RODRIGO SOBERANES
Veracruz, Ver.- Corrían otros tiempos cuando Víctor Flores Morales asumió como líder nacional del Sindicato de Trabajos Ferrocarrileros de la República Mexicana (STFRM). Era 1995 y Luis Donaldo Colosio tenía un año de muerto, por ejemplo, y la actriz Angélica Rivera protagonizaba la telenovela La Dueña.
Entre esos tiempos y los actuales, México fue testigo del retiro de Hugo Sánchez como futbolista, del génesis de un movimiento armado indígena en Chiapas, de dos dos candidaturas fallidas de Andrés Manuel López Obrador y hasta del encarcelamiento de la lideresa del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), Elba Esther Gordillo. Víctor Flores sigue siendo el líder nacional de los ferrocarriles sindicalizados.
Hoy en día la sociedad ya no pide justicia por el asesinato de Colosio, Angélica Rivera se casó con Enrique Peña Nieto y es la “primera dama” del país… y Víctor Flores sigue mandando en el sindicato ferrocarrilero.
En noviembre de 2012 el dirigente veracruzano fue reelegido en su cargo por seis años más, asegurándose así 23 años al frente de ese organismo que controla los ahorros de miles de trabajadores activos y jubilados en fideicomisos que están bajo sospecha.
En su haber, Víctor Flores tiene dos diputaciones federales por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), una senaduría y ha presidido al Congreso del Trabajo. Puede viajar por el país, y a donde vaya encontrará instalaciones del STFRM que llevan su nombre.
Dice una leyenda urbana entre el gremio de reporteros de Veracruz que le apodan El Rey Midas, pues alrededor suyo no falta el dinero, es más, sobra. Y en un parque de la zona norte de la ciudad de Veracruz, un grupo de ferrocarrileros se reunió por años para planear sus acciones legales en contra de Flores Morales, a quien acusan de apropiarse las cuotas sindicales que pagaron durante décadas de trabajo.
Cuando Víctor Flores montaba coreografías de baile para quinceañeras, unos hombres de la tercera edad que se sientan a la sombra de un árbol frente al DIF Municipal de Veracruz ya estaban en edad de retiro y algunos habían superado los 40 años de trabajo.
Cuando Víctor Flores tenía menos de un año al frente del sindicato, se consumó la privatización de Ferrocarriles Nacionales de México (Ferronales). En ese año, don Félix Hernández Hernández, ex ferrocarrilero de La Oriental, Puebla, fue “liquidado” después de 28 años de trabajo.
Cuenta que comenzó a trabajar en 1978 como barrendero en Ferrocarriles Nacionales y fue pasando por puestos como ayudante de herrero, truquero, ayudante de reparaciones, ayudante de mecánico y finalmente, mecánico.
Después de siete años de vivir en el desempleo, fue contratado como barrendero en una empresa de limpieza, a su vez contratada por una empresa extranjera ferrocarrilera. “Hubiéramos querido mil veces más una gota que dure a un chorro que se acabe”, dijo don Félix mientras barría un cuarto de maniobras la estación de La Oriental y mirando hacia el “vagón del ramal”, pequeño, de madera y con unos rótulos percudidos donde aún se lee que ahí viajaba el correo postal hacia el sur de Puebla.
También ahí, en la otrora famosa estación de La Oriental, don Mario Moreno Sánchez contó un momento histórico con un documento en sus manos que lo avala: las boletas de despacho y las órdenes que le autorizaban asumir el itinerario del tren número 132.
Fue el 14 de marzo de 1993, el último viaje de un tren de pasajeros que llegó desde la ciudad de Puebla, cambio la vía ancha a vía angosta y siguió su recorrido de 90 kilómetros hacia Teziutlán, Puebla. “Ahí llegamos y el pueblo nos quitó el tren”, dijo don Mario, usando el argot ferrocarrilero.
Fue el día en que ese tren abandonó las vías porque ya no era costeable el transporte de pasajeros, y la locomotora que jaló esos vagones se exhibe como un monumento al tren en la entrada de La Oriental.
Y el maquinista, don Mario Moreno, recuerda sus viajes en la vía angosta, mira los patios vacíos aledaños a las vías, los cuartitos donde vivían los trabajadores del riel por temporadas, escucha el silencio que hay alrededor y termina: “se le toma mucho amor al tren”.
En Veracruz, los ferrocarrileros no hablan de amor, quieren que les paguen pensiones justas después de décadas de trabajo y exhiben unos documentos peticiones de información de numerosas fechas y dependencias donde lo más que obtuvieron son sellos de “recibido”.
René Hernández Palacios, con 44 años y medio como trabajador ferrocarrilero asegura que “el sindicato nunca nos ayudó para nada y ahora que somos jubilados, menos”.
El grupo de jubilados menciona varias cifras millonarias que podrían estar depositadas en un fideicomiso que –aseguran– es controlado a discreción por la dirigencia nacional del STFRM, por Víctor Flores.
“Hemos tratado de que nos informen y nos aclaren cómo está el fideicomiso”, “las cuotas sindicales se fueron a las campañas políticas”, “cuando el dinero habla, la verdad calla”, dicen ellos en su tertulia de todos los martes en la zona norte del puerto jarocho.
Según la Auditoría Superior de la Federación, “la figura del fideicomiso propicia el manejo de recursos al margen de la ley”, por el secreto fiduciario, y los expedientes DE000003/2003 Y DE000030/ 2003 de esa dependencia documentan “presunto desvío de recursos e incursión indebida de jubilados a la nómina del fideicomiso”.
Ferronales mantiene tres contratos de fideicomiso que comprometen 12 mil 888 millones de pesos, que son Ferronales Jub, Fideicomiso del Programa Habitacional de Ferronales y el Fideicomiso para la Construcción de Vivienda.
Con sus convenciones, sus cambios de estatutos, sus modificaciones de periodos, con los secretos fiduciarios y con los racimos de dinero en sus manos, Víctor Flores y sus miles de seguidores seguirán en el poder del STFRM si no pasa algo extraordinario.
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