viernes, 14 de agosto de 2009

El golpe esperado

Jorge Meléndez Preciado en RazonEsdeSer

Formado y programado en Estados Unidos, el todavía secretario de Hacienda, Agustín Carstens, utilizó un anglicismo para informarnos la tragedia que vivimos y la cual se agudizará en seis meses. Dijo “La economía mexicana sufrirá un shock en 2010” . Según el Larousse, esa palabra inglesa significa “golpe” y, también “recibir una descarga”, en ocasiones eléctrica.

Para evitar ese tipo de problemas y sus traumatismos, un doctor debió planear que la enfermedad no tuviera mayores síntomas, no elevara su potencial y, a la vez, la medicina correcta para que las lesiones y la cura fueran adecuadas. Pero el señor Carstens, que presume un doctorado en economía, no hizo caso de la debilidad que padecemos, anunciando un simple catarrito en lugar de una caída severa, y, al mismo tiempo, no suministró las medidas adecuadas, ya que lejos de aumentar los egresos para que hubiera una reactivación del enfermo, le dijo que su fortaleza presupuestaría y financiera era la correcta. Mal diagnóstico y peor remedio.

Pero ya sabemos que no es el único culpable, pues las medidas económicas importantes, según confesó Luis Echeverría, se deciden en Los Pinos. Ello no obstante la supuesta o real independencia del Banco de México, el cual discrepa una vez sí y otra también del personaje más rollizo del gabinete.

Incluso tanto el inútil secretario de Economía, Gerardo Ruiz, como su patrón, Felipe Calderón, insistieron y lo hacen todavía, que vamos de maravilla, ya tocamos fondo y la recuperación está próxima. Algo que es un contrasentido a lo planteado por el multicitado Agustín, quien desde ahora nos anuncia que habrá recortes presupuestales y mayores impuestos en 2010, incluso se prevé aumentos en productos elementales como electricidad y gasolinas.

No descarte que también subirán Internet y telefonía, aprovechando la cuesta de enero, a pesar que un informe reciente de la OCDE anota: dichos servicios son los más caros de esa organización, incluso comparados no con naciones como Finlandia, Alemania y Francia, sino Turquía, Polonia y Eslovaquia. Dos países ex socialistas donde el atraso en dichas actividades era penoso.

¿Por qué el huracán que viene no se previó? Debido a varias razones, básicamente a dos: la necesidad de legitimarse por parte de Felipe Calderón y el evitar hacer los cambios que se requerían hace mucho tiempo y fueron postergándose, sobre todo debido al esquizoide de Vicente Fox, quien tuvo los elementos para hacer las transformaciones necesarias (el petróleo estuvo por las nubes).

La economía mexicana no puede seguir adelante viviendo del crudo (40 por ciento de ingresos gubernamentales), remesas (a la baja por la crisis en Estados Unidos), turismo (donde las grandes cadenas y los políticos se llevan la parte del león) y maquila para gringolandia.

Menos aún con monopolios u oligopolios caros y pésimos: cementos, telefonía, pan de caja, televisión y radiodifusión, minería, distribución de medicinas, transporte, carreteras y otros más. No somos competitivos en nada, pero eso sí, ahogamos al mercado esquilmándolo a fondo.

Tampoco es posible aceptar las ineficiencias en recaudación de impuestos (a los millonarios se les exime, regresa dinero y se les permite el despilfarro), justicia, educación (¡glorioso sindicato, te saludamos!) y organismos supuestamente autónomos.

Mientras tanto el deterioro en ciencia y tecnología, salud, vivienda, medio ambiente, vialidad, drenaje, agua y un largo etcétera continúa adelante.

Que la crisis es seria, lo notamos porque hay municipios que no tienen ni para erogar los sueldos de la próxima quincena. Los pagos de las secretarías se han retrasado más de seis meses, con la necesaria quiebra de pequeñas y medianas empresas. Y las inversiones en muchos terrenos sólo fueron palabrería con el objeto de ganar votos.

Hace casi veinte años, Carlos Salinas de Gortari mandó en un periplo por todo el mundo al entonces llamado Ángel de la Dependencia , apellidado Gurría. Luego de su viaje dijo que habíamos reestructurado nuestra deuda externa y resuelto el problema en serio. También señaló el neoprotagonista de la política mexicana, padrino de Enrique Peña Nieto, que la economía no estaba petrolizada.

Hoy sabemos que los créditos adquiridos por Felipe Calderón en poco tiempo (más de 85 mil millones de dólares), han llevado al máximo la conocida asimismo como “deuda eterna” y que el crudo, que cae en precio y explotación, era nuestra válvula de seguridad hoy en las últimas. Las mentiras de antaño fluyen.

¿Qué hacer ante las asechanzas actuales y futuras? Como siempre, la solución no vendrá del cielo. Usted tiene la palabra y mejor, la acción.

jamelendez44@gmail.com

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