jueves, 2 de mayo de 2013

Al papá desaparecido: Tomás Pérez Francisco



QUERIDO PAPÁ: Hoy, que conmemoramos el Día Internacional del Trabajo, también recordamos que hace 23 años ya no llegaste a casa, que fuiste detenido la tarde de aquel martes 1 de mayo de 1990 y que desde entonces nada sabemos de ti: ¿en dónde estás?, ¿en dónde te tienen?, ¿qué te han hecho?...

Por eso, más que hacer un recuento de lo ocurrido, quisiera que recordemos. Que hagamos memoria de esos poco más de seis años de inigualable ternura, dulzura y dicha que compartimos juntos.

Mi recibimiento en esta vida aquella lluviosa mañana del 4 de julio de 1983, un parto muy complicado, “¡Háblale a tu hijo!” pidió una de las parteras para que naciera pronto, ¡La dicha más grande!. Mis primeros pasos, mis primeras palabras, mis travesuras. Mis idas a la casa de los abuelos sin que pidiera permiso…

Los regalos, los cumpleaños, las enseñanzas a montar en caballo, las fiestas. Te acuerdas que cuando arreglabas el lienzo del rancho me llevabas para “ayudarte”, sabiendo que lo único haría era jugar en la sombra de aquellos árboles frondosos o tomar una siesta. Y cuando íbamos de pesca, ¿Te acuerdas?

Otro bonito regalo es que tú me enseñaste a leer y a escribir, con esa paciencia y con tal habilidad para compartir. Ahora entiendo porque diste clases de danza folklórica.

Las muchas veces que fuiste por mí a la escuela, sobre todo en tiempos de lluvia. En nuestro primer concurso de Kínder ganamos el primer lugar, ¿Te acuerdas?, el fin de cursos, el inicio de la primaria…

Por esto y más, ahora que se cumplen 23 años de tu detención y posterior desaparición forzada, no dejo de recordarte, de pensarte, de buscarte. Hoy más que nunca digo que tu desaparición no fue producto de la casualidad, de la mala suerte o de que estuvieras en el lugar equivocado, es más bien una política de Estado cuyo fin es generar terror, es una política de violencia institucional instaurada desde 1969 a la fecha, por eso paramilitarizaron Pantepec sin que pasara nada, hicieron lo que hicieron sabiéndose impunes.

Pero más allá de esto existe la MEMORIA y la DIGNIDAD, la RESISTENCIA y la ESPERANZA y estas, no se venden ni tienen un valor monetario, ni tampoco caducidad, no paralizan, todo lo contrario, resignifican lo ocurrido y permiten vivir como tú hubieras querido que viviéramos: FELICES, SÍ, FELICES, porque ni haciendo lo que hicieron pudieron contigo, con tus ideales, con tus anhelos…

QUERIDO PAPÁ: Vives y vivirás por siempre, ¡no tienes precio!. No acepto la impunidad como destino. Exijo y señalo a los responsables materiales e intelectuales de tu desaparición. Demando la inmediata presentación con vida de todas y todos los desaparecidos de este país, los de ayer y los de ahora. Camino con otras hijas y otros hijos, pensamos, soñamos, construimos en colectivo… son mis hermanas y mis hermanos de historia y de lucha, también con las madres y los familiares, nuestras queridas doñas del Comité ¡Eureka! y de FUUNDEC-FUNDEM.

SÍ PAPÁ, tenemos una familia enorme que te piensa y te busca, que te quiere. Amig@s que sin conocerte te conocen. Sobrin@s que te esperan y que dicen: Tío, dónde estás, te queremos abrazar… Y una esposa y un hijo orgullosos de ti, reivindicamos tu lucha y agradecemos que nos hayas dejado este camino… Por eso no te digo adiós sino hasta pronto, como debe ser, como será.

Te quiere, tu hijo,

Guadalupe Pérez Rodríguez.

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