1. Dos personajes muy adelantados en plena campaña presidencial. Son al parecer radicalmente diferentes. Enrique Peña Nieto es el gobernador del Estado más rico y fuerte de la República, heredero del poderoso grupo económico y político Atlacomulco, él mismo poseedor de una enorme riqueza y, lo más importante, el candidato de los grandes empresarios y de los medios de información encabezados por Televisa. Andrés Manuel López Obrador, excandidato presidencial despojado de la Presidencia en 2006, personaje que le ha dado tres vueltas (haciendo mítines) a todos los municipios del país y, lo principal, odiado por los grandes empresarios, por el gobierno ilegítimo de Calderón y por todos los políticos derechistas del PAN, del PRI y otros partidos. EPN será el candidato del PRI y de panistas y AMLO el de los partidos de centroizquierda.
2. Peña Nieto es nombrado en positivo en los medios de información (televisión, radio, revistas, prensa) no menos de 100 veces al día porque, además de destinar enormes cantidades de dinero en publicidad, los empresarios y los medios tienen la convicción de que, con él en la Presidencia, ganarían enormes cantidades de dinero en sus negocios. Por ese motivo Peña Nieto cuenta especialmente con un reportero de cada medio en cada una de las actividades que realiza. López Obrador es absolutamente silenciado y, las veces que se la hablado de él en los medios ha sido para calumniarlo. Así que, si AMLO cifra sus esperanzas en hacer una campaña que no enoje a los medios, a los empresarios y al clero, fracasará mil veces. Ahora sí deberá decidirse a una campaña radical contra el sistema encabezando el descontento de los trabajadores.
3. El gobernador del Estado de México está perfectamente colocado como el candidato de los grandes empresarios. Será el candidato de Salinas, de Zedillo, de Fox y de Calderón frente a un López Obrador dispuesto a hacer una campaña popular que busque cambiar de manera real las terribles condiciones en México. Ahora sí, si no se quiere hacer un simple juego al sistema, la campaña política debería basarse en la lucha de clases que demuestre que este país es extremadamente injusto porque los ricos han impuesto siempre a sus presidentes y los pobres siempre han sido los explotados y oprimidos. AMLO debería comprometerse en convocar a un nuevo constituyente para construir una nueva Constitución que entierre para siempre la sagrada propiedad privada, el derecho de herencia y avale la distribución equitativa de la riqueza.
4. El candidato del PAN, como Fox y Calderón, será un nuevo papanatas; pero esta vez no será para ganar sino que sólo servirá para armonizar la batalla contra las políticas radicalizadas de López Obrador. ¿O nuevamente se podrá pensar tontamente en hacer concesiones al panismo para derrotar a Peña Nieto? López Obrador no será tres veces candidato como lo fue Cárdenas, así que será 2012 o nunca. La realidad es que no veo a nadie frente a esos dos candidatos que ya están muy avanzados: ni Beltrones ni Paredes podrán con el mexiquense ni tampoco Ebrard o los “chuchos” podrán hacer nada para tener mayor presencia que AMLO. Las campañas continúan de manera abierta y ya nadie las podrá frenar. Nieto ha construido cientos de redes entre el empresariado y Obrador ha organizado miles de comités en ciudades y pueblos. Veremos qué funciona.
5. López Obrador mantuvo un buen comportamiento en su lucha contra el desafuero al negarse a las legalidades del amparo y demás intervenciones institucionales; estuvo bien cuando declaró que su campaña sería a “ras de tierra” y que no gastaría dinero en los medios; me encantó que se negara a asistir a la reuniones de las organizaciones empresariales; eso lo convirtió en un candidato distinto. Pero luego se dejó vencer por los chantajes televisivos que lo calificaban (insultándolo) como populista, socialista y lo comparaban con Hugo Chávez; en vez de responder que la lucha socialista busca la igualdad, que Chávez mantiene un gobierno que ha sido ratificado por el pueblo en 10 ocasiones y que sus reformas son odiadas por la burguesía y el imperialismo, López Obrador prefirió callar o negar su parecido con gobiernos antiimperialistas.
6. Aunque luego me río, me burlo y combato los procesos electorales -porque desde hace 50 años he tenido la convicción de que sólo el movimiento de masas en las calles, en las fábricas y los campos podrá cambiar radicalmente este país- no dejo de observar y reflexionar acerca de estas formas de lucha porque algunas veces se presentan interesantes como ahora. Ahora sí me encantaría ver a la derecha radical y a la centro izquierda e izquierda en una campaña de real confrontación. A un tipo como Nieto apareciendo todos los días en la televisión en reuniones empresariales y a otro personaje como Obrador con miles de grupos encabezando gigantescas marchas de campesinos, obreros, colonos y ciudadanos exigiéndole al gobierno justicia e igualdad. Que no se pueda decir que los candidatos son iguales porque uno será de los ricos y otro de los pobres.
7. Ya sabemos que son elecciones burguesas con reglas burguesas con el compromiso de mantener en este país la explotación, la opresión, la acumulación de riquezas en una cuantas familias y la miseria entre el 80 por ciento de la población. Ya sabemos que los candidatos juran ser parte del juego capitalista, que muchos tienen que visitar al presidente yanqui para que le de el visto bueno y al clero para la bendición. Pero parece que López Obrador ya no tiene otra salida: O es candidato de los trabajadores o simplemente quiere ser derrotado por el candidato de los ricos. Ya no tiene márgenes de coquetear con el clero, con los empresarios y con los medios. Ahora tendrá que ser un candidato de izquierda que esté junto al pueblo, tal como lo ha dicho una cantidad de veces. Peña Nieto también será un candidato definido indiscutiblemente por el capital y el gobierno de los EEUU.
pedroe@cablered.net.mx
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