México no está en la agenda de EU
J. Jesús Esquivel
Parece que las acusaciones lanzadas por Felipe Calderón a los consumidores estadunidenses de drogas en el sentido de que son los causantes de la violencia en México, no hicieron mella en Washington. Según diversos analistas, la Casa Blanca sabe que esas palabras tienen sesgo electoral. Además, señalan, la mayor preocupación del gobierno de Estados Unidos es el desastre ambiental en el Golfo de México y sus propios comicios intermedios.
WASHINGTON, 9 de julio (Proceso).- El hecho de que Felipe Calderón culpe de la creciente violencia en México al consumo de drogas en Estados Unidos no molesta ni sorprende a la Casa Blanca. Pero, según analistas políticos, pone en evidencia que la relación con su vecino del sur no es una prioridad para Washington.
“El presidente Barack Obama reconoce, y lo ha dicho, que en Estados Unidos tenemos que tomar más y mejores medidas para combatir el consumo de drogas; por eso entendemos perfectamente los problemas que enfrenta México y queremos mejorar la relación y cooperación para luchar contra el narcotráfico”, dice a Proceso Michael A. Hammer, vocero del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca.
Al hacer un balance de la relación con México, el funcionario del gobierno de Barack Obama minimiza los efectos de las críticas que lanzó Calderón contra Estados Unidos el pasado 13 de junio en el documento que difundió Los Pinos: La lucha por la seguridad pública.
Hammer asegura que las relaciones entre México y Estados Unidos “han ido creciendo y se han ido fortaleciendo” como resultado de la relación que tienen los presidentes Obama y Calderón.
“Ambos gobiernos y ambos países quieren trabajar juntos sobre temas que son sumamente importantes, como la seguridad económica, la lucha contra el narcotráfico y la violencia que hay en la frontera (común)”, asegura el funcionario de la Casa Blanca.
Fuera del radar
George W. Grayson, profesor en la Universidad William and Mary, en Virginia, y uno de los analistas políticos de la relación México-Estados Unidos más reconocidos, coincide con Hammer en que la relación bilateral ha ido creciendo y fortaleciéndose, pero considera que los señalamientos de Calderón sobre el consumo de drogas en la unión americana no han hecho eco en la Casa Blanca porque el caso mexicano no es una prioridad de política exterior.
“México se ha ido muy lejos del centro del radar político de la Casa Blanca y del Congreso. El presidente Obama y el Capitolio tienen otras prioridades en su agenda, como el derrame de petróleo en el Golfo de México, los rezagos políticos de la reforma al sistema de salud o las elecciones intermedias del próximo noviembre”, destaca Grayson.
En el documento que distribuyó la Presidencia de México el pasado 13 de junio, Calderón defiende su estrategia militarizada contra el narcotráfico y el crimen organizado –que en lo que va de su sexenio ha dejado un saldo de más de 23 mil muertos–, y lanza un llamado a la sociedad mexicana a que se sumen “todas nuestras capacidades para recuperar la seguridad pública”.
El mandatario matiza que la lucha contra el narcotráfico no se lleva a cabo por intereses extranjeros, sino porque es una “obligación constitucional y ética” y porque el crimen organizado alteró la paz en el país. Calderón justificó la inseguridad que enfrentan los mexicanos al señalar como una causa de este problema el consumo de drogas en Estados Unidos y la ausencia de una mejor actuación del gobierno de ese país para contener el flujo de armas que corre de norte a sur.
“Para ilustrar la dimensión de este problema hay que decir que durante mi gobierno se han decomisado más de 76 mil armas, de las cuales más de la mitad son fusiles de asalto y de las que hemos podido averiguar que más de 90% fueron fabricadas y vendidas en Estados Unidos”, subrayó Calderón.
Cuestionado sobre los efectos de estas críticas en el gobierno de Obama, Hammer responde que en la Casa Blanca entienden las preocupaciones del gobierno mexicano por los efectos que ha tenido en los ciudadanos la lucha frontal contra el narcotráfico y el crimen organizado.
“El enfoque del gobierno del presidente Obama busca ampliar la cooperación con México y darle crédito al gobierno mexicano por lo que está haciendo en la lucha contra el narcotráfico, con base en el problema de la demanda y consumo de drogas en Estados Unidos”, apunta.
Para Grayson, la respuesta de Hammer es una evidencia más de que en Washington no tienen resonancia los gritos y denuncias de Los Pinos. Es más: sostiene que debido al próximo proceso electoral en México, la Casa Blanca ya esperaba críticas como las que hizo Calderón.
“Eso no quiere decir que no haya aspectos de la relación donde se dé cierta tensión. Creo que se van a echar de menos los años 2008 y 2009, cuando México y Estados Unidos se trataban de manera cordial”, aclara Grayson, pero insiste: “Vienen procesos electorales en los dos países y cuando esto se da, los políticos de ambas naciones –por intereses electorales– tienden a criticar las políticas bilaterales. Ya vimos un adelanto con las críticas del presidente Calderón… pero no pasa nada”.
Sociedades separadas
Actualmente los gobiernos de Estados Unidos y México mantienen una relación “muy buena”, lo que no ocurre con las sociedades de los dos países, afirma Jorge Castañeda, quien fue entrevistado por Proceso en su calidad de canciller durante los dos primeros años de la administración de Vicente Fox.
Señala que ello se puede palpar en la histeria antimexicana y antiinmigrante de varios sectores de la población estadunidense y que se materializa, por ejemplo, en la ley SB 1070, promulgada el pasado abril en Arizona.
Esta ley criminaliza a la inmigración indocumentada y autoriza a los policías de Arizona a detener, interrogar y arrestar a cualquier persona que, por su aspecto físico, pueda ser considerada sospechosa de ser indocumentada.
“A Calderón se le pasó un poco la mano (con las críticas). Fue innecesario. Aunque en niveles de gobierno esto no le preocupa a Estados Unidos; están acostumbrados a ello, sobre todo porque saben que en México está a punto de arrancar el proceso de sucesión presidencial y que a Calderón le interesa encontrar a su sucesor, que no es necesariamente el candidato presidencial de su partido”, asienta el excanciller mexicano.
Por la cercanía de las elecciones mexicanas del 4 de julio, los expertos en materia de la relación bilateral consultados por Proceso explican que en la Casa Blanca las críticas de Calderón a Estados Unidos no tienen ni tendrán ninguna repercusión.
“Calderón está extremadamente frustrado porque al PRI le va a ir muy bien en las elecciones del 4 de julio; los priistas pueden ganar 10 o hasta 11 de los estados que están en disputa”, vaticina Grayson. El gobierno de Obama entiende las preocupaciones electorales de Calderón ante la posible derrota del PAN frente el Partido Revolucionario Institucional.
Obama y su partido, el Demócrata, enfrentan una situación similar ante el Partido Republicano en las elecciones del próximo 2 de noviembre.
Los analistas políticos en Washington pronostican que la promulgación de leyes como la SB 1070 en Arizona son una muestra de que la sociedad estadunidense está preocupada por un eventual contagio de la narcoviolencia que azota a México, hecho que a su vez genera un clima negativo para la negociación, evaluación y aprobación en el Congreso federal de una reforma amplia a las leyes migratorias, situación que podría darle mejores resultados a los republicanos que a los demócratas el 2 de noviembre.
“En estos momentos México es una prioridad muy pequeña en la agenda de la Casa Blanca, y la realidad política en Estados Unidos hace que aumente la posibilidad de que incluso deje de ser una prioridad muy pequeña”, advierte Grayson.
Castañeda coincide en el análisis que hace el profesor de la Universidad William and Mary, aunque agrega que es un error seguir narcotizando la agenda bilateral y el hacer soñar a los mexicanos que se puede ganar la guerra al narco antes de que termine el sexenio calderonista. A esto Castañeda lo llama una “falacia electorera”.
“Es ilusa, fantasiosa y hasta idiota la idea de pensar que se va a ganar la guerra al narcotráfico antes del fin del sexenio de Calderón”, afirma Castañeda, quien añade que en el círculo del poder en Washington, “posiblemente con la excepción de algunos legisladores” en la Cámara de Representantes, no tienen interés ni se sienten afectados por las críticas del presidente de México a Estados Unidos debido al consumo de drogas y al flujo de armas de norte a sur.
Algunos de los analistas políticos de la relación bilateral consideran que a ciertos sectores de los círculos del poder en la capital de Estados Unidos les interesa más que les den garantías de que en las próximas elecciones mexicanas no saldrán triunfadores algunos de los candidatos que han sido denunciados como “socios” de capos del narcotráfico. En el Capitolio ya ven a Calderón como un presidente en el ocaso de su mandato.
El vocero del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca rechaza hacer comentarios sobre el proceso electoral en México y se limita a señalar que en la presidencia de Obama hay una convicción firme de continuar apoyando al gobierno mexicano en la lucha contra el narcotráfico por la responsabilidad que tiene Estados Unidos al ser uno de los países del mundo con más alto nivel de consumo de narcóticos.
“El presidente Obama no cederá en la lucha contra el narcotráfico. La herramienta más apropiada para apoyar a México en este compromiso bilateral es la Iniciativa Mérida, de ahí que el presidente Obama pidiera al Congreso 310 millones de dólares para el año fiscal 2011 y con este dinero financiar esta estrategia tan importante para ambos países”, anota Hammer.
La Casa Blanca insiste en que la nueva fase de la Iniciativa Mérida se concentrará en el intercambio de información de inteligencia con México más que en el apoyo militar.
Hammer dice que con el intercambio de información de inteligencia mejora el nivel de confianza entre los dos gobiernos y se pueden asestar golpes más efectivos a los cárteles del narcotráfico y al crimen organizado, lo que a su vez disminuirá el nivel de violencia generado por el trasiego de drogas. “El intercambio de información también facilitará una mejor cooperación para contener el flujo de armas de fuego y de dinero (procedente de la venta de drogas) que sale de Estados Unidos y termina en México”, remata el funcionario de la Casa Blanca.
Fuente: Proceso
Difusión AMLOTV
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