viernes, 8 de mayo de 2009

El obispo Onésimo Cepeda, otro de los beneficiarios de Ahumada





El obispo Onésimo Cepeda, otro de los beneficiarios de Ahumada

RODRIGO VERA

MÉXICO, D.F., 7 de mayo (apro).- En su libro Derecho de réplica, el empresario Carlos Ahumada asegura que le entregó un millón de pesos en efectivo a Onésimo Cepeda, obispo de Ecatepec, para que éste le comprara un coche del año a su madre y, con el resto, realizara obras piadosas.

         Cuenta Ahumada en su libro: "Con Onésimo compartimos muchísimas reuniones, desayunos, comidas y cenas. Dos de ellas fueron en casa de su madre, ubicada en Tlalpan. En una de ellas le entregué un millón de pesos en efectivo, que me había pedido argumentando que le quería comprar un coche del año a su madre y que el resto serviría como aportación a sus obras piadosas."

         Dice Ahumada que entregó el dinero porque sería "un gran incentivo" para el obispo, quien intercedería "ante Dios Nuestro Señor" para el bienestar de él y de su familia.

         Recuerda que el obispo de Ecatepec ofició la misa de primera comunión de sus dos hijos, Carlos Emiliano y Ana Lucía, el 11 de octubre de 2003, en la residencia particular del empresario, en San Ángel. Ahí, "Onésimo pidió para brindar, como era su costumbre, una botella de Petrus".

         Ahumada cuenta que a instancias de Onésimo, tuvo que apoyar al candidato del PRI en Ecatepec, Eruviel Ávila. Lo mismo que al alcalde de Tlalnepantla, Ulises Ramírez.

         El empresario señala que en enero de 2003 intercedió para que el prelado y Rosario Robles, entonces dirigente del PRD, dejaran la "guerra" que estaban sosteniendo en la prensa. Ambos "hicieron las paces" durante una "larga cena en Au Pied de Cochon, un lujoso restaurante de la Ciudad de México".

         Onésimo siempre "insistía en que quería hacer negocios conmigo", dice Ahumada en su libro. Pero el obispo le advertía que de obtener alguna obra, "tendría que caerme con el diezmo correspondiente."

         Menciona Ahumada las "varias tardes taurinas" que en Acapulco compartió con Onésimo Cepeda, y que "se prolongaban" en "cenas bohemias y hasta en amaneceres en ese bello puerto".    

         Sin embargo, Ahumada se lamenta porque Onésimo le dio la espalda cuando cayó preso y más necesitaba de su auxilio espiritual:

         "Nunca aceptó la única petición que le hice cuando fui privado de mi libertad, en el sentido de que fuera a mi casa (el mismo domicilio donde se había celebrado la comunión) para que hablara con mis hijos y les infundiera un poco de paz, de tranquilidad y de fe."

         Sobre su amistad –"o como se le pueda calificar"-- con el polémico obispo de Ecatepec, Ahumada concluye señalando: "Una vez más me equivoqué".

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