Jesús González Schmal
Iglesia democrática
En un valioso documento que apenas empezó a circular esta semana, la Conferencia del Episcopado Mexicano se dirige a los fieles católicos y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, con motivo de las próximas elecciones.
Sorprende la claridad, concisión e imparcialidad con la que se llama a los mexicanos a ejercer sus derechos electorales y a la aceptación de sus responsabilidades de participación política permanente. Bajo el título “No hay democracia verdadera y estable sin participación ciudadana y justicia social”, aborda el tema desde una posición definitoria muy clara: “respetando el principio de laicidad. La Iglesia católica no es sujeto político, pero sí un sujeto social, cuya misión le exige no perder su independencia ni autoridad moral para abogar a favor de los pobres”.
Más adelante consigna: “Es urgente que la democracia alcance un sistema económico más justo. Están a la vista los excesos de las políticas neoliberales del sistema financiero que entrega a los pobres a la voracidad de los dueños del dinero”.
En otro espléndido párrafo se dice: “Señalamos ciertos dinamismos culturales que dificultan la participación ciudadana en la vida democrática de nuestro país: a) poner el interés propio o de grupo encima de las necesidades de la nación, b) hacer prevalecer los intereses individuales sobre los comunitarios, c) considerar el quehacer político como algo sucio, d) incapacidad de escucha y diálogo con quienes piensan diferente”.
Ni duda cabe que este es un posicionamiento de avanzada ante una crisis que debe afrontarse precisamente con esa actitud democrática integral de la que habla el documento. Ahora debe esperarse que tanto fieles como todo hombre de buena voluntad y sacerdotes y ministros de todas las confesiones, honremos con el ejemplo lo que se propone hacia una nueva práctica política con base en la ética y los valores humanos de justicia y libertad.
Oportunamente la Iglesia se desmarca de equívocos que la han situado por algunos de sus voceros en posiciones retardatarias que no corresponden al verdadero sentido de su doctrina humanista en defensa de la justicia y la libertad.
Secretario Técnico del Frente Amplio Progresista (FAP)
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