Pulso crítico
J. Enrique Olivera Arce
Teniendo en perspectiva la elección presidencial del 2012, tras un conflictivo proceso electoral que aún no concluye en Veracruz, cabe a mi juicio hacer algunas apreciaciones en torno a la alianza de Convergencia, PRD y PT en la entidad. En primer término, reitero que tal coalición no fue derrotada al participar en condiciones asimétricas en una “elección de Estado”, como afirma Dante Delgado Rannauro. Se derrotó a sí misma, habiendo nacido electoralmente muerta. En su oportunidad lo señalamos observando que a Convergencia le convenía más ir solo que mal acompañado; el cargar con el lastre del PRD y su alianza con el PAN en otras entidades federativas, anunciaba por anticipado la derrota en la elección de gobernador.
Al día de hoy, tras los resultados en las urnas, Convergencia se ha negado a una autocrítica seria y opta por el camino fácil de la impugnación, colgándose de los reclamos del panismo veracruzano que podrían o no prosperar en el Tribunal Electoral de la Federación. Mientras su principal coaligado, el PRD azul, festina las migajas que alcanzaran con su traición, a la par que desnuda una vez más ante la opinión pública su oportunismo y desverguenza, anunciando un día la expulsión de “los traidores” y, al siguiente, la reivindicación de éstos atendiendo a necesidades de “rentabilidad electoral”. El PT, quizá por su insignificante presencia en Veracruz, simplemente da por concluida su participación en la alianza pactada.
Con todo el respeto que me merecen los veracruzanos honestos que de buena fe militan en los partidos coaligados, debo decirles que se pasan de ingenuos si asumen que, con estos, Veracruz tendrá una participación destacada de la izquierda en la búsqueda de la presidencia de la República en el 2012. Si con anterioridad al proceso electoral del presente año, afirmara que el PRD era un cadáver viviente, hoy hago extensiva tal apreciación respecto a lo que queda de Convergencia y el PT. En la inteligencia de que pequé de igual ingenuidad, estimando que Dante Delgado Rannauro podría tener oportunidad de hacer un papel más decoroso en una elección a todas luces polarizada entre el partido de Calderón Hinojosa y el del gobernador Herrera Beltrán. El candidato de mi preferencia no sólo fue derrotado, también contribuyó con su equívoca estrategia a la percepción generalizada del derrumbe de las fuerzas de “centro izquierda electoral” en Veracruz.
Tal percepción generalizada es hoy punto de partida para lo que viene. O la militancia recobra el control de sus respectivos institutos políticos en un esfuerzo por democratizarles e inyectarles nueva vida, o los abandonan en busca de nuevas expectativas de participación política. No hay de otra, con la salvedad de que la elección presidencial del 2012 está a la vuelta de la esquina.
En este escenario entra el movimiento lopezobradorista, que en la entidad deberá optar en seguir manteniéndose al margen de la Izquierda electoral, supuestamente representada por el PT y el PRD, ó sumarse al rescate desde abajo de estos partidos políticos, trabajando por la unidad de la izquierda en torno a un candidato presidencial único. No hay otra opción de participación electoral del lopezobradorismo bajo las condiciones impuestas por la legislación vigente, salvo entregar la plaza al enemigo, dejando las cosas como están, o entrando en una alianza “contra natura” con el PRD azul o con el PRIAN.
Convergencia perdió su oportunidad en la izquierda para el 2012. Sin identidad propia que le distinga en el espectro político, se corrió a la derecha entregándose al PAN como uno más de sus satélites. El lopezobradorismo le pasará factura. Al tiempo.
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