esos tres jóvenes es brazo derecho del Secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna. Su nombre es Luis Cárdenas Palomino y es el Coordinador General de Inteligencia para la Prevención del Delito de la Policía Federal Preventiva.

En ese entonces, fue acusado de homicidio calificado, pero su crimen quedo impune. Hoy, Cárdenas Palomino es uno de los funcionarios responsables de proteger a la sociedad de los delincuentes. Además, pretende encabezar la policía nacional que propone García Luna. Este es el expediente secreto de Luis Cárdenas Palomino.



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LA HISTORIA


Luis Cárdenas Palomino, de 39 años, hoy coordinador general de Inteligencia para la Prevención del Delito de la PFP, tiene un expediente secreto en la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal: Su nombre aparece en las averiguaciones previas 13ª/4413/987 y 13ª/4419/987 por homicidio calificado.

Reporte Índigo tiene en su poder la copia de dichas averiguaciones, los documentos de todas las diligencias practicadas en torno al caso y los crudos testimonios de Cárdenas Palomino. Uno de los brazos operativos del secretario de Seguridad Pública Genaro García Luna fue acusado en 1987 de ser cómplice de un triple homicidio perpetrado en agosto de ese año. Entonces tenía 18 años recién cumplidos, por lo que iba a ser juzgado como un adulto, con las penas que ello implica.

Por las pruebas contundentes, un juez giró orden de aprehensión contra Cárdenas Palomino. Incluso fue fichado. Pero no fue detenido gracias a la protección que le brindó el entonces jefe de la Policía Judicial del D.F., Jesús Miyazawa, ex integrante de la Brigada Blanca.

Los crímenes se cometieron a sangre fría. La tarde del 12 de agosto de 1987, después de asesinar al taxista Jesús Palafox Aranda por la simple razón de que no tenían dinero para pagar un traslado de la Colonia Guerrero a la Linda Vista, Cárdenas Palomino y su amigo Octavio Navarro Medellín se fueron tranquilamente a tomar unas cervezas a un estanquillo de
la colonia y luego a bailar a la discoteca “Sugar” en la Zona Rosa.

Se supone que uno de los requisitos para ingresar a corporaciones como el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), PJF, AFI y PFP –donde ha trabajado Cárdenas Palomino– es no tener antecedentes penales.
Ésta es la historia secreta de Cárdenas Palomino, quien trabaja al lado de García Luna desde hace más de 15 años, cuando estuvieron juntos en el Cisen.

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A sangre fría

El 12 de agosto de 1987, Cárdenas Palomino fue a comer con sus amigos René Alavez Rosas, de 18 años, y Octavio Navarro Medellín, de 21, quien estaba casado. Todos vecinos de la Colonia Lindavista. Comieron en el Bar Puebla, ubicado en la Colonia Guerrero. Como no traían dinero para pagar la cuenta, dejaron empeñados sus relojes.

Al salir, Octavio propuso pedir aventón a algún vehículo en el que viajaran mujeres, o en su caso, bajar de su automóvil a alguna persona. René les dijo que no se metieran en problemas, que mejor tomaran un taxi y cuando llegaran a su destino, él le pediría a su madre dinero para pagar el pasaje. Cárdenas Palomino le hizo el alto a un taxi Volkswagen color coral tripulado por un hombre de 29 años, Jesús Palafox Aranda, quien los llevó a la Colonia Lindavista.

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Según su declaración asentada en el acta de la policía judicial número PJ/ VII/67/987, René declaró que cuando llegaron a la colonia, él se quedó en el taxi, mientras que Octavio y Luis se bajaron porque supuestamente iban a ir por dinero.

Regresaron y le dijeron a René que ahora se iban a ir con unas “viejas”. Abordaron de nuevo el taxi y le indicaron al chofer la ruta que debía seguir. Cuando habían avanzado unas cuadras, le pidieron que se detuviera. Fue cuando Octavio sacó una pistola tipo escuadra.

“Y con la citada arma amenazó al taxista apuntándole con ella y le preguntó si traía dinero, a lo que el taxista le respondió que no, que acababa de comenzar su turno y por ello no traía dinero, entonces fue en ese momento en que Octavio le dijo al taxista que se orillara y el taxista viró el volante del vehículo bruscamente a la derecha y con el movimiento brusco el de la voz sintió que el vehículo en el que viajaban se subía a un lugar alto como una banqueta y en el mismo instante en el que el de la voz sintió lo anterior, el declarante escuchó una detonación sin saber en ese momento lo que había ocurrido, pero cuando estaba ya parado el taxi, sin saber cómo se detuvo, el emitente se percató de que en el cristal lateral del lado izquierdo del vehículo había sangre”, declaró René Alavez Rosas el 28 de agosto de 1987.

Los tres se bajaron del coche y se fueron caminando, cada uno por su lado. A las dos de la mañana del 13 de agosto, René recibió una llamada de Octavio, quien le dijo que después de lo ocurrido, Luis y él se habían ido a la discoteca “Sugar” de la Zona Rosa, pero que los habían sacado de ahí y que Cárdenas Palomino se había echado a correr.

Confeso

Cárdenas Palomino confesó ante el MP que continuó con Octavio hasta la noche. “Fue entonces cuando el externante y Octavio comenzaron a caminar juntos sin saber hacia dónde se dirigían, y en el camino le dijo al de la voz que los tres se iban a ir a Cuernavaca unos quince días para ver si no caía la bronca, diciéndole el emitente que mejor se iba a su casa, a lo que Octavio dijo que no, que se iba a quedar con él hasta que él dijera, mirando al exponente al mismo tiempo que se reía, por lo que al de la voz le dio miedo la forma de actuar de su amigo y optó por seguirlo por temor a que le fuera a causar algún daño”, señaló Cárdenas Palomino en su declaración ministerial el 28 de agosto de 1987, en la Décima Agencia Investigadora del Departamento de Averiguaciones Previas del Sector Oriental del D.F. Cárdenas Palomino confesó que después del homicidio del taxista, se fueron a la casa de la madre de Octavio, quien irónicamente vivía en la calle Matanzas, esquina con Calzada Ticomán.

En la casa de la mamá de Octavio tomaron un auto, dinero y se fueron a tomar unas cervezas. Cárdenas Palomino argumentó que por miedo a su amigo, no se separaba de él. También bebió. Cárdenas Palomino regresó a su casa, pero después, persuadido por Octavio, tomó su coche e hicieron planes para ir a Cuernavaca.

“Octavio le dijo al del habla que si ya se iban a ir a Cuernavaca, pasaran por unas viejas para que los acompañaran diciéndole que fueran a ver a unas amigas de él en una calle cuyo nombre ignora pero es en la Colonia Lindavista al otro lado de Montevideo”.

Cuando llegaron al lugar, estaba estacionado un Tsuru color rojo en el cual había unos sujetos tomando. Octavio y Luis se bajaron del coche, y como uno de los desconocidos comenzó a insultar a Cárdenas Palomino, éste lo golpeó. Así comenzó una pelea. Octavio agarró a patadas a uno de los otros jóvenes. Los dos amigos corrieron a su automóvil, se subieron y se dieron a la fuga. Octavio propuso ir al aeropuerto, pero luego le dijo a Cárdenas Palomino que era mejor ir a la disco “Sugar” para recoger a unas “viejas” y llevárselas a Cuernavaca.

Ahí pidieron una botella de champaña, como si festejaran algo. “…después Octavio comenzó a platicar con una muchacha amiga suya que encontró en el lugar y rato después dicha amiga se retiró y enseguida Octavio se levantó de su lugar y sin saber el motivo comenzó a pelearse con varias personas que estaban en el lugar, por lo que el declarante para ver qué pasaba, también fue golpeado por los sujetos con los que estaba peleando Octavio y cuando lo estaban golpeando llegaron varios meseros y sacaron al dicente del bar…”, dice en la declaración de Cárdenas Palomino.
Según declaró Cárdenas Palomino, él aprovechó el momento para separarse de su amigo, a quien supuestamente no volvió a ver. La madrugada del 13 de agosto aparecieron muertos en el interior de un mustang blanco modelo 1984 dos sujetos de entre 20 y 25 años. Uno de ellos de nombre Guillermo Ocejo Aja. Los dos de prominentes familias de Bosques de las Lomas. Fueron asesinados con la misma arma que le había dado muerte al taxista.
A uno de los dos sujetos le robaron un Rolex y 50 mil pesos.


Prófugos


Luis Cárdenas Palomino y René Alavez Rosas presentaron sus declaraciones 12 días después de los hechos. Sus palabras fueron prácticamente idénticas. La diferencia fue que René dijo que se había reencontrado con Octavio después de que éste había matado a los dos hombres del mustang blanco y que lo acompañó hasta el 15 de agosto.
René señaló que luego de ir a la casa de su abuelita en un poblado de Michoacán, llegaron a la ciudad de Guadalajara, donde Octavio tomó un autobús con destino a Monterrey, Nuevo León, porque un amigo le prometió que lo ayudaría a cruzar a Estados Unidos.
Cárdenas Palomino y René afirmaron que ellos no estaban presentes cuando ocurrieron las otras dos ejecuciones.
Pero Roxana, la esposa de Octavio, declaró lo contrario. Dijo que la última vez que vio a su esposo fue cuando se iba a ir a comer con sus amigos. “Y que también supo que su esposo había sido acompañado por Luis Cárdenas Palomino y René Rosas ‘N’, quienes lo acompañaron a cenar el día 12 del mes de agosto y también se enteró que los mismos sujetos acompañaron
a su esposo en los hechos del mustang blanco sin poderlo ella asegurar”.


Impunidad

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El caso del triple homicidio fue tomado en primera instancia por el comandante Roberto Cuevas Antolín. El agente del Ministerio Público Francisco Sentecal Cuevas había solicitado al juez sexto penal del fuero común en el D.F. que girara órdenes de aprehensión contra Cárdenas Palomino, Alavez Rosas y Navarro Medellín. Pero nunca se ejecutaron. El 14 de agosto, el comandante Antolín, jefe del Grupo B de Homicidios y responsable del caso, identificó al presunto homicida y sus cómplices. Se giraron órdenes de aprehensión contra Cárdenas Palomino, Alavez Rosas y Navarro Medellín; sin embargo, en el momento en que iban a ser detenidos, intervino el comandante Pedro Rosales Quiroz, jefe de la Séptima Comandancia de la Policía Judicial, por instrucciones del entonces director de la Policía Judicial del D.F., el capitán Jesús Miyazawa, quien ordenó a Antolín dar carpetazo al caso.
Era un claro caso de tráfico de influencias porque en aquel entonces, la novia de Cárdenas Palomino era Teresa Rosales, hija de Rosales Quiroz.

Los otros dos participes tampoco fueron detenidos fueron detenidos. Octavio tenía influencias porque su padre Octaviano Navarro Barrón era subdelegado de Aduanas en Cancún. Además, todos sus tíos tenían puestos en la Dirección General de Aduanas.

Irónicamente, Cárdenas Palomino optó por ser policía y ha trabajado al lado de Genaro García Luna desde que ambos fueron parte del Cisen. Además, según diversas versiones, Luis Cárdenas fue protegido durante el sexenio pasado directamente por el procurador general de la república, el general Rafael Macedo de la Concha. La historia policiaca de Cárdenas Palomino siempre ha estado plagada de señalamientos por corrupción y encubrimiento. Ahí está el caso de la extorsión y homicidio de Enrique Salinas de Gortari, delito presuntamente perpetrado por agentes de la AFI al mando de Cárdenas Palomino.

También está el caso de las órdenes de aprehensión giradas contra Luis de la Barreda Moreno, las cuales debieron haber sido ejecutadas por Cárdenas Palomino, pero no se cumplimentaron. Por cierto, De la Barreda fue compañero de Miyazawa en la terrible Brigada Blanca.

El caso más reciente es el de Lorena González Hernández, identificada como integrante de la banda que secuestró a Fernando Martí. Resulta que los jefes directos de la comandante Lore en la PFP eran Cárdenas Palomino y el subsecretario de Estrategia e Inteligencia Policial Facundo Rosas Rosas.

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