jueves, 4 de agosto de 2011

El cardenal en WikiLeaks, prueba del eterno retorno


RAÚL VARGAS LÓPEZ*

Quien tiene miedo sin peligro inventa el peligro para justificar su miedo
Émile Chartier

La historia mexicana cuenta que el triunvirato de la cleptocracia conservadora envió a uno de sus jerarcas (bufones) a pedir ayuda al imperio para que por piedad interviniera y evitara el inminente triunfo de los revoltosos que defendían (defienden) a la bola de miserables y desarrapados que pululaban (pululan) por todo el país, ya que con ello se ponía (se pone) en peligro a las buenas familias y sus mejores conciencias.

La magnitud del despropósito de los revoltosos era (es) tal que pretendían (pretenden) convertirse en gobierno para distribuir mejor la riqueza, erradicar la corrupción, defender los pocos bienes nacionales que aún quedan y aprovecharlos a favor de la gente y reconocer y respetar derechos iguales para todos. Hasta querían (quieren) cobrar impuestos a los más respetables que han hecho fortuna al amparo de la divina providencia (del poder presidencial y sus caciques en los estados).

El triunvirato de la cleptocracia conservadora juzgó el tema de tal urgencia e importancia que hicieron llegar su mensaje al emperador con el cobijo del cardenal de Roma y a través del embajador imperial en la Santa Sede. Chillaban: ¡Sálvennos de la indiada y el populacho! ¡Traigan gente de razón para derrotar a los revoltosos! ¡Qué importa que a eso se le llame intervencionismo o traición a la patria!

Dicen en los pasillos que hasta ofrecieron la rectoría del país a un miembro de la familia del emperador que ya tenía experiencia en gobernar latinos.

Este episodio, contrario a lo que uno pudiera pensar, no corresponde a eventos ocurridos durante la Guerra de Reforma a mediados del siglo XIX, sino a la entrevista que en 2006 sostuvo el cardenal Juan Sandoval Íñiguez, con el embajador norteamericano en El Vaticano Francis Rooney, a quien le solicitó la intervención del gobierno de aquel país para que hiciera todo lo que estuviera en sus manos a fin de evitar la victoria electoral de Andrés Manuel López Obrador y la izquierda en México.

La jerarquía católica ha hecho de todo para perpetuar su permanencia en el poder, luego de la pérdida de influencia en el gobierno tras el triunfo de los liberales y los anticlericales en la Reforma y la Revolución instauró sus redes de influencia por la vía de la educación, el corporativismo político y el monopolio de la caridad. Tras la debacle de credibilidad del poder político y la quiebra moral del empresariado en los setentas y ochentas, la Iglesia católica prestó sus oficios al poder para legitimar los cambios autoritarios en la política, las privatizaciones de los bienes nacionales, la socialización de las pérdidas económicas y la pauperización de la economía popular (dice el cardenal que los jodidos no entienden la bondad del mercado. ¿Se referirá a las opciones que ofrece para morir de hambre, por falta de atención médica o como resultado de un desastre previsible?).

Los políticos conservadores contemporáneos han recurrido a los bloques sindicales que funcionan como mafias para la cooptación de voluntades, han alentado el intervencionismo extranjero cuando así ha convenido a sus intereses y han subvertido en más de una ocasión la voluntad popular expresada en los resultados electorales para mantener el control del país.

Andrés Manuel López Obrador tenía razón, sí hubo un complot que operó para evitar su llegada a Los Pinos. ¿Quién tiene dudas ahora?

WikiLeaks es como dijo el semiólogo y escritor italiano, Umberto Eco, el fin de la inocencia.

*Diputado coordinador de la Fracción Parlamentaria del Partido de la Revolución Democrática

Congreso del Estado de Jalisco

Fuente: La Jornada de Jalisco

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