domingo, 24 de enero de 2010

Complacencia de Sedarpa para la siembra de maíz transgénico


A pesar de la existencia de una legislación, que impide sembrar productos transgénicos en México, en Veracruz ya se siembra maíz transgénico, situación de la que no sólo se encuentra enterada la Secretaría de Desarrollo Agropecuario, sino que, al contrario, fomenta entre los campesinos el cultivo de semillas mejoradas y modificadas genéticamente que vende la compañía Monsanto, calificada por ambientalistas como “la empresa del diablo”.

Dicha compañía es la creadora del llamado maíz Bt, también conocido como “maíz terminator”, porque es capaz de matar toda plaga que intente alimentarse de la planta, y que, de acuerdo a unos estudios, se ha comprobado que ha alterado otras especies a su alrededor, no sólo flora, sino también fauna y bacterias.

Este riesgo no ha sido impedimento o freno para que la Secretaría de Desarrollo Agropecuario, a través de la Subsecretaría de Agricultura recomiende a los productores de maíz a optar por las semillas que produce Monsanto, en lugar de aquellas criollas, pues reconoce que comercialmente les conviene más las primeras.

De acuerdo con datos que le han hecho llegar al doctor e investigador Juan Carlos Noa Carranza, del Instituto de Biotecnología Aplicada de la Universidad Veracruzana, en distintas regiones del estado como Zongolica, así como en el norte y el sur, se han detectado cultivos de maíz transgénico.

Esta situación, advirtió, es de un grave riesgo no sólo para el medio ambiente, sino que también atenta contra la cultura y economía de una comunidad, región, estado y país, además que hoy en día no se conocen a fondo los efectos que pueda causar en el ser humano a un largo plazo, el consumo de alimentos transgénicos.

Explicó que la ingeniería genética, a pesar de haber mostrado bondades, es todavía una ciencia que no se encuentra bien desarrollada por tener apenas 20 años de historia. Esto ha hecho que se detectaran los primeros problemas de riesgo para el medio ambiente y para el hombre, cuando comprobaron que los productos transgénicos de primera generación eran capaces de alterar otras especies, con procesos simples como la polinización o vía la cadena alimenticia.

“Se comprobó que los primeros transgénicos podían alterar o hacer mutar otras especies, por lo que de inmediato hubo una ley a nivel internacional que prohibía el cultivo de transgénicos de primera generación, pero esa ley cambia de un país a otro, además que no existe una supervisión a nivel institucional que verifique que no se están cultivando en cada país”, agregó.

Juan Carlos Noa Carranza dijo que es un hecho que en Veracruz se está sembrando maíz transgénico y que se vende por bultos o por puños, pero advirtió que lo más grave, es que se traten de los de primera generación y que ya estén causando alguna alteración genética a suelos, fauna, flora, bacterias, que por la misma cadena alimenticia estén llegando al ser humano.

Si bien, reconoció que las semillas de maíz transgénicas de nueva generación han podido casi por completo alterar a otras especies y traen beneficios como una mayor y mejor cosecha para los campesinos, dijo que se corre el riesgo de que las semillas nativas o criollas sean desplazadas hasta desaparecer y acabar con una especie dentro del planeta.

Tal es el caso del maíz, producto por el cual México goza de un certificado internacional de origen, base para prohibir el cultivo de transgénicos, sin embargo señaló que la necesidad del campesino por obtener mejores cosechas le ha obligado aceptar que dentro de sus parcelas se cultiven semillas modificadas genéticamente, que le rendirán los resultados prometidos por la compañía que las elabora.

“Esto va a provocar que incluso se modifiquen las costumbres y la cultura de las poblaciones, que si antes se reunía toda la familia o si oraban por tener buenas cosechas, ahora dejarán eso de lado, porque contarán con una garantía de parte de la empresa de que sus cultivos tendrán gran producción”, agregó.

Ante esta situación, el investigador recomienda que antes de permitir el cultivo de transgénicos en México y en particular en Veracruz, se deben realizar más investigaciones sobre sus efectos y consecuencias: “estamos hablando de una investigación que tardará muchos años, que ni siquiera alcanzará la vida de un investigador para conocer los resultados”.

Frente a este panorama, la Secretaría de Desarrollo Agropecuario se ha convertido en uno de los principales promotores del uso de las semillas que produce la compañía trasnacional Monsanto, pues a través de una respuesta a una solicitud de información, recomienda a los productores de maíz a utilizar la gama que ofrece tal empresa, en lugar de usar las semillas criollas o nativas de cada región.

Sobre esta situación, el catedrático de la Facultad de Ciencias Agrícolas, Roberto Chiquito Contreras, señaló que las empresas trasnacionales como Monsanto, sólo tienen como objetivo vender más su producto y tener cautivo al productor, obligándolo a que cada ciclo agrícola les compren, cuando lo ideal sería que los campesinos recibieran respaldo institucional para cultivar semillas criollas y sus variedades que se dan de forma natural.

Explicó que el origen del maíz Bt o conocido también como “Terminator”, es porque al ADN del maíz se le incluyó parte del ADN de Bacillus thuringiensis, que es una bacteria, con la finalidad de matar la plaga del gusano cogoyero que ataca tales cultivos.

“Esto no es natural, es totalmente antinatura. La madre naturaleza es muy sabía y permite la combinación de ADN dentro de una misma especie, es decir maíz con maíz, fríjol con fríjol, pero nunca en la evolución se ha dato este tipo de combinaciones genéticas, entonces es como tratar ser Dios al crear nuevas especies, que no existen en el planeta”, expresó.

Si bien, reconoció que el campesino que cultiva maíz transgénico tendrá como resultado una mayor producción, señaló que está obligado a comprar todo el paquete tecnológico de la misma empresa, como son fertilizantes, herbicidas y plaguicidas.

Roberto Chiquito Contreras señaló que los transgénicos vuelven dependientes a los campesinos cada ciclo agrícola para comprar a la misma empresa la semilla y todos los químicos necesarios, lo cual también afecta y modifica la forma en cómo se ha dado la agricultura por siglos en México.

“Luego de cada cosecha, es común que el campesino separa una parte, que él ha escogido para que le sirva como semilla, lo que le permite sembrar nuevamente, pero los productos transgénicos no lo permiten, porque al poco tiempo de ser cosechados muere su embrión y el campesino no se da cuenta y lo siembra, y entonces se dará cuenta que al paso de los días no crecerá ninguna planta, y sólo se habrá transformando en pérdida de tiempo, dinero y esfuerzo”, añadió.

Explicó que dentro de la alteración genética que le hacen a la semilla de maíz, está que la vuelven infertil, para que ya no sea capaz de reproducirse, y de esta manera, el productor esté obligado a comprar otra vez a la compañía que le vendió la semilla.

Desde su perspectiva, indicó que debe prohibirse por completo el cultivo de productos transgénicos en México, pues atentan contra las semillas criollas al grado de modificarlas hasta desaparecerlas.

“Lo que necesitamos en Veracruz es respaldar al campesino a que cultive lo nativo, con la mayoría de las facilidades posibles como es el riego y la tecnificación del campo, y que por los mismos procesos naturales se creen variedades, porque está comprobado que hay algunas especies nativas que dan mejores producciones que los transgénicos y ya están adaptadas a la altura, falta de agua y las condiciones extremas a las que se enfrentan en cada ciclo agrícola”, concluyó.

Fuente: La Jornada de Veracruz
Difusión: Soberanía Popular

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