México SA
En lugar de detener el alza, los precios de combustibles aumentarán más
Otra del doctor catarrito: los nuevos impuestos pegarán sólo una vez en la inflación
Carlos Fernández-Vega
¡Felicidades! Los integrantes de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión lograron su objetivo: citaron a los funcionarios responsables de aplicar los aumentos a los combustibles (quien dio la instrucción duerme en Los Pinos), y los heraldos calderonistas asistieron puntuales (el delfín disfrazado de Cordero y el titular de Pemex, porque Georgina Kessel no tuvo tiempo; tampoco el despachador de gasolina); les preguntaron y (nada) les respondieron; les volvieron a preguntar y les repitieron el añejo discurso técnico; les mostraron el músculo y los funcionarios se rieron; les mentaron la madre y les valió ídem. ¿Y el precio de gasolinas, diesel, gas, etcétera? Seguirán para arriba, compadre.
Trascendental comparecencia en San Lázaro del secretario de Hacienda, Ernesto –El Serra– Cordero, y del director general de Petróleos Mexicanos, Juan José Suárez Coppel (la señora Kessel no pudo asistir; lástima, con lo bien que siempre explica las cosas), en la que quedó claro, por si alguien tuviera dudas, que Calderón y sus heraldos son una muestra mal hecha de los tres changuitos (imposible llamarles los tres monos sabios): uno (chaparro, pelón y con lentes) ciego y sordo, entre otras artes, y los tres contumaces parlanchines que hablan hasta por los codos para no decir absolutamente nada.
Pero qué bueno. Los legisladores consiguieron su propósito: que comparecieran los funcionarios y les explicaran por qué aumentaron los precios de los combustibles. ¡Felicidades!, pero y ahora qué sigue, qué harán, porque el sonriente Cordero les dijo que lejos, muy lejos de echarse para atrás, o cuando menos congelar los aumentos ya dispuestos (sería actuar de manera irresponsable, aseguró), habrá más alzas a los combustibles, aderezadas con incrementos en tarifas eléctricas y todo lo que se les ponga enfrente.
Y lo anterior, según Ernesto Cordero, porque de no aumentar los precios el subsidio a las gasolinas habría sido equivalente a 60 mil millones de pesos, amén de que el propósito de los ajustes mensuales que se aplicarán durante todo el año es tener los recursos suficientes para financiar completamente el presupuesto de 2010. Nos permitirá enfrentar el gasto a plenitud, y con el compromiso de que es algo aprobado por el Congreso.
Si el pretexto es el dinero, el eficaz fabricante de seis millones adicionales de pobres en el país (hasta 2008) durante su paso por la Sedesol bien podría documentar (como ya lo ha hecho la dependencia pública en la que ahora despacha) que en 2009 las prestaciones de la alta burocracia le costaron a los mexicanos algo así como 200 mil millones de pesos, un monto más de tres veces superior al que ahora alega y lo escandaliza por subsidio a la gasolina. Así es, en poco más de un trimestre el gobierno federal gasta en prestaciones para su distinguidísima cuan eficiente alta burocracia lo mismo que en el subsidio a las gasolinas que (dice Cordero) se evita con el aumento permanente de precio, de tal suerte que es cuestión de tomar decisiones: en dónde se recorta el gasto público (las citadas prestaciones más los elevados salarios de los funcionarios, que en ambos casos se mantienen incólumes) o a partir de qué momento y con qué pretexto se exprimen los bolsillos a los mexicanos y se impulsa la inflación.
El asunto no es sólo tener ingreso, sino en qué y cómo se gasta, y en este tema los panistas son expertos en dilapidar lo segundo. El Congreso debe meter la mano. Puede detener la escalada de precios públicos, y de paso la de precios privados, pero no con discursos, ni con entrevistas en los medios electrónicos. Tiene capacidad constitucional para modificar o crear leyes y actuar en consecuencia. No es suficiente salir en la tele para asegurar que el gobierno federal tiene una semana para rectificar y congelar el precio de los combustibles; de lo contrario, el Senado podría iniciar un periodo extraordinario de sesiones este mes para frenar la escalada del costo a través de un decreto. Hay dos caminos: o el Ejecutivo en el uso de sus facultades congela el precio de los combustibles, como lo hizo en enero de 2009, o de no aceptar esta propuesta el Congreso tiene facultades para decretarlo (Carlos Navarrete dixit).
Para qué la semana de plazo. El inquilino de Los Pinos ya mandó a decir con su compadre Cordero que no, que de ninguna manera bajará los precios de los combustibles, que por el contrario los seguirá aumentando y háganle como quieran. Entonces, ¿qué parte del NO pasó desapercibido por Carlos Navarrete? Hasta dónde los científicos han descubierto, NO quiere decir NO, de tal suerte que el encargado de la tienda en Xicoténcatl se puede ahorrar la graciosa semana por él concedida (en el discurso) y actuar de inmediato para ofrecer algo real. El problema es que la decisión no es suya, sino de otro mejor peinado en el Senado.
Y con su enorme peso específico reapareció el doctor catarrito para presentarse en sociedad ya como gobernador del Banco de México, y lo hizo como a él le gusta, con frases contundentes y científicamente sólidas. Dijo Agustín Carstens que los nuevos impuestos pegarán sólo una vez a la inflación; tendrán un impacto de una sola vez sobre la inflación y se desvanecerá en el transcurso de este año. Su pronóstico es tan creíble como aquel que aseguraba un crecimiento económico de 3 por ciento a pesar de la crisis; o aquel de las finanzas públicas sólidas y en orden; o el del bache que tiene agua, o etcétera, etcétera. En sus tres años de secretario de Hacienda no dio una, y ahora como gobernador del Banco de México no tiene por qué cambiar de filosofía.
Muy al estilo de su contlapache de gabinetazo calderonista, el brillante Gerardo Ruiz Mateos (sería ocioso actuar), el doctor catarrito se aventó la puntada de hacer público que no moverá un dedo (en lo inmediato no habrá un ajuste en la política monetaria), porque en materia inflacionaria el aumento de precios públicos e impuestos tendría un impacto limitado, transitorio y se desvanecerá en el transcurso del año. Esto tampoco es novedad: en Hacienda nunca movió un dedo.
Las rebanadas del pastel
El carismático y eficiente Felipe Calderón presumía en su campaña electoral que él no bajaría los precios al chilazo, por decreto, porque a los mexicanos se lo cobran en tortillas.... Y tenía toda la razón: lejos de reducirlos, a los mexicanos se los ha cobrado en tortillas, pan, gasolina, gas, tarifas eléctricas, peaje, carne, pollo, galletas de animalitos, alimentos en general y, desde luego, en crecimiento, desarrollo y bienestar social, más uno que otro impuesto.
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Fuente: La jornada
Difusión AMLOTV
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