lunes, 22 de marzo de 2010

Atrapados, sin salida

Lilia Cisneros Luján
prensa@cocuac.org.mx

Por varios años, la propaganda mediática ha dado cuenta de atrocidades perpetradas por jóvenes, quienes luego de asesinar a compañeros y maestros deciden suicidarse. Además de las decenas de vidas sacrificadas en universidades de Estados Unidos hay muchos casos registrados tanto en países de primer mundo, Finlandia o Alemania, como en los emergentes, de estudiantes de muy alto nivel que como en el caso de Dimitris Patmanidis, de 19 años y originario de la república exsoviética de Abjasia, irrumpió una mañana de abril del año pasado en la escuela técnica en la que estudiaba en Grecia disparando contra un compañero de su misma edad. Su nota suicida justificaba el acto por la burla y desprecio del que era objeto
Las escenas, miles de veces repetidas, de la golpiza de estudiantes españolas contra una inmigrante latinoamericana, no son menos violentas que la muerte de otros tantos, casi siempre retraídos tranquilos y buenos alumnos.
¿Serán sólo los juegos y videos violentos que les proporciona la tecnología, los precursores de tales hechos? ¿Son los padres culpables por el pretendido desamor a sus hijos? Cito el caso de Grecia, pues se ha declarado que es la primera vez que esto ocurre en ese país y también por el hecho de que la escuela pertenece a un programa que se encarga de encontrar ocupación laboral a los desempleados y se dirige a las capas de menos ingresos.
Pero esta violencia social o de algunos grupos de la sociedad ya no es sólo protagonizada por personas de corta edad. No ha muchas semanas, que una maestra de biología de la universidad de Alabama –Amy Bishop de 42 años– asesinó a tres colegas, supuestamente por ser víctima de la injusticia “de no haber sido promovida en su empleo”, y en China, la falta de trabajo por el cierre de casi 30% de las empresas exportadoras, está disparando el índice de suicidios de empresarios medianos, en proporciones similares a las de Brasil y otros países llamados emergentes.
Con el resentimiento –a veces en el plano de lo subconsciente– que hay en contra de quienes emprenden algún negocio exitoso, el vulgo –llamado así por los antiguos romanos– explica estos sacrificios “porque no están dispuestos a ser pobres”, “porque no soportaron la andropausia” –hay estudios que establecen que la mayoría de los empresarios que toman este camino tiene entre 40 y 45 años–, “porque su ambición les impidió ser cautelosos con las operaciones bursátiles”, “porque no quieren ir a la cárcel”, etcétera.
Más allá de las fantasías vengativas, lo cierto es que ninguna propaganda por más costosa y bien armada en su diseño que sea, puede revertir la evidente imposibilidad de justificar un sistema financiero mundial que ha profundizado la distancia entre los que todo tienen y los que carecen de lo mas indispensable.
¿Será la iniquidad en el reparto de la riqueza el común denominador en estos actos de homicidio y suicidio? ¿Qué papel juega en tal desesperanza –de desempleados y empresarios medianos– la corrupción de los diversos niveles de gobierno y la insensibilidad de los dueños del capital?
México no escapa a esta actitud mundial. ¿Cuántas personas se han arrojado al paso del metro? Además de la droga ¿qué disparó el homicidio de dos gemelas a manos de su propia madre? ¿Por qué se masacró a unos jóvenes en Juárez? ¿De verdad la única causa es el narcotráfico y las guerras de pandillas?
Quizá reflexiones serias sobre el tema fueron las que inspiraron el discurso del general Galván en el Día del Ejército. “Si la lucha se alarga en exceso… se causará un daño adicional a la población que podría habituarse a la cultura de la violencia, y ésta genera distorsiones a las percepciones colectivas”. Tendremos análisis diversos del discurso, que seguramente se moverán entre matices de considerar sus palabras como un acto de insubordinación al jefe constitucional de las fuerzas armadas o la que yo prefiero: una orientación, y más aún, una rectificación del propio presidente, encomendada a una de las personas de su mayor confianza en el gabinete. No creo en la versión del alejamiento, sobre todo por el anuncio presidencial del aumento en las prestaciones para los miembros del Ejército, esto sería suicida si no mediara la confianza. Si interpreto, por el bien de México, un cuidado de las formas, para el golpe de timón que evite un alud de críticas por el actuar pasado, encargando esta estrategia, a alguien interesado en que la vida institucional vuelva a su cauce. Trascendente por cierto en el contexto de los trabajadores de la mina de Cananea “dispuestos a todo porque no tengo nada que perder”, unos empresarios mineros sin fórmula alguna para dar salida al conflicto, un secretario del Trabajo que actúa más como porro que como autoridad, un movimiento laboral cooptado o con muchos de sus actores pervertidos en componendas extralegales y una población desesperada entre el aumento de precios, el escaseo de productos y el terrorismo fiscal.
Al igual que lo hizo el secretario de la Defensa, muchos otros deberían declarar para que la población esté segura del deslinde de quienes no sean culpables del aumento del predial, el IVA, el agua o el IETU. Quiero pensar que no todos los miembros del Poder Judicial deben ser arrastrados por el lodo de las componendas entre bufetes de influencia o actores –públicos y privados– acostumbrados al cochupo más que a la justicia, sobre todo en un escenario de desesperación manifestada en todo el mundo.
Millones de seres humanos en el planeta nos sentimos como atrapados sin salida, enfrentando cotidianamente la exclusión de gobiernos insensibles, inmersos en la burocracia, alejados de sus gobernados y además víctimas de acaparadores ignorantes de que casi 80% de las familias en las cuales todos sus miembros sobreviven por la informalidad, son de clase media.
Los mecanismos de agresión desaparecerían si se atacan las causas. El hombre que decidió quemar su casa y estrellar su avión en contra de la oficina de Hacienda en Austin, Texas, no habría llegado a ese punto de agresión de no haberse sentido agredido. Los empresarios de Ciudad Juárez, al igual que muchos, han preferido perder todo lo material con tal de salvar su salud mental y su vida ¿Están pensando en ello el nuevo secretario de Hacienda y el gobernador del Banco de México? No hacerlo es arriesgarse a que no quede nada para nadie. 

Fuente: Forum en Línea
Difusión: AMLO TV

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