La emboscada que sufriera el pasado 27 de Abril una misión humanitaria en las cercanías de San Juan Copala hizo visible la situación de extrema violencia que sufren cientos de indígenas triquis en el estado de Oaxaca.
Sin embargo esta situación de violencia no sólo se vive en esa región, en diferentes partes del estado se han venido denunciando de manera constante actos de provocación y agresiones promovidos por los mismos funcionarios gubernamentales o por miembros del PRI, que para el caso de Oaxaca son lo mismo.
En los últimos seis meses se ha advertido el crecimiento en la espiral de violencia en diferentes regiones del estado, siendo la región Mixteca la que registra el mayor número de agresiones y de actos violentos, pero también de manera preocupante se percibe una escalada violenta en comunidades de los Valles Centrales.
Por toda la geografía oaxaqueña decenas de actos de violencia han enlutado decenas de hogares y creado un ambiente de temor y crispación.
En Ixcatlán la banda de pistoleros que encabeza el dirigente príista Fredy Meneses, ha vuelto atacar a sus vecinos de Chalcatongo, quienes de inmediato respondieron y no dejaron avanzar la agresión armada; muy cerca de ahí en Zimatlán de Lázaro Cárdenas los comuneros mixtecos han venido denunciando los ataques de grupos armados. Por su parte en la región de Choapam, las autoridades zapotecas de San Juan Jaltepec Yaveo han lanzando una señal de alerta y denuncian que su poblado esta sitiado por un grupo de ganaderos protegidos por la policía estatal de la cual se dice recibieron armas de alto poder.
En San Agustín Etla un grupo príista agrede violentamente a comuneros que se oponen a la tala de madera y en la refriega mueren dos personas; muy cerca de ahí en Tilcajete se agudiza de manera artificial un añejo conflicto agrario, como también ocurre en Jalapa del Valle. Por su parte Antorcha Campesina provoca enfrentamientos entre comunidades en San Juan Mixtepec y en la región de La Cañada, los indígenas cuicatecos de Santos Reyes Papalo denuncian un plan que busca enfrentarlos con dos pueblos vecinos.
En otro caso que recientemente atrajo la atención nacional, en San José del Progreso, Ocotlán ocurrió un enfrentamiento provocado por priistas partidarios de una minera canadiense, donde murieron dos personas y fue vejado, secuestrado y golpeado el Padre Martin García Ortiz, quién sin haber participado en los hechos se encuentra arraigado.
El cerco de violencia no sólo lo sufre Copala, numerosas comunidades han denunciado en los últimos días la abierta actuación de grupos armados todos ligados al PRI es decir todos protegidos del gobierno de Ulises Ruiz.
Esta creciente espiral de violencia, este clima de ingobernabilidad es evidentemente provocado y se ha denunciado que detrás de estos hechos se encuentran operadores gubernamentales, grupos caciquiles y a organizaciones priístas.
Los responsables materiales e intelectuales han sido plenamente identificados como en su momento lo hiciera el agente municipal de San Miguel Copala, quién denuncio públicamente al diputado federal príista Jorge Franco como responsable de la agresión que le costara la vida a cinco personas; o como lo hicieran comuneros de Ayoquezco de Aldama, quienes señalaron a un empleado de la Junta de Conciliación Agraria estatal como responsable del enfrentamiento donde hace apenas unos pocos meses murieran 6 campesinos.
Diferentes analistas, comunicadores y dirigentes sociales en Oaxaca han coincido en señalar que detrás de esta escalada de violencia está la mano del gobierno de Ulises Ruiz Ortiz.
Ello es más que evidente por el trato cómplice que ha brindado la Procuradora de Justicia Candelaria Chiñas a los jefes de la banda paramilitar UBISORT o como esta misma funcionaria estatal ha apoyado de manera abierta a los secuestradores del Padre Martín o a los pistoleros de Ixcatlán.
La estrategia de violencia aplicada en Oaxaca, ocurre en el marco de las elecciones para renovar gobernador, congreso local y presidencias municipales y busca por un lado el crear o mantener un clima de miedo, que inhiba la participación ciudadana en este proceso.
No es extraño por ello que estos hechos de violencia ocurran en zonas donde la resistencia indígena ha puesto en jaque al control gubernamental y donde el apoyo a los candidatos priistas es reducido. Esta estrategia de terror se suma sin lugar a dudas a las mapacherías electorales que en estos días son tan comunes.
Por toda Oaxaca se vive con intensidad una elección de estado, con un gasto excesivo de recursos públicos a favor del candidato del PRI; en estos momentos todo el estado es recorrido por operadores priistas que ofrecen materiales de construcción, becas, despensas a cambio del voto.
La coacción también funciona y las amenazas siguen creciendo, mientras de manera descarada el titular del instituto electoral le recuerda al gobernador el pendientito que tiene con él.
Pero esta estrategia de terror va más allá y no es nueva para Ulises Ruiz, pues la aplicó de manera brutal en Octubre del 2006 y le dio buenos resultados. En aquella ocasión al ordenar el ataque a plantones y barricadas desató una escalada violenta que le permitió pactar su permanencia con Vicente Fox y con Felipe Calderón.
Ulises Ruiz busca de nuevo crear un clima de guerra civil y de ingobernabilidad que le permita negociar con el gobierno federal su futuro.
Ulises Ruiz usa de nuevo esta estrategia perversa la cual tiene un doble propósito, ya que por un lado es una forma de chantaje, que le permite negociar con el gobierno federal, y por otro lado es una manera de crear escenarios de miedo e intimidación con la intención de inhibir la participación ciudadana en los comicios del próximo 4 de julio.
No sólo es Copala la que vive un cerco prolongado, cruel y brutal, es Oaxaca entera la que está cercada por una banda de delincuentes que cuentan con una amplia red de control basada en cacicazgos locales y en el uso de la violencia y el dinero.
Fuente: Notas Rebeldes
Difusión: soberanía popular
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