domingo, 26 de julio de 2009

Culpan en Nueva Izquierda a López Obrador de la derrota del PRD el 5 de julio




Grupo de notables de dicha corriente desestima errores de la dirigencia nacional del sol azteca
Culpan en Nueva Izquierda a López Obrador de la derrota del PRD el 5 de julio
El radicalismo del tabasqueño y las pugnas internas alejaron a los simpatizantes, argumentan

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Militantes del Partido de la Revolución Democrática se reunieron en el Club de Periodistas durante el foro El partido que necesitamos ante la crisis y las elecciones. En el presidium, Jorge Calderón, Max Correa y Erik VillanuevaFoto La Jornada
Roberto Garduño

Tras la derrota en las urnas el pasado cinco de julio, dentro del grupo que domina la dirección nacional del PRD crece la percepción de que la caída estrepitosa en las preferencias electorales obedeció al radicalismo del movimiento encabezado por Andrés Manuel López Obrador y a la imposición de los intereses de las corrientes en pugna, que en 2008 se liaron en una confrontación insalvable cuyo resultado fue el alejamiento de los simpatizantes del partido del sol azteca.

Sin grandes argumentos para festejar la segunda década de vida de ese partido, un grupo de notables ligados de distinta forma a Nueva Izquierda (NI), corriente que, en medio de la controversia, se hizo del poder en la dirección perredista y hoy manifiesta rasgos de debilidad ante el embate de sus adversarios, se reunieron en un encuentro llamado El partido que necesitamos ante la crisis y las elecciones.

Erik Villanueva Mukul y Camilo Valenzuela, quienes han encabezado el Consejo Nacional del PRD, a propuesta y con el respaldo de Nueva Izquierda, convocaron a personajes afines, mientras brillaron por su ausencia quienes representan al bloque conocido como Izquierda Unida, uno de los bastiones de respaldo a Andrés Manuel López Obrador.

Para Jorge Calderón, presidente del Instituto de Estudios de la Revolución Democrática, la debacle perredista se fundamentó en factores internos, como la confrontación y división, y externos, como el reposicionamiento del PRI y la guerra sucia del PAN.

Sin reparar en la responsabilidad de la actual dirigencia en el proceso de derrota, Calderón prefirió abordar su explicación desde la subjetividad, sin aportar más nombres de responsables de la debacle que el de López Obrador. Es indispensable reflexionar sobre un factor estructural: la grave crisis ética que sufre el PRD, derivada de la falta de observancia de las normas éticas dirigidas al ejercicio democrático de la política, basadas en los principios de honestidad, equidad, tolerancia, legalidad, respeto por la diferencia y lealtad partidaria.

Antes, el integrante de la dirección perredista emitió una tenue crítica al contenido de la campaña mediática de su partido, pero endureció el tono al referirse al curso radical que tomaron las acciones del movimiento liderado por López Obrador desde el año 2006.

Los resultados del proceso electoral de 2009 son la continuación lógica de la confrontación del proceso de radicalización de la corriente encabezada por López Obrador tras las elecciones presidenciales de 2006. Después de haber obtenido su máxima votación histórica, esta radicalización polarizó en extremo al PRD, el cual perdió el frágil equilibrio que lo mantenía razonablemente cohesionado desde su fundación.

Para Erik Villanueva Mukul, el desplome de su partido ocurrió, principalmente, por las siguientes circunstancias: la participación de perredistas en otros partidos y por dirigentes llamando a votar por otros institutos políticos; acontecimientos de supuesta o real vinculación de autoridades y miembros del PRD con el narcotráfico y el crimen organizado, y los tristes y lamentables sucesos de Iztapalapa.

Con resignación, aceptó que si las corrientes, los caudillos y los poderes fácticos del PRD anteponen, de nueva cuenta, sus intereses sobre el conjunto del partido, quedará cancelada la posibilidad de entrar en la contienda electoral en 2012:

Después de las elecciones el PRD ha continuado con sus pugnas internas, y sin las acciones adecuadas para recomponerse y prepararse para las elecciones estatales que siguen el año próximo, y las presidenciales del 2012. La falta de actuación apegada a los estatutos, privilegiando el acuerdo político entre corrientes, mantiene al PRD sin la posibilidad de empezar a reposicionarse ante la sociedad. Por el contrario, se corre el peligro de repetir el mismo escenario vivido en las elecciones pasadas.

Con una postura beligerante, Max Correa trató de aparentar equilibrio al considerar que con el actual PRD simpatiza, pero no está de acuerdo. Y con prontitud la emprendió contra el PT y Convergencia –partidos que se sumaron al proyecto de López Obrador– al asumir que, “si el PRD está mal, el PT y Convergencia dicen quítate que ahí te voy… ¿deberíamos aceptar ser súbditos (sic) del dueño del PT? Cuando el PT fue creado por Raúl Salinas de Gortari, y cuando Adolfo Orive, empleado de Carlos Salinas, ahora convive con Andrés Manuel López Obrador”.

Y en esas en las que López Obrador es el responsable de todos los males de la izquierda orgánica, Correa siguió con su crítica abierta hacia él: Les voy a contar lo de Chiapas, resulta que a Andrés Manuel se le ocurrió proponer como candidato a gobernador de Chiapas (a Juan Sabines) pensando que iba a aplicar una ideología de izquierda y hoy hay un gran desencanto; ¡está comprobado, compañeros!

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