sábado, 9 de abril de 2011

Ejercicios de ciudadanía y descubrimiento de una luz en el túnel


DANIEL MÁRQUEZ MELGOZA

La ciudad de Pátzcuaro se puso en sintonía el miércoles 6 de abril con ciudades de 21 estados de la República y de importantes ciudades capitales del extranjero, para repudiar la violencia contra civiles inocentes por obra y gracia de la guerra del gobierno de Felipe Calderón contra el crimen organizado; fue una sintonía de miles de ciudadanos en México y el extranjero para manifestar solidaridad con el poeta Javier Sicilia, agraviado por el asesinato de su hijo Juan Francisco, junto con otras seis personas, en el marco de esa guerra que hoy cada vez queda más claro que le fue impuesta al presidente Felipe Calderón y que a él le sirvió para legitimar una Presidencia de la República cuestionada de origen.

De un día para otro, vía teléfono y correos electrónicos, se organizó la marcha por la paz en Pátzcuaro. ¿Quién la convocó? En el monumento de la insurgente Gertrudis Bocanegra, en la plaza del mismo nombre, que ya es un símbolo de movimientos civiles de la localidad, una de las organizadoras explicó al dar inicio al acto: “hemos sido convocados por nosotros mismos, como ciudadanos, y desde todas las latitudes del país y del extranjero donde hay mexicanos, ante la necesidad impostergable de expresar nuestro repudio a la situación de inseguridad que vive hoy nuestro país, y que nos mantiene en constante vulnerabilidad como individuos y como sociedad…”.

La marcha se hizo de ahí hacia el monumento del civilizador Vasco de Quiroga, con un recorrido por las calles Lloreda, Buenavista, Arciga, Cuesta de Don Vasco y la plaza del mismo nombre hasta su monumento.

La expositora aclaró para el grupo de ciudadanos vestidos de blanco, niños, jóvenes y adultos, y para los ciudadanos que escuchaban en la plaza: “estas marchas tuvieron como detonante el asesinato del hijo del poeta Javier Sicilia, el joven Juan Francisco Sicilia Ortega, quien ha dado rostro a los cientos de niños y jóvenes inocentes que han sido victimizados en esta guerra contra el crimen organizado. Por eso hemos tomado la decisión de estar aquí, para llevar el mismo mensaje, el mismo reclamo a nuestra clase política y a nuestros gobernantes: no más sangre. Paz y seguridad para México…”.

En el contingente, de alrededor de 120 ciudadanos, había estudiantes y maestros del Centro de Arte Dramático de Michoacán (Cedram), quienes hacían sentir su presencia con gritos provenientes de cuerpos con voz educada para no necesitar de micrófonos, dando sonido al contenido de las mantas, cartulinas y camisetas que portaban: “Menos balas y más teatro”; “Ya no más impunidad”; “Nosotros no hablamos su lengua” (dirigiéndose a gobierno y criminales); “Hagamos teatro y no la guerra”; “Las grandes revoluciones nacen en los callejones sin salida”; “Hay que devolverle la inteligencia a la nación”; “Los animales no hacen lo que ustedes hacen…”.

La expositora, antes de la marcha, seguía explicando: “queremos paz, queremos justicia, queremos educación y cultura para desarrollarnos como seres humanos plenos y útiles a nuestra sociedad. Queremos paz, queremos empleos bien remunerados, de acuerdo con nuestras capacidades y talentos…”.

Al llegar al monumento de Vasco de Quiroga, las mantas y cartulinas se desplegaron alrededor de la fuente, junto con las flores blancas que cada marchista portaba; ciudadanos espontáneos pidieron la palabra para decir sus sentires sobre la situación de inseguridad y violencia que se vive en todo el país y el significado de salir a la calle a expresar repudio colectivo a esa situación.

La expositora dijo en el monumento de Gertrudis Bocanegra: “queremos funcionarios y servidores públicos en armonía con las necesidades de la sociedad, de quienes la conformamos. Ser gobernados con justicia y dignidad…”.

Se acordó que un grupo hiciera lecturas de la carta de Javier Sicilia en los espacios más concurridos de ambas plazas y otro se quedara en la fuente de Don Vasco a cuidar las mantas. Fue cuando las voces de los estudiantes de teatro se dejaron escuchar a todo volumen en el portal de la presidencia municipal, junto a uno de los cafés más concurridos, y de nuevo en la plaza Bocanegra. frente a su portal más comercial.

“Queremos paz, que nuestros hijos se desarrollen sanos, fuertes, felices, porque nuestros campos producen en abundancia los alimentos que necesitamos. Que puedan salir a las calles, hoy tomadas por la delincuencia…”.

Se regresó en minimarcha a la plaza Vasco de Quiroga por la calle Iturbe. Había más ciudadanos esperando. Se pudo ver que a la convocatoria se habían sumado tres disímbolos instrumentos musicales: una jarana, un saxofón y un chelo. “Que nada, ni nadie, nos quite nunca la poesía en nuestro vivir cotidiano, la satisfacción de haber fomentado las causas justas, que son las que nos relacionan auténticamente entre nosotros, para no sentirnos solos nunca más, para que nuestra vida en colectivo recobre el sentido. Por eso queremos, demandamos, la paz”.

La voz del saxofón colocó en la plaza un sonido añorante, melancólico, con la interpretación de La paloma. La jarana en su turno alegró el ambiente con notas y voces improvisadas relativas a la situación de inseguridad pública. Al final tocó turno al chelo. De algo estoy seguro: todos en camino a sus casas, al término de la experiencia marchista por la paz, se llevó en la mente las reiteradas notas de La muerte del cisne, de Camile Saint-Säenz, que con emoción y sentimiento produjo y comunicó el joven chelista patzcuarense Diego González Simón.

Algunos también de regreso a casa repasábamos en la mente consignas como aquella de que “Las grandes revoluciones se hacen en los callejones sin salida”. Ciertamente, pensando la situación que vivimos en materia de inseguridad pública, tenemos que concluir que en efecto no se le ve salida a este callejón en que nos metieron.

Sí, ahora queda más claro que esta guerra es de Estados Unidos, que le fue impuesta al débil gobierno calderonista, si nos atenemos a las confesiones que vino a hacer el subsecretario de Estado,William R. Brownfield, en Cancún, en la 28 Conferencia Internacional Contra las Drogas, que clausuró ayer jueves 7 de abril el presidente Felipe Calderón. El funcionario vino a expresar un mea culpa por las equivocaciones que ha venido cometiendo su gobierno en países como el nuestro.

“En 1979 creíamos que el problema de las drogas podía ser enfrentado como una cuestión que tenía que ver con el cumplimiento de la ley, con enjuiciamiento, y pensábamos que no requería un enfoque gubernamental pleno; nos equivocamos, tiene que ver con cuestiones económicas, políticas, de seguridad, diplomáticas, sociales, de salud, educación y aspectos culturales, y si no integramos todos estos elementos en nuestra solución estamos condenados al fracaso”.

Sigue la confesión de sus costosas equivocaciones: “en 1979 evaluamos que el narcotráfico y el uso de estupefacientes era como una cadena que empezaba con el cultivo y concluía con su distribución y venta final, y dijimos que en caso de que fuera una cadena, si quitáramos un eslabón, toda la cadena se rompería, por lo tanto, nos centramos en un tema en particular que fue la incautación y después otro tema que fue la erradicación, y en los años siguientes en los precursores químicos, y cada vez decíamos que si lográbamos resolver este elemento del problema, toda la estructura se vendrá a bajo; nos equivocamos (La Jornada, 07/04/2011).

Esas equivocaciones le han costado a nuestro país sangre, dolor y lágrimas a raudales. Nos han costado también soberanía e independencia; nos ha costado falta de gobierno en áreas prioritarias para nuestro desarrollo, a causa de haberse convertido en un gobierno monotemático.

Al parecer, el presidente Felipe Calderón, cuando clausuró la conferencia internacional contra las drogas ignoraba el mea culpa del alto funcionario estadunidense, porque no obstante expresar que estaba abierto a la crítica y propuestas responsables, “advirtió que reforzará su lucha contra la delincuencia confiado en que se alcanzará la gloria del triunfo…” (La Jornada, 07/04/2011).

Fuente: La Jornada de Michoacán

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