Fuente: La Jornada de Oriente (Puebla)
MIGUEL ÁNGEL DOMÍNGUEZ
“La Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) intentará establecer el estado de los transgénicos en el país por medio de una Red Mexicana de Monitoreo de Organismos Genéticamente Modificados como un paso adelante en el impulso de la siembra experimental de ese tipo de maíz”, denunció la organización de Greenpeace.
En un comunicado enviado a este reportero, esa organización no gubernamental independiente (ONG) establece que con dicho mecanismo se pretende “dar seguimiento a las solicitudes de siembra, permisos, ubicaciones y transparencia; sin embargo, la puesta en marcha de una red de monitoreo en este momento obedece a las presiones y modificaciones ilegales realizadas al reglamento de la Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados (LBOGM), y por eso llega a destiempo y es a todas luces insuficiente para proteger las 59 razas y por lo menos 200 variedades de maíz nativo”, señaló Aleira Lara, coordinadora de la campaña de agricultura sustentable y transgénicos.
La Sagarpa anunció que las primeras siembras de maíz transgénico sucederán en octubre o noviembre. “Alberto Cárdenas debe seguir el ejemplo de los países europeos, y como responsable de la política agraria del país atender al llamado de los científicos y reconocer los impactos negativos para la agricultura y para el medio ambiente con la siembra de transgénicos”.
La sociedad mexicana “exige al gobierno la protección de nuestra diversidad de maíces y las autoridades federales no son capaces aún de dar un informe público del estatus de la contaminación, de qué variedades transgénicas contaminaron ya nuestro campo y qué empresa es la responsable; aun así, pretenden autorizar ilegalmente varias solicitudes de siembra de maíz transgénico para el periodo otoño–invierno”.
Hasta hoy, “está detectada la presencia de transgénicos en Tamaulipas, Sinaloa, Puebla, Chihuahua y las delegaciones Magdalena Contreras y Milpa Alta, en el Distrito Federal; aun cuando en México no está autorizada la liberación de organismos genéticamente modificados (OGM) al medio ambiente”.
En la semilla de maíz “que ingresa a México para fines de siembra convencional encontraron, a través de estudios de laboratorio, la presencia de variedades transgénicas de la transnacional Monsanto (NK603, MON810 y MON 863). Estudios científicos recientes demostraron que estas variedades no pueden coexistir con las convencionales y orgánicas; además, afectan a la biodiversidad que se desarrolla de forma natural en los cultivos de ese grano. Estos resultados científicos son razón suficiente para que los gobiernos de Francia, Grecia, Austria, Hungría, Luxemburgo y Alemania decreten moratoria al maíz transgénico de Monsanto”.
10 años “con casos de contaminación demuestran la falta de capacidad de las autoridades federales, y también exhiben que México no cuenta con las condiciones óptimas para poner en marcha un estricto protocolo científico sobre el uso de transgénicos en nuestro país”.
Con la excusa de “contribuir al desarrollo del planeta, un pequeño grupo de empresas controla a nivel mundial las semillas necesarias para la siembra. Con los transgénicos y sus patentes tienen la llave de la cadena alimentaria; por eso, se habla de la ‘privatización’ de un bien que es común; es la manera en que unos pocos se apropian de algo que pertenece históricamente a toda la humanidad. Es transformar a la agricultura en industria”.
Este “gran negocio comienza en Estados Unidos. Son ellos los que ponen en marcha la denominada “revolución verde” que comienza en los años 50 en México y que luego se completa con su otro proyecto, la llamada “revolución genética”.
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