Rosario Ibarra
¿Supremacías?
17 de junio de 2010
2010-06-17
Era temprano, caminaba pensativa por una calle cercana a mi casa, con varios periódicos del día bajo el brazo, cuando una vieja amiga, que fue mi vecina durante muchos años, me sacó de mi ensimismamiento con un sonoro ¡hola! y una fuerte palmada en la espalda.
¿En qué piensas tanto, mujer? —me preguntó, antes siquiera de indagar por mi salud, que suele ser lo usual, cuando dos amigas dejan de frecuentarse por mucho tiempo.
—Te veo bien y caminas aprisa —me dijo, y siguió a mi lado. Sin preámbulo alguno dio inicio a un monólogo de preguntas, opiniones, consejos, afirmaciones categóricas sobre lo que pensaba de la situación del país y de muchas cosas más... De repente, se detuvo y me dijo muy solemnemente: “Oye, ¿qué opinas de las supremacías?”. Yo no comprendí a lo que se refería, pero inmediatamente agregó en tono fuerte: “sí, mujer, de las supremacías”.
La “Suprema Corte...” y el “ Comandante Supremo...” y se quedó esperando por unos minutos mi respuesta.
La verdad, la verdad, no me entusiasmaba la idea de externar opiniones en una concurrida esquina donde la gente “taqueaba” con gusto o hablaba de cosas baladíes con amigos o compañeros de trabajo y de confianza. La invité a dar unos pasos más y acompañarme al departamento para ofrecerle café y platicar un rato. Aceptó y en unos cuantos minutos ya estábamos una frente a otra intercambiando palabras de afecto y expresando o escuchando opiniones sobre lo que llamó “supremacías”.
Lo que ella me dijo y su nombre me lo guardo, pero sí puedo decir que yo expresé, con profundo malestar ante lo que me pareció injusto, una vez enterada. Le dije que la llamada legalidad en relación a “concesionar guarderías a particulares” como que queda coja, por decirlo de alguna manera, que, a lo mejor, podría (o debería) buscarse una forma de enmendar el terrible error de no exigir seguridad en los edificios dados en la traída y llevada subrogación, de dolorosa memoria.
Suelo escuchar y hablar con mucha gente en las calles. Siempre, desde que llegué a esta hermosa ciudad, encontré personas buenas y solidarias que se condolían de mi pena y que se sumaban a mi exigencia de justicia. He vivido en el Distrito Federal durante 35 años y no he cesado de hacerlo, no solamente por mi hijo y por mí, sino por los cientos de desaparecidos, encerrados en campos militares y bases navales en obtusa violación a las leyes y por los presos políticos que llenan las cárceles públicas del país... y al correr de los años, junto a este noble y generoso pueblo mexicano, del cual me honra ser parte, que en los últimos días, al conocer la “votación dividida” de los integrantes de la “Suprema...” y al leer en los periódicos la “confirmación” de los citados altos depositarios de la JUSTICIA en el país, de que “no responsabilizarán...” al parecer a nadie, cunde el descontento y siente como suya lo que llaman ofensa a los padres de los niños muertos en la guardería que la codicia y la irresponsabilidad de dueños y gobierno tornó fatídica...
Y aparte, con toda razón, con la aguda ironía que tan bien amalgama este pueblo, hacen ingeniosos malabares en torno a las que llaman “supremacías”... y expresan cosas que más les valdría escuchar personalmente, tanto a los integrantes de la Suprema Corte como al que ocupa fraudulentamente el lugar del Poder Ejecutivo federal y aparte se le llama Comandante Supremo… que ideó una guerra y que afirma, sin asomo de conmiseración, que... “habrá más muertos”.
Estas horrendas palabras, en boca de quien ejerce el mando de las Fuerzas Armadas, provocan miedo en la población, sobre todo si van rubricadas con cientos de muertes de inocentes, de gente que nada tiene que ver con lo que el gobierno llama “crimen organizado...”, muertes de personas de todas las edades, crueles muertes de niños y de jóvenes que invaden de dolor a sus hogares... muertes que siembran (¿a propósito?) la horrorosa simiente del miedo en todos los estratos de los que habitamos este hoy dolorido suelo, al que hemos dejado siquiera de imaginar como la “suave patria” que vio el poeta. Ya habrá espacio en otra ocasión para escribir del miedo y del porqué, dicen algunos, de la siembra de ese perverso designio.
Dirigente del comité ¡Eureka!
Fuente: El Universal
Difusión AMLOTV
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